06 Oct 2015

HELLO! 1

La Iglesia celebra en septiembre el mes de la Biblia con motivo de la fiesta litúrgica de San Jerónimo (a quien celebramos el 30 de septiembre), este santo fue quien tradujo la Biblia al latín (llamada Vulgata), convirtiéndose este texto bíblico en el oficial de la Iglesia Católica por mucho tiempo. Durante este periodo, la Iglesia propone que se realicen actividades para acercarnos con más fervor a la Palabra de Dios, y que luego nosotros podamos divulgarla.

En el Seminario de Monterrey dedicamos una Semana Bíblica (7 días previos a la fiesta de San Jerónimo) para profundizar y valorar la Palabra de Dios, esta semana comenzó con la entronización de la Biblia en cada uno de los cuatro institutos, y durante la semana tuvimos actividades como lectio Divina, Hora Santa, meditación de textos bíblicos, entre otras, y que el día de hoy culmina en los cuatro institutos del Seminario con la misa en honor a San Jerónimo, a quien los seminaristas debemos tomar como modelo, pues como él, nosotros debemos llevar la Palabra de Dios a quienes la desconocen o no la viven, para que en ella encuentren el mensaje de salvación.

Durante esta semana tuvimos la oportunidad de vivir una experiencia de profundizar mejor en las escrituras, que nos lleva a un encuentro cercano e íntimo con Dios al meditar su Palabra, en ella escuchamos a aquel que nos ama tanto que nos ha llamado para estar junto a Él.

En la misa de clausura, el Pbro. Juan Carlos Arcq, rector del Seminario de Monterrey, nos invitó a que en la preparación de nuestro apostolado utilicemos la Biblia, teniendo cuidado de no solo usarla como un medio de consulta para un tema, sino que debemos profundizar en ella, pues no podemos ir a hablar de lo que no conocemos o antes no hemos vivido.

En nuestra jornada diaria tenemos la oportunidad de tener contacto con la Palabra de Dios a través de la misa, la liturgia de las horas, oraciones personales y comunitarias, las actividades espirituales, etcétera, y esta Semana Bíblica que se realiza cada año nos recuerda que debemos vivir extraordinariamente lo que hacemos ordinariamente.

 

Por: Equipo Editorial del Seminario de Monterrey