16 Abr 2016

Por: Adrián Alejandro Garza Morales, seminarista.

El camino de formación en el seminario requiere cierto orden y disciplina ya que el seminarista debe de ser encaminado a formar los sentimientos de Cristo Buen Pastor, por lo cual, los sacerdotes del equipo formador del seminario son los responsables de velar por cada seminarista para que vaya por buen camino.

Además de ayudar a encaminar a los seminaristas, los sacerdotes formadores tienen la encomienda de revisar el caminar del seminarista. El escrutinio, entonces, es “el acto de discernimiento sobre la idoneidad de un candidato” (can. 1051), y esta tarea se realiza en cuatro momentos precisos de la formación sacerdotal: admisión, ministerios (de lector y acólito), diaconado y presbiterado (Pastores dabo vobis, n. 23). Tienen como fin verificar la presencia real de cualidades y condiciones personales de un candidato que se configura con cristo Buen Pastor. Para llevar a cabo esta tarea además de las observaciones realizadas por los sacerdotes del seminario, se pide a algunos sacerdotes, laicos y seminaristas que hayan tenido la oportunidad de trabajar y convivir por un tiempo prolongado con el examinado que den su opinión respecto a la disposición del seminarista en torno al camino hacia el sacerdocio.

La palabra escrutar significa tanto como observar o examinar algo o alguien con mucha atención y minuciosidad, además de reconocer y computar los votos dados en una elección. Por lo tanto, los escrutinios en el seminario tienen este doble carácter. En primer lugar se realiza la examinación anteriormente explicada y posteriormente se realiza una votación  del equipo formador para dar resolución al escrutinio.

Ciertamente los escrutinios son un proceso complicado y difícil por todo lo que se tienen que reflexionar para tomar una decisión tan importante como el dar un ministerio a un joven seminarista o negárselo, pero, este proceso no es solamente una decisión humana, la presencia del Espíritu Santo da la seguridad en las decisiones que se puedan llegar a tomar ya que Él, desde sus inicios, ha conducido a la Iglesia, y su presencia da la certeza de sabernos conducidos hacia nuestra salvación.

Pidamos al Señor que envié su luz a los sacerdotes que en distintos lugares realizan esta complicada tarea para que les de sabiduría en sus decisiones y puedan conducir santamente a los futuros sacerdotes del pueblo de Dios.