02 Sep 2016

Ingresé al seminario en el 2007, ya para cumplir los 47 años, estudié la carrera de Contador Público teniendo ya muchos años trabajando con jefaturas de recurso humanos.

Sentí algo muy fuerte cuando recibí el llamado del Señor y hablé con diferentes sacerdotes por lo que me sugirieron ir al centro vocacional, hice ahí un año de proceso.  Al terminar realicé mi carta para ingresar al seminario y al poco tiempo me llamaron donde me decían precisamente que era el Señor quién me llamaba por lo cual ingresaría al seminario el 4 de agosto de ese mismo año.

Hablé con mi familia y todos se pusieron muy contentos sin embargo al despedirme de ellos si hubo algo de tristeza pues somos una familia muy unida.

Poco a poco fui conociendo a Cristo; Él me había conquistado para siempre.  Siempre sentí un gran deseo de abandonarme en Cristo y así lo fui haciendo poco a poco hasta el día de hoy y no me arrepiento de haber dejado todo pues sé que en todo mi existir está derramándose su amor cada día; no solo en mi corazón sino en todo mi ser y mi existir.

Me he encontrado con Cristo en todos los lugares a donde voy.  No ha sido fácil pero Lo he sabido encontrar en toda la gente no solo que está necesitada, sino también en personas que están llenas de amor y que te hacen sentir que Cristo está vivo y que unidos se pueden realizar muchas cosas.

Para mí ser sacerdote es ser Cristo.   Por eso día con día le pido que me deje vivir con Él, y al día siguiente le vuelvo a insistir lo mismo y así seguiré pidiéndole para poder seguir con el llamado al que me he sentido llamado.

Nunca he dudado de que Él me ha llamado ya que lo he sabido identificar aunque no es fácil seguirlo porque para seguirlo se necesita como decía al principio abandonarse completamente en Él que es toda perfección y uno es un hombre sencillo como los demás.

Los retos son muchos pues he luchado en la indiferencia de muchos, pero no he dejado de insistir en estar donde considero que me lleva, han existido peligros pero también Cristo me ha dado fortaleza para afrontarlos y salir adelante.  Considero que para seguirlo se necesita abrir el corazón, orar mucho, insistirle en que camine junto con uno en todo momento y que así como me abandono en Él, Él siempre se deje encontrar.