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Por: Luis Humberto Saldívar Díaz, seminarista.
Durante la formación sacerdotal existen unas actividades muy preciadas para cualquier seminarista, entre ellas están las vacaciones de pascua, las cuales se dan en un momento muy necesario para la formación, ya que es la mitad del segundo semestre y de un semestre lleno de trabajo en todos los aspectos. Por tanto, este periodo resulta ser muy preciado para descansar, convivir con la familia y amigos.
Este periodo de descanso, viene seguido de una semana intensa de misiones, de esta manera el seminarista emplea estos siete días para recuperar los ánimos y fuerzas necesarias para regresar al seminario a concluir el año de formación.
Pero, ¿qué hace en particular un seminarista en sus vacaciones?, esa es la pregunta que cualquier persona se puede estar cuestionando, principalmente es estar con la familia compartiendo con ellos cada una de las experiencias vividas en lo que va del semestre y dialogando lo que no se había dicho antes. Además, el seminarista aprovecha para realizar actividades que ordinariamente no realiza, por el dinamismo propio de la formación, como por ejemplo, salir con los cuates, a comer, al cine, al teatro, a sus casas; visitar a familiares lejanos; salir a pasear fuera de la ciudad en familia; descansar en casa; visitar a sus comunidades parroquiales, grupos juveniles, así como convivir con otros seminaristas; entre otras cosas.
Cada seminarista buscará su manera singular de reponer sus fuerzas desgastadas por lo que va del semestre, siempre procurando no perder de vista que sigue siendo un futuro sacerdote en plena formación.