13 Jun 2016

Por: Pedro Feliciano Ramírez Carrizales, seminarista (F1)

Una nueva experiencia es una nueva aventura, y es más enriquecedora cuando se vive de la mano del Señor, y por fortuna, Él, cada día nos ofrece una nueva y diferente para darse a conocer y mostrarnos su amor.

Estar en el Seminario sin duda te permite vivir diferentes experiencias desde las que son muy agradables hasta las que no lo son tanto, pero sin duda de una u otra forma el Señor toma de todas ellas algo que te permite crecer y ser mejor. Y este, mi tercer año  de formación en el que me encuentro cursando el 1er año de Filosofía el Seminario nos propone un nuevo encuentro con el Señor en el pueblo de Amanalco en el Estado de México para el cual los seminaristas de primero de Filosofía trabajamos recaudando fondos para dicho retiro, el esfuerzo que cada uno de nosotros hace por hacer posible este retiro le da un sentido más significativo.

Aprendemos a organizarnos y para esto cada uno de nosotros recibe una responsabilidad específica para que este retiro se lleve a cabo. Tenemos asignados cargos como: enfermero, ecónomo, auxiliar, sacristán, ambientación, coordinador del retiro, coordinador de espiritualidad, ceremoniero, coordinador de coro, chofer, etc. Cada uno de nosotros es una pieza importante y es indispensable para tener una buena organización.

Es curioso mirar hacia atrás y darse cuenta de todo lo que hemos logrado juntos, hablo de mi generación en el seminario, hemos vivido juntos ¡ya tres años! Al principio era complicado, pues cada uno de nosotros es totalmente diferente, pero en la viña del Señor se necesitan diferentes talentos que fortalezcan el crecimiento de la Iglesia, y el ser parte de esto, me hace darme cuenta de esto. Lo que yo hago ayuda a mis hermanos seminaristas y lo que ellos hacen me ayuda a mí y así cada uno se esfuerza por que todos seamos uno como quiere Dios.

Este retiro en Amanalco está orientado a fortalecer la vocación sacerdotal, así nos lo cuentan los padres coordinadores, consta de dos semanas en un lugar alejado en el que no hay comunicación, por lo cual, realmente estaremos solos con el Señor y esto lo hace emocionante. Jesús se alejaba para orar a solas con su Padre, así lo haremos también nosotros, es una experiencia de oración, de encuentro, a la cual nos encomendamos a sus oraciones, queremos ser buenos sacerdotes para el Pueblo de Dios que necesita mucha evangelización. Oremos por las vocaciones.