02 Ago 2017

Entré al seminario a los 17 años, estudiaba Ingeniería Mecánica Eléctrica en la UANL, practicaba ciclismo incluso estuve en las fuerzas básicas de Monterrey, tenía una vida ordinaria y tranquila, soy el menor de tres hijos.

Cuando estaba en la parroquia, el vicario Miguel Pasillas me dijo: “Tú vas a ser sacerdote”, no estaba en mi pensamiento, no estaba en mis planes, ni en mi vida, sin embargo este fue un llamado de Dios muy interesante al hacerlo por medio del sacerdote. En aquel entonces mi proceso vocacional fue de dos retiros.

El fin de semana que asistí al retiro sacerdotal, al ver la vida Juan Pablo II me llamó mucho la atención como Dios puede transformar los proyectos personales en proyecto de Dios. En ese entonces entró la espinita en mi corazón y sentí que debía intentar a responder al llamado de la vocación sacerdotal, lo hice con gusto y también con miedo, fue en ese fin de semana donde Dios me llamó. A las dos semanas fue el retiro de la opción y es cuando pongo por escrito mi intención de entrar al seminario para ser sacerdote.

Siempre he dicho que vengo de una familia cristiana gracias a Dios. Como tuve muy poco tiempo de proceso vocacional en realidad no les había dicho nada, sólo sabían que iba a un retiro, así que cuando les digo a mis papás mi decisión de ingresar al seminario se sorprendieron mucho, pero a la vez se alegraron y sus palabras fueron de confianza y apoyo: “Te vamos a apoyar en toda decisión que tomes”. En realidad se pusieron muy contentos.

Llegar a ser sacerdote es responder al llamado que Dios me hace en mi indignidad, en mi limitación, en mi propio pecado… es un gran reto y es una gran alegría al ser un proyecto de Dios para nosotros en el cual uno intenta ser dócil, implica poner tu alma, tu corazón, tu vida y tu persona en la manos de Dios.

Consejo vocacional:
Vale la pena vivir la aventura de la vocación, es una gran alegría, una gran aventura la que vivimos cuando sentimos el llamado de Dios y nos arriesgamos a responderle, es algo que es indescriptible, inimaginable. Siempre Dios va a sorprendernos, déjate sorprender por Dios, por sus proyectos, por su llamada, por su presencia y anímate a vivir la vocación a la cual Dios te llama. Si sientes que te llama a ser sacerdote: Ánimo, adelante, fuerza y alegría.

¿Te gustaría saber si Dios te llama a ser sacerdote?
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