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Durante el tiempo de cuaresma nos hemos preparado para la vivencia de la Pascua, ha sido un recorrido en el que el Señor ha transformado nuestro corazón. También han sido semanas de preparación para las Misiones de Semana Santa. Numerosos grupos parroquiales integrados desde adolescentes, jóvenes, matrimonios y familias, movidos por el amor a Dios y el deseo de llevar el mensaje del Evangelio, han planeado con gran esfuerzo las actividades para estos días, se han ayudado de actividades económicas para reunir los recursos necesarios para la misión. Sin embargo es importante que no pierdas de vista el verdadero sentido de tu apostolado durante la próxima semana.
Sabemos que será una semana intensa de trabajo y nos desviviremos para que todo salga conforme a lo planeado, no queremos que ningún detalle se nos pase, pero recuerda que no todo es “hacer por hacer”. Orar es indispensable en la misión. Buscar un momento de intimidad con el Señor entre el ajetreo de la semana es importante. Eso nos ayudará a “no perder el piso” del motivo principal: Cristo. Recuerda que también Jesús, en medio de su ministerio también buscaba esos momentos de oración corazón a corazón con su Padre.
También es necesario que recuerdes que por más que lleves preparado tu manual de misión, Dios siempre nos sorprende. Darás muchas pláticas a niños y adultos, dirigirás muchas dinámicas de reflexión: hablarás de Dios, sin embargo, recuerda que la comunidad también tiene mucho que decirte, Dios habla al misionero por medio de las personas con las cuales compartes tu fe. Ahí es donde escuchamos el clamor de pueblo y la inmensa necesidad de Dios. No olvides al final de la jornada preguntarle al Señor “Señor, ¿Dónde pude verte hoy? y Señor, ¿qué quieres de mí?”.
Dios llama por medio de la comunidad y estoy completamente seguro que Él, durante estos días, moverá muchos corazones a buscar su vocación. No se te haga extraño que después de esta Semana Santa, Dios ponga en tu corazón el deseo de consagrarte a Él, ¡No tengas miedo ante la voz de Jesús, lánzate y ponte en sus manos! Dios nunca defrauda y tiene un sueño para tu felicidad.
¡Feliz Pascua!
Seminarista: Edgar Fabian Cruz Del Angel.