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HELLO! 1
La reciente exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, «Sobre el amor en la familia», no es ajena a la cuestión social. La familia es aquella institución doméstica formada a partir la unión de un hombre con una mujer, acorde a la ley natural. El Papa Francisco destaca que los padres de familia deben educar en la libertad (n.265), pues el exceso de la misma es el epicentro de la podredumbre social.
La juventud prefiere postergar la decisión definitiva: se percibe una especie de desinterés institucional por la familia. Aunado a esto, no pocos piensan que la Iglesia ha priorizado la catequización sistemática, encima de la educación de conciencia. Bastante se habla de la actividad en parroquias, escuelas, apostolados, etc., pero muchos aprendimos a obedecer preceptos, no a discernir, a responder libremente ante la vida.
Constantemente predominan los intereses personales sobre los de una posible pareja e hijos. Como alternativa a tal crisis, el Santo Padre exhorta al Estado a crear las condiciones para garantizar el futuro de la juventud y ayudarles a concretizar su proyecto de formar una familia. Asimismo, menciona que en el Evangelio, cuando la multitud se pregunta « ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros» (Mc 6, 2-3), vemos una familia encarnada en la cotidianeidad, reconocida por sus coterráneos y no encerrada en una «burbuja» (n.181).
Sobre la cuestión de la comunión sacramental en los divorciados vueltos a casar, el Papa es claro y no realiza grandes cambios: «su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales […] Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir como miembros vivos de la Iglesia» (n.299); o como dijo en Chiapas, «comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado, el preso». En otras palabras, nos sumergimos en la presencia de Dios cuando ayudamos al más desprotegido.
El Papa propone un ambiente familiar donde abunden signos como la ternura y la escucha, un lugar en el que cada quien descubra que el otro no es suyo, porque tiene un dueño mucho más importante, su único Señor, sólo así reconoceremos a Cristo en el otro (nn.314-324). Exhorta a todos los cristianos a acatar su conciencia, evitando las ideologías en contra de la Iglesia y del hombre, para que la familia siga siendo sal de la Tierra, porque «nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad» (n.52). Esa es la invitación de Francisco: el regreso a lo fundamental.
José Noé Cárdenas Zamarripa
Seminarista del segundo año de Teología
Artículo publicado con autorización del IMDOSOC
http://www.imdosoc.org/web/amoris-laetitia-del-papa-francisco-una-lectura-desde-la-dsi/