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El 25 de diciembre, el mundo entero se paraliza (creyentes o no) ante el acontecimiento que ha marcado a toda una era y una sociedad. La Navidad, como fecha del nacimiento del Redentor, constituye el cabal cumplimiento de la gozosa espera por siglos que la humanidad hizo de su Dios. Hoy en día, anhelamos la venida definitiva o escatológica; es decir, del fin de los tiempos, por eso es que como Iglesia, hacemos memoria del acontecimiento ocurrido hace dos mil veintitrés años, pero también esperamos el retorno glorioso del Señor. La Octava de Navidad es un período litúrgico que comienza el día de Navidad y dura ocho días, concluyendo el 1 de enero. Durante esta Octava, la Iglesia celebra la solemnidad de la Santa Madre de Dios, en la que se honra a la Virgen María como Madre de Dios, es decir, como la Theotokos.
Durante esta Octava, la liturgia nos invita a reflexionar sobre la vida de la Sagrada Familia y las virtudes de la vida familiar. Ya que debemos ser conscientes de que la Navidad no ha terminado. Es tan grande este acontecimiento, que la Iglesia le reserva estos días para seguir con un espíritu festivo, pero también de múltiples virtudes que ejemplifican la auténtica vida cristiana. Los Evangelios nos cuentan muy poco sobre la vida de Jesús desde su nacimiento hasta el comienzo de su ministerio público, pero lo poco que sabemos nos sirve como modelo para imitar en nuestras propias familias.
La Virgen María, como Madre de Dios y de los seres humanos, guarda en su corazón todas las dificultades y problemas de la humanidad, y medita sobre ellos. Ella nos acompaña y nos guía con ternura materna hacia el futuro, sosteniendo nuestra esperanza en el Señor de la historia.
La Navidad, celebrada en todo el mundo, es un momento de alegría, reflexión y renovación. En la tradición cristiana, marca el nacimiento de Jesucristo, un evento lleno de significado espiritual y simbolismo. El Papa Francisco, en repetidas ocasiones ha compartido numerosas reflexiones sobre la Navidad y la Octava de Navidad, ofreciendo perspectivas que van más allá de la celebración festiva para abordar temas más profundos y universales, trascendiendo así solo de la celebración del 24 de diciembre por la noche y el mismo día 25.
En sus mensajes navideños, el Papa Francisco destaca la importancia de redescubrir el verdadero significado de la Navidad en medio de las distracciones comerciales y materiales que a menudo la rodean. En lugar de enfocarse únicamente en regalos y festividades, el Papa nos insta a reflexionar sobre el significado espiritual de la celebración, recordando el mensaje central del nacimiento de Jesús: el amor, la humildad y la esperanza.
La Octava de Navidad, que se extiende hasta el 1 de enero, es una prolongación del espíritu navideño. Es un tiempo para profundizar en la experiencia del nacimiento de Cristo y permitir que sus enseñanzas permeen nuestras vidas diarias. El Papa Francisco nos anima a llevar el mensaje de la Navidad más allá de la fecha específica y a vivirlo a lo largo de todo el año. De esta forma, el como nosotros los fieles católicos, podemos compartir en el mundo secular la alegría de la navidad cristiana, permitiendo así, a quienes desconocen a Jesús, que el niño ha nacido por amor a nosotros.
En sus discursos, el Papa resalta la importancia de la solidaridad y la compasión durante la temporada navideña. Nos recuerda que la celebración no debe limitarse a nuestras familias y seres queridos, sino que también debemos extender nuestra generosidad y amor hacia aquellos que están en necesidad. En un mundo marcado por la desigualdad y la injusticia, el orbe católico debe atender a la necesidad de solidaridad, la cual resuena como un recordatorio de la responsabilidad compartida que todos tenemos hacia nuestros semejantes, incluso si no son cristianos.
La Navidad, según las enseñanzas del Papa Francisco, es un tiempo para la reconciliación y la paz. En un mundo dividido por conflictos y diferencias, la celebración del nacimiento de Cristo nos brinda la oportunidad de buscar la armonía y construir puentes entre comunidades y naciones. La Octava de Navidad, con su énfasis en la prolongación del espíritu festivo, nos anima a mantener viva la llama de la paz y la comprensión más allá de las festividades inmediatas. Además, destaca la importancia de la familia durante la Navidad. En un mundo cada vez más acelerado y tecnológico, nos insta a apreciar el tiempo de calidad con nuestros seres queridos, a fortalecer los lazos familiares y a ser conscientes de la importancia de los valores familiares en la construcción de una sociedad saludable y equitativa.
En resumen, las reflexiones del Papa Francisco sobre la Navidad y la Octava de Navidad nos invitan a ir más allá de las festividades externas y a sumergirnos en el significado más profundo de esta temporada. Nos insta a cultivar el espíritu de amor, solidaridad y paz, no solo durante estas fechas, sino como un compromiso continuo en nuestras vidas cotidianas. En sus palabras y acciones, el Papa nos recuerda que la Navidad es un tiempo para renovar nuestro compromiso con los valores fundamentales que nos conectan como seres humanos.
REFERENCIAS:
San Juan Pablo II, Homilía del 1 de enero de 1970, Solemnidad de María Madre de Dios.
Papa Francisco, Homilía del 1 de enero de 2019, Solemnidad de María Madre de Dios.
Luis Fabricio Torres Torres
1ero de Teología.