Por: José Luis Morán Becerra, seminarista (T1)

Sabemos y creemos que la Providencia Divina no se equivoca, acierta en tiempos y espacios de nuestra historia humana. El Señor nos sigue manifestando, sin duda alguna, que no se deja ganar por nosotros en generosidad, gracia y bendición, pues en la aurora del día de hoy se ha dado a conocer el nombramiento de dos nuevos obispos para nuestra Iglesia de Monterrey.

Dos sacerdotes de nuestra Arquidiócesis han sido elegidos por el Señor para continuar con la misión apostólica de la construcción del Reino de Dios. Meditar este hecho en nuestro contexto actual, es motivo de alegría, ya que contemplamos la misericordia que el Señor ha tenido con nosotros. Esta misericordia se sigue derramando, siendo fortaleza para continuar con la misión que ha sido depositada a la Iglesia: que más personas conozcan el mensaje de salvación (cf Dei Verbum 10).

El Catecismo de la Iglesia Católica, citando el documento conciliar Lumen Gentium (LG), nos recuerda el apreciable valor y don de la consagración episcopal. Cuando un sacerdote es consagrado obispo, en primer lugar, se llega a “la plenitud del sacramento del Orden” (1558). El presbítero, que alcanza tal plenitud, se le confiere la gracia del Espíritu Santo, para que funja el ministerio de santificar, enseñar y gobernar la vida de fe de la Iglesia: “los obispos (…) hacen las veces de Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúan en su nombre” (LG 21). Cada uno tiene el oficio pastoral de la Iglesia particular que le ha sido confiada (1560).

El presbítero, y ahora monseñor Oscar Efraín Tamez Villarreal, actual Secretario Canciller, y el monseñor Heriberto Cavazos Pérez, actual Director Espiritual y ecónomo del Instituto de Teología del Seminario de Monterrey, durante la Eucaristía de hoy, recibieron de parte de nuestro Señor Arzobispo Don Rogelio Cabrera la imposición del solideo y pectoral. A su vez los invitó a vivir los valores del cristianismo: “el martirio en su ministerio, la comunión eclesial y, el cuidado y generosidad para con los pobres”. Y agregó unas palabras que giran en torno a nuestra fiesta patronal de San Teófimo mártir, diciendo que: “los mejores obispos son aquellos que han sido mártires y santos”.

Elevemos oraciones, sacrificios, comuniones, horas de estudio y de trabajo,ofreciéndoselas a Dios de modo muy especial para que fortalezca e ilumine el ministerio episcopal de nuestros dos sacerdotes de la Arquidiócesis. Y así, siendo fieles al llamado del Señor, cumplan con humildad y sencillez tan gran labor apostólica.