- BY Seminario de Monterrey
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Entré al seminario a los 24 años, terminé la carrera de Lic. en Derecho y Ciencias Sociales. Y me encontraba como misionero en la comunidad del ITE, un instituto que pertenecía a la diócesis.
“¿Cuándo descubriste tu vocación? ¿Cómo fue?”
Recuerdo que me encontraba en unas misiones de Semana Santa en el 2004, cuando sentí por primera vez que Dios me llamaba a algo, pero no sabía que quería de mi vida.
Descubrí el rostro de Dios en el rostro de unos niños y también vi la necesidad de darlo a conocer a las personas que tenían hambre del Él, pero no había quien se los transmitiera. Creo que mi primer llamado lo sentí a la vida misionera y ya en la misión logré comprender que Él me quería por completo a su servicio en la vida Sacerdotal.
Los sentimientos que tuve al aceptar el llamado, pues de primer momento creo que miedo, pero a la vez alegría y entusiasmo de sentirme llamado por Dios. También confieso que cuando entré al Seminario no lo hice por querer ser Sacerdote, más bien buscaba ser feliz y para mí la felicidad es hacer la voluntad de Dios y pues la voluntad de Dios me hizo llegar al Seminario
“¿Cómo recibieron tus padres o tu familia, la decisión de Servir a Dios? ¿Recuerdas sus palabras?”
Bueno pues mi mamá ya había fallecido cuando yo decidí entrar al Seminario, pero en una ocasión mi hermana me confesó que mi mamá le había comentado que yo terminaría en el Seminario. Cuando le dije a toda mi familia yo me encontraba de misiones en General Treviño y fueron a visitarme el día de mi cumpleaños y después de pasar el día completo con un servidor, ya al final cuando se iban me subí a la camioneta y en ese momento les dije; todos se quedaron helados de la noticia y se quedaron callados por un momento, mi papá fue el primero que tomó la palabra y me dijo: “yo siempre he querido para cada uno de ustedes que sean felices y los he apoyado en sus decisiones, y si tú crees que esa es tu felicidad yo te apoyo”.
Llegar a ser sacerdote, es hacer la voluntad de Dios, responder a su llamado para servir a Él y a su pueblo, y hacer mi corazón semejante al de Él.
Durante mi caminar, han habido dos ocasiones en las ha sido complicado continuar.
En el Curso Introductorio, a raíz de una lesión en el tobillo que me hizo estar en reposo por un buen periodo de tiempo, me llevo a entrar en crisis y estuve a punto de salir, pero gracias al apoyo del padre espiritual y el padre formador decidí permanecer un tiempo más, pero lo más importante fue que descubrí una espiritualidad personal, que hasta la fecha la sigo realizando y es lo que me ayuda a permanecer en el Sí constante a Dios.
La otra fue en tercero de filosofía, no dudaba del llamado de Dios, sino dudaba de mi repuesta, que tan firme y fiel era en mi llamado, la indignidad que sentía, el no sentirme realmente preparado. Pero una vez más me vi acompañado por mis formadores y la guía de mi director espiritual y por supuesto la comunidad (mis hermanos).
Los retos que he vivido han sido conmigo mismo, vencer mis temores, comprender y conocer a la comunidad en la que me toca servir y saber acompañar, aprender a tener capacidad de frustración y romper paradigmas en la evangelización.