- BY Seminario de Monterrey
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Entre al seminario a los 17 años, cursaba 2o semestre de Universidad, en la Facultad de Ingeniería (FIME). Pertenecía a un grupo de adolescentes en la Parroquia María Madre de la Iglesia.
Creo que Dios hizo audible su llamada a través del sacerdote que en aquél entonces era vicario de la comunidad parroquial a la que pertenecía. El llamado lo sentí como una inquietud que nacía en mi persona al realizar apostolado que como grupo de adolescentes hacíamos en el Hospital 34 del IMSS al ver el rostro de Cristo en mis hermanos y hermanas postrados en cama (sentía que Dios me llamaba a consagrarle mi vida totalmente).
Otro momento especial en el que fui descubriendo el llamado de Dios a ser sacerdote, fue cuando viví el retiro de fin de semana sacerdotal, que organiza el Centro Vocacional, propiamente al contemplar la fraternidad y la alegría de la vocación en mis hermanos seminaristas del equipo vocacional.
En aquellos días tuve un mar de sentimientos, recuerdo que sentía alegría, pero a la vez tenía algo de miedo, me sentía entusiasmado pero también con mucha incertidumbre. Lleno de esperanza, así mismo, algo de temor. El mayor sentimiento era buscar confiar en lo que Dios realizaría en mi persona.
Al dar la noticia a mis papás, recuerdo que lo aceptaron de una manera muy gustosa. Me dijeron que me apoyaban en cualquier decisión que tomara y que estaban conmigo para siempre apoyarme.
Llegar a ser sacerdote, significa intentar responder al llamado que Dios me hace para servirlo a Él en su pueblo. Poder compartir lo que Dios me ha dado: el regalo de la fe. Ser sacerdote para mí significa tratar de ser un puente entre Dios y sus hijos, poder compartir la misericordia de Dios a su pueblo.
Durante el caminar de mi formación ha habido varios momentos difíciles o de dudas, sobre todo en los primeras etapas del Seminario (Menor y CI). Creo que la mejor manera de enfrentar una crisis o dificultad es, primeramente, ponerlo en oración frente a Dios. Segundo, platicarlo con tu director espiritual y también compartirlo con buenos amigos y hermanos seminaristas para que te apoyen.
“¿Qué retos has enfrentado en la comunidad al transmitir a Dios?”
En algunas ocasiones hablar de Dios a la gente puede ser verdaderamente un reto, es un gran reto la manera en la que se debe transmitir el mensaje de Dios, aunado a intentar superar mis propias limitaciones humanas y espirituales, esto con el fin de servir y trasmitir mejor el mensaje de Dios a mis hermanos.
Así mismo, me he enfrentado con el reto de tratar poder transmitir a Dios en una comunidad concreta con problemáticas propias, por ejemplo, un lugar como el tutelar de menores o un asilo, lugares donde me ha tocado servir.