30 Mar 2018

En el año 2010 tuve la oportunidad de vivir una experiencia que cambiaría mi vida para siempre. Estaba cursando la preparatoria y un amigo me invitaba a asistir a una Iglesia Bautista. Mi mamá se sentía preocupada de que yo me cambiara de religión, aunque siendo franco, yo no vivía ninguna religión. Así que, para tranquilizar a mi mamá, asistí a unas platicas cuaresmales para jóvenes en mi parroquia: San Judas Tadeo Apóstol. Cuando concluyeron las pláticas hicieron la invitación para participar en el Vía Crucis, así que me animé y fui.

El día que repartieron los papeles para el Vía Crucis, yo iba seguro de pedir un papel que tuviera mucho diálogo, quería lucirme en el escenario. Leímos el guión y noté que los sumos sacerdotes hablaban mucho y pedí que me dieran a uno de ellos, me dieron el papel de Caifás, el sumo sacerdote.

Cuando llega el Viernes Santo todos estábamos listos. Empezamos las escenas y por fin tenía a Jesús frente a mí. Dije mis diálogos como si fueran palabras mías. Mi odio y rencor los había enfocado hacia Él y cada insulto que yo le decía, salía de mi corazón, cada caída que Él sufría, yo la disfrutaba y lo insultaba gritándole; pero Él se volvía a levantar. Y en mi interior pensaba, ¿por qué nunca se defendió? No entendía por qué perdonaba a un ladrón siendo un verdadero criminal, no entendía por qué María no hacía nada, no entendía nada; hasta que Jesús dijo: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Entonces comprendí que Él se encuentra con el que sufre, con el que está solo, con el que no entiende el por qué suceden las cosas, como yo.

Ahora que he aprendido más a vivir la fe, mi vida tiene un sentido que antes no tenía. Hoy sé que la vida no se trata de seguir los panoramas que presenta la sociedad; sino que lo verdaderamente importante, es encontrarte con Aquel que te ama de verdad y que aunque no somos capaces de entenderlo, sabemos que Él se encarga de eso. Yo no era feliz hasta que conocí a Jesús, hasta mi encuentro con Él. Por cierto, el papel les gustó mucho a mis compañeros de la parroquia; hice el papel 3 años seguidos, y se me quedo de apodo Caifás.

Seminarista Pedro F. Ramírez
Tercero de Filosofía