12 Jun 2020

HELLO! 1

De las pandemias que ha sufrido la humanidad, la Iglesia ha sido testigo en la historia, no sólo como esa vieja espectadora de los hechos; sino como madre que sufre con sus hijos. Muchos de sus santos se han desgastado en las pestes que han azotado al mundo, como san Luis Gonzaga o san Juan de Dios.

Hoy, el mundo entero enfrenta esta herida y la Iglesia está allí, cargando la cruz con sus hijos y siendo signo de esperanza y de consuelo.

Con el comienzo de esta pandemia las cosas cambiaron, los templos se vaciaron, los grupos parroquiales dejaron de juntarse, la forma de ir a catecismo cambió, incluso la forma de participar en la misa. Todo con tal de cuidar, especialmente, a los más vulnerables: los niños, los ancianos.

Esta nueva realidad nos ha recordado algo. Que la Iglesia está más viva que nunca, y este tiempo ha servido para que broten los sentimientos más genuinos de piedad y solidaridad. Motiva saber que las familias se congregan para mirar por la TV la Eucaristía o por alguna red social. Anima el que los grupos apostólicos hayan hecho de la tecnología su aliada, para no detener su crecimiento en la fe. Miles de sacerdotes trasmiten la Eucaristía, otros participan en Horas Santas o dando temas de formación, y nuestro Señor Sacramentado ha salido a las calles para bendecir.

La Iglesia se adapta a estos nuevos tiempos y no sólo se ha quedado en la parte del discurso o la formativa, tampoco en lo litúrgico, ¡no! Ella misma asume aquello mismo que el Señor les dijo a sus apóstoles en el monte: “denles ustedes de comer”.

Cáritas, por ejemplo, ha sido para miles de hogares la mano providente que ha atendido sus necesidades. El Seminario de Monterrey hace de su misión de verano, una “misión de esperanza”, enviando a sus seminaristas a animar, acompañar y compartir la fe, en todas sus redes sociales; junto con Cáritas de Monterrey, la Pastoral Juvenil, La Pastoral Vocacional, y la Vicaría de Pastoral con la Misión COVID.

La Iglesia sabe que el anuncio del Reino es integral, y la esperanza que se comparte es una esperanza fundada en la fe y en la caridad. No sólo predica; sino que actúa en silencio, discretamente, llegando a donde tiene que llegar, sin luces ni reflectores.

Mario Alberto de Luna Guevara
2do. de Filosofía

20 Mar 2019

HELLO! 1

¿Sabías que la Iglesia ha tenido un gran aporte en la gastronomía? Desde muy antiguo la Iglesia ha sido promotora y patrocinadora del arte, entendido éste, como una expresión humana.

La cocina es una expresión artística del hombre, en ella se deleitan los sentidos, se manifiestan los colores, las formas, los olores y sabores. Es además, una forma ritual de acompañar alguna celebración, en la cocina se expresan sentimientos de agradecimiento, de súplica y ruego.

La expresión religiosa es una necesidad humana, la Iglesia ha catequizado y apoyado esta expresión de modo que muchas de nuestras fiestas religiosas, van acompañadas de suculentos platillos, que reflejan la tradición y la imaginación de los hombres, que ofrecen a Dios los bienes recibidos de la tierra y la Cuaresma no es la excepción. En este tiempo, se procura la preparación de platillos diferentes a lo ordinario, invitándonos a la austeridad.

En el Evangelio de Mateo 15, 11 escuchamos «No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre». Jesús se quiso hacer verdadera comida y bebida para que el hombre tenga vida eterna, Él es el alimento que no perece y se entrega para que cada uno de nosotros vivamos conforme a Él. Nos hace mucho bien el acercarnos a recibir el alimento que se nos ofrece en el altar, y el alimento que se nos ofrece en las Escrituras.

Algunas veces hemos oído decir: “Tú eres lo que comes”, si nos alimentamos de Cristo entonces podemos trasmitir a Cristo, este alimento no es un mero ritual; sino que realmente recibimos al Señor que nos alimenta y nos nutre el cuerpo y el alma. La gracia recibida en el alimento que da la vida eterna nos anticipa el cielo, y nos ayuda a vivir como verdaderos cristianos.

La Cuaresma también nos exhorta a compartir los alimentos con aquellos que menos tienen, nos invita a ser solidarios, en esta acción vemos reflejado lo que somos y aquello que hay en nuestro interior. Así pues, uno de los temas frecuentes en cuaresma es lo referente a las comidas típicas de este tiempo, y en ello hay mucho de bondad, pero carece de sentido si no nos alimentamos del verdadero alimento que nos da fuerza para avanzar en el desierto y nos anima a recordar con una profunda fe y devoción los misterios de nuestra redención. para que juntos, con toda la Iglesia, nos llenemos de gozo por la Resurrección de Jesucristo el pan que nos da la vida.

Héctor Elías Morales Montes
1ero. de Teología