22 Nov 2016

Por: Edgar del Río, seminarista (T2)

La Iglesia, en su sabiduría, va mostrando en su caminar los diversos tiempos importantes para meditar cierta realidad de los misterios de Dios. Así mismo, nos invita como Madre y Maestra a meditar sobre realidades que necesitan abarcar más nuestra oración y nuestra reflexión, para tratar de profundizar en el misterio del cual nos refiere alguna característica de Dios.

Este año la Santa Madre Iglesia, a través del Papa Francisco, nos invitaba a dejarnos inundar en el amplio tema de la misericordia, ya que existen momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia, para poder ser también, nosotros mismos, signo eficaz del obrar del Padre (cf. MV 3).

Sin duda alguna en este tiempo, con la aplicación de esta Bula, se presentó la oportunidad de que el mensaje dirigido a la Iglesia Universal tuviera su aterrizaje a nivel Arquidiocesano.

La apertura de puertas santas de las basílicas y algunas parroquias, encabezaba el elemento pastoral que refería a la Gracia de Dios manifestada en esa Iglesia de puertas abiertas que el mismo Papa ha marcado constantemente.

También se realizaron diversas jornadas de reconciliación sacramental en cada uno de los decanatos de nuestra Arquidiócesis. Así mismo surgieron diversos esfuerzos eclesiales por hacer más palpable la misericordia de Dios, con acciones muy concretas acercándose a aquellos hermanos nuestros que son más vulnerables, y necesitaban experimentar la ternura de Dios.

El camino de la Misericordia se inicia con este año jubilar, porque nos ayuda, como Iglesia, a descubrir la gratuidad de Dios para con cada persona, ya que es un Dios que viene a salvar y no a condenar.

El compromiso que como Iglesia nos lleva este año de la misericordia, debe ser en todas las líneas de acción pastoral, como claramente se ve reflejado en el Plan de Pastoral Orgánico de nuestra Arquidiócesis, ya que se utiliza dentro de la metodología el “mirar misericordioso”, es así como podemos lograr ver la realidad con la mirada misericordiosa del Padre.

Que la gracia abundante derramada sobre este año nos impulse a seguir caminando y creciendo en la ayuda mutua y desinteresada de hacer cada vez más real esa experiencia del Dios de Amor y Misericordia que nos refleja Jesús para ser así misericordiosos como el Padre.