Convivir con seminaristas en Misiones fue algo que me enriqueció, aprendí cosas que desconocía sobre las vocaciones y la vida misionera. Al escuchar hablar de las distintas vocaciones que existen pasaban muchas cosas por mi mente, como el imaginar que uno está disponible al llamado de Dios sin importar la condición social, la manera de pensar, la manera de ser, pues para Dios todos somos iguales. Lo que más me gusto fueron de los temas, que me permitieron conocer más a fondo cada vocación y la vida cotidiana en cada una de ellas.

Como grupo nos dejó una importante tarea, acercar a más jóvenes a que conozcan a Dios y a descubrir su verdadera vocación.

Por medio de un grupo parroquial, un apostolado o el simple hecho que ellos sientan el llamado por sí mismos. Y ya que me estoy refiriendo a la tarea como grupo, describo brevemente a nuestro grupo juvenil Misioneros del Rosario que, como su nombre lo dice “misioneros”, tiene como característica principal ser misioneros de Dios, pero no para identificarnos como parroquia o como grupo sino verdaderos misioneros que salen a predicar; a enseñar la buena nueva a las personas que están alejadas de Dios y de la Iglesia, pero sobre todo aprender de ellas. Pero nuestra tarea como misioneros no termina en eso, sino que es una tarea permanente, estar de misiones a lo largo de nuestra vida. Y así, trabajar constantemente para sumar más misioneros y más vocaciones.

Como persona, la misión me dejó una enseñanza que me permite hablar a los demás acerca del llamado de Dios de no tener miedo a decir “Sí” a esa invitación de Dios, pues la vocación es un gran regalo, un privilegio de ser siervo del Señor.

A los jóvenes de las parroquias a las cuales asistirán los seminaristas este verano, quiero decirles: ¡anímense! Son actividades muy recomendables. Ojalá toda la comunidad pueda sumarse a estas misiones para que cada uno seamos testigos y consciente de que somos llamados como hijos de Dios, primeramente, a la vida y después a descubrir y buscar la santidad en una vocación especifica.

Con mucho orgullo he escrito estos párrafos y agradecido con Dios porque nuestra comunidad cuenta con tres jóvenes que le han sabido responder al Señor, felicito ampliamente su valor, su disposición, su entrega. Amigos seminaristas que también se encuentran en ese mismo proceso de preparación, mi admiración y mi respeto.

Por último, los invito a seguir orando por las vocaciones e invitar a más jóvenes a salir al encuentro con Dios, pero sobre todo perder el miedo y decirle “Sí, Señor”.

Por: Oscar Uriel Sauceda Fresnillo/Coordinador del Grupo Juvenil Misioneros del Rosario/Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción (Marín, N.L.)