29 Nov 2015

HELLO! 1

Por: Carlos Alberto de Jesús Reyes García, seminarista.

Nuestra vida es un peregrinar, un peregrinar a la casa del Padre quien nos espera con los brazos abiertos. Un Padre que nos ama inmensamente.

Las fiestas de nuestra Señora de Guadalupe, son las fiestas del corazón de México. Nos regocijamos ante los brazos de una madre que nos mira con profundo amor, un amor puro y desinteresado. Al peregrinar a la casa dedicada a la Madre de Dios, es caminar con la esperanza que ella intercederá por nosotros ante su hijo y que ella nos recibirá con una maternal bienvenida en la casa paterna.

El Seminario de Monterrey se honra en venerar a la Madre del Amor. Es por eso que con mucha devoción y alegría, caminamos en peregrinación año con año para dar gracias por su intercesión con este signo tan bello. Es una alabanza dirigida a Dios a través de la Madre del cielo, un gritar que ¡Dios está vivo! y que ha visitado a su pueblo con la presencia de Santa María de Guadalupe a tierras mexicanas. ¡Qué alegría puede experimentar nuestro corazón al venerarla como reina de nuestro país! ¡Qué privilegiados hijos somos al sabernos amados por una madre que nos cuida y protege como sus verdaderos hijos.

La música, los cantos, las danzas, los globos, las banderas, las flores son algunos de los presentes que le ofrecemos a Dios a través de nuestra Madre en esta fiesta del amor. En esta fiesta de la alegría que ensancha los corazones de sus hijos. Pero hay un presente que nunca falta, y es precisamente éste el que se engrandece de alegría al saberse amado por la Virgen de Guadalupe: el corazón. Es el presente principal que no tiene ningún costo ofrecer porque aunque en un principio nos costase entregar el corazón por lo que hubiera en él, ella, así como tengamos el corazón, lo toma en sus santas manos, lo entrega a su hijo, y la bella sorpresa que recibimos es justamente un bello corazón. Un corazón tocado por el que ha creado todos los corazones. Nuestra madre es la que también los cuida y protege. Ella nos lo ha dicho, y las palabras se han quedado muy grabadas especialmente en los corazones de los mexicanos: ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre?

En una experiencia personal el miedo se ha hecho difuso al recordar esas tiernas palabras de nuestra Madre. ¡Qué bella es la mirada de la madre de la misericordia! que nos acompaña todos los días.

12 Ago 2015

HELLO! 1

Crónica – Crónica

El día 11 de agosto, arribamos a Silao hacia las 8:00 de la mañana para tener una misa en el Cerro del Cubilete como parte de la peregrinación anual que la Arquidiócesis de Monterrey hace hacia la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México. El Cerro del Cubilete está dedicado a Cristo Rey, a quien fuimos a visitar en este inicio de curso.

La misa dio inicio a las 11:00 a.m., presidida por nuestro Arzobispo, Don Rogelio Cabrera López, quien nos recordó como ese lugar evoca la valentía de los mártires, además nos invitó a tener esa misma fortaleza para acompañar al pueblo de Dios, “no tengan miedo”. Pero nos invitaba, también, a un segundo llamado, al de ser como niños; su fortaleza está en su familia, en el amor de quienes los rodean, en su necesidad de los demás.

Concluyendo la homilía hizo una exhortación: “seamos fuertes y valientes como todos aquellos que dieron su vida, pero también hay que ser pequeños, puestos a la deriva de sabernos necesitados”.

“Queremos pedirle al Señor por todos los que están cansados y fastidiados y sabemos que debemos ser fieles discípulos y ciudadanos que viven las responsabilidades ciudadanas”.

Terminada la misa, todos los sacerdotes presentes y los seminaristas se tomaron la foto con Mons. Cabrera, quien además pudo tomarse algunas fotografías con los peregrinos.

 

Escrito por: 
Sem. Adrián Garza Morales
Tercero de Filosofía