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Por: Brandon Ricardo Velázquez Álvarez, seminarista
“¡Hossana al Hijo de David!”, con esta aclamación iniciamos la Semana Santa, el Domingo de Ramos, en el que celebramos la triunfal entrada mesiánica de Jesús a Jerusalén. La celebración se llevó a cabo dentro de un ambiente de alegría y fraternidad. Las comunidades aledañas al Curso Introductorio asistieron a la Eucaristía y participaron devotamente cada uno con su respectivo “ramo”. La homilía giro en torno a la Pasión del Señor, especialmente en la valentía que debemos asumir para aceptar la cruz con generosidad y alegría, buscando vivir coherentemente nuestra vida cristiana.
Los días previos al Triduo Pascual fueron muy enriquecedores, especialmente porque el lunes y martes contamos con la presencia de Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, quien, de una manera apasionada y rotunda, nos compartió temas que abarcan el Jueves y Viernes Santo, entre los temas que compartió están: El sacerdocio y la Eucaristía, El mandamiento del Amor, El Combate Espiritual, La Cruz y la Muerte del Señor. Realmente sus palabras, a la mayoría de nosotros nos confrontaron, nos sacaron de la cómoda postura que a veces adoptamos en nuestra formación en el Seminario y al mismo tiempo nos ayudaron a disponer el corazón para iniciar con alegría el Triduo Pascual.
Todas las celebraciones del Triduo las vivimos con los fieles que muy dispuestos participaron en cada actividad con devoción y entrega, desde el Jueves Santo, con la Cena del Señor, pasando por la Pasión y Muerte del Señor, el viernes con la representación del Viacrucis, y culminando con inmensa alegría la Resurrección del Señor en la Vigilia Pascual, donde todos pudimos vivir y experimentar las palabras de los ángeles en el sepulcro, “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.