19 Sep 2016

Por: José Luis Morán Becerra, seminarista (T1)

El 15 de septiembre es una fecha importante para todo mexicano, pues sin importar el lugar en donde se encuentre, ya sea dentro del país o en el extranjero, si se vive en alguna colonia de la ciudad, o se encuentra dentro de los espacios espirituales y religiosos de un Seminario (como en el caso de nosotros, seminaristas y sacerdotes), es una fiesta que no puede pasar sin celebrar. Han pasado ya 216 años de ser un pueblo independiente y tenaz, y eso es digno de recordar y celebrar. La memoria histórica nos invita a tomar lo que el pasado nos dejó de enseñanza, para construir un mejor futuro.

Esta fiesta no pasa en lo absoluto desapercibida, pues los colores, verde, blanco y rojo, se hacen notar desde que inicia el llamado mes patrio. Al ir caminando por las calles, viajando en camión, o transitando en tu automóvil, rumbo a la escuela o trabajo, fácilmente notas al vendedor que, en algunos puntos de la ciudad, con banderas, sombreros y cornetas, invitan con espíritu patriótico, a celebrar esta fecha.

La Independencia de México es toda una celebración vivida intensamente sin importar el lugar, y precisamente en nuestro Seminario, también celebramos esta fecha importante para nuestro país. Tal vez te preguntarás, y ¿cómo celebran este día ahí en el Seminario? Permíteme compartirte lo que sucedió en nuestro Seminario Mayor de Monterrey este día.

Comenzamos con un acto cívico en el que presentamos los debidos honores a nuestro lábaro patrio, y recitamos a una sola voz el juramento a la bandera. Luego entonamos con orgullo el Himno Nacional Mexicano, parte de la comunidad del Instituto de Filosofía y Teología. Concluido tales honores, siguió el momento esperado por todos: la Cena Mexicana. Entre adornos y música mexicana disfrutamos de los antojitos mexicanos preparados por el equipo de cocina. Se preparó una dinámica, como un momento de convivencia y esparcimiento entre los seminaristas y sacerdotes. Y cerramos con broche de oro, pues uno de los sacerdotes del equipo formador, en conmemoración de lo ocurrido en 1810 en el pueblo de Dolores, dió el grito de Independencia al que orgullosos y contentos todos gritamos: ¡Viva México!

No te extrañe todos estos detalles y preparativos, pues somos seminaristas, y somos mexicanos, orgullosos de la tierra que produjo la tilma donde la Madre de Guadalupe decidió plasmarse. Como ciudadanos responsables en formación hacia el sacerdocio, somos conscientes del gran valor que tienen las tradiciones de nuestro país, sobre todo, este acontecimiento histórico. Somos seminaristas mexicanos, tenemos orgullo en expresarlo. Porque Dios ha obrado maravillas en nuestra tierra, y “no ha hecho cosa igual con nación alguna”.

Sabiendo que Él siempre está con nosotros, y alegres por estas fiestas patrias, todos a una voz digamos: ¡Viva México!