Entre al seminario a los 47 años, yo estaba trabajando, estudié una carrera, tenía un trabajo profesional bueno que me gustaba, había perseverado por crecer, me pagaban muy bien, sin embargo en una hora santa sentí algo muy grande que me decía: VEN. El vicario de la parroquia me invitó a un retiro en el Seminario Menor y en el Centro Vocacional me entrevistaron y así fue como inicié mi caminar con Cristo, fue una experiencia muy bonita vivir el proceso vocacional.

Sentí mucha alegría al sentir el llamado, era sorprendente el hecho que me hubiera llamado a esta edad, claro que había incertidumbre al dejar todo lo que había hecho hasta el momento. Pero un día la salir del Centro Vocacional algo en mi corazón me decía: “Yo te amo, te amo mucho, ven y sígueme”. Me fui directo al trabajo y renuncié para seguir a Jesús, me decían que estaba loco. Me sentía muy lleno, muy feliz. “Si Tú me estás hablando, yo voy a seguir contigo en este caminar”. Yo sabía que Él me estaba llamando, yo sé que Él siempre me ha estado cuidando y protegiéndome.

Cuando fue avanzando el proceso, le compartí a mi familia el deseo de entrar en el seminario. Mi madre me dijo: “si tu eres feliz con Él nosotros estamos contigo”, y hasta ahora aún con sus limitaciones siguen de pie conmigo; es muy padre ver que ella se sienta fuerte también en este acompañamiento vocacional, por que para ella también es un proceso el discernir como Cristo se ha manifestado en el seno familiar.

Los momentos más agradables de mi vida en el seminario son muchos, antes me sentía muy pleno con mi trabajo, ganar bien… con los premios, con todos mis logros y de repente dejarlo todo… fue algo muy hermoso: Dios renovó mi vida. Me doy cuenta que Dios todo el día esta buscando trabajadores, el amor de Dios es enorme, el llamado es para todos.

Ser sacerdote es desgastar la vida por el pueblo de Dios, por los pobres, por los desamparados, por los que más lo necesitan, es ser Cristo, un Cristo que se acerca con el pueblo y entrega amor. Vivimos en una burbuja, allá afuera es una gran burbuja con problemas y muchas necesidades: Tenemos que salir al mundo. Me impacta mucho el sufrimiento de la gente, al servir en las pastorales he vivido de cerca el dolor de los padres cuando ven a sus hijos en el tutelar, de la esposa que tiene a su esposo en el penal, el de la madre sordomuda al tratar sacar adelante a su pequeños, ahí me doy cuenta de la necesidad que hay en este mundo de todos… quiero entregar mi vida para ayudar a todos, acompañarlos, escucharlos.

Consejo vocacional:
Guardo muy presente las palabras de San Juan Pablo II para los jóvenes, hombre y mujeres: No se queden en la orilla, si sientes el llamado, métanse al fondo. Anímense, es una experiencia bien bonita estar con tus hermanos que te necesitan. No se queden afuera como si nada pasara. La gente tiene mucha necesidad de sacerdotes, de religiosos, de laicos, de consagrados, de gente que quiera servir y ayudar. No se vale quedarnos sin hacer nada cuando vemos todas las cosas que están sucediendo. Cristo está llamando, hay que hacer un espacio en nuestras vidas, darle un tiempo para platicar con Él y poder discernir que es lo que quiere de nosotros. Dejen a un lado todo lo que les abruma, y pregunten bien: ¿Qué es lo que quieres de mí? Por que Él llama muy fuerte, sólo hay que saber escucharlo.

¿Te gustaría saber si Dios te llama a ser sacerdote?
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