Por: Ángel Josué Loredo García, seminarista.

“En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.”

(Misericordiae Vultus. N. 3) Desde hace algunos meses, en nuestra Iglesia sabemos que nos encontramos en la antesala del año de la Misericordia, donde su Santidad, el Papa Francisco ha invitado a todos a vivir este tiempo de gracia. Pero, muchos nos podremos preguntar: ¿Qué significa la apertura de la Puerta Santa? ¿En qué consistirá vivir el año de la Misericordia? O ¿Por qué un año especial dedicado a la vivencia de esta virtud?

La Apertura de la Puerta Santa será en la Catedral de Roma el Domingo III de Adviento, a la vez, el Papa establece que en cada Iglesia particular se abra por todo el Año santo una idéntica Puerta de la Misericordia. El hecho de que se hable de una apertura de la Puerta Santa en cada diócesis implicará que se lleve a cabo un acto litúrgico donde se lea la Bula de convocación “Misericordiae Vultus” y en cada Catedral se realice este gesto como signo visible de la comunión de toda la Iglesia. Estamos llamados a vivir este Año santo descubriéndonos sujetos primeros de la infinita bondad de Dios que brinda por excelencia el perdón hacia nosotros.

El Vicario de Cristo piensa que “siempre tenemos la necesidad de contemplar el misterio de la misericordia, que es fuente de alegría, serenidad y paz para quien la vive, condición para nuestra salvación, acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.” (Cfr. Misericordiae Vultus N. 2) Indudablemente, la opción que se nos plantea como familia de Dios es una alentadora posibilidad de acercarnos aún más al tierno encuentro con el Padre que nos ha creado, el diálogo y la cercanía con Jesucristo que nos ha salvado y estar en comunión con el Espíritu Santo que nos da la gracia de unirnos más a su presencia santa.

La Iglesia tiene esencialmente la misión de anunciar con fuerza la misericordia de Dios, abrir el corazón a los más alejados. El Sumo Pontífice invita a todo el pueblo de Dios para que se reconozca como aquél que “está llamado a curar las heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad.” (Misericordiae Vultus N.15)

En nuestra Arquidiócesis de Monterrey, la puerta de la Misericordia, se abrirá el domingo 13 de diciembre (siendo el III domingo de adviento) en la Catedral de nuestra ciudad. Se llevará a cabo la celebración de la eucaristía y este acto litúrgico, presidido por Mons. Rogelio Cabrera, Obispo de nuestra Arquidiócesis.