25 Abr 2016

HELLO! 1

Por: Ángel Josué Loredo García, seminarista.

Corría el mes de Agosto del año 2015. Comenzaba, en aquellos días, a cursar mi noveno año de formación, propiamente iniciaban para mí, los estudios del tercer año escolar en el Instituto de Teología y me encontraba con una gran expectativa al retomar mi formación académica en el Seminario. Indudablemente, una de las noticias que los seminaristas esperamos con más ansias a inicio de año, es la de poder conocer cuál será nuestra nueva experiencia de apostolado.

Recuerdo claramente, que en primer momento, vi en la lista de apostolados, los nombres de dos hermanos seminaristas y el mío, el destino eran dos capillas: Espíritu Santo y San Judas Tadeo, ambas ubicadas en Juárez, Nuevo León. Junto a las capillas, también decía en la lista como lugar de apostolado el Centro Multimedia Aletheia del Seminario, esta noticia, tengo que decirlo, me impacto demasiado, ya que Aletheia es un estudio donde se trabaja mucho con computadoras, cámaras de video, entre otras tareas, y la verdad, en las cuestiones tecnológicas no soy nada bueno.

Así mismo, aparecía como encargado del proyecto el padre Martín Galicia, director espiritual del Seminario en el Instituto de Filosofía. Lo más pronto posible, me acerque al padre Martín para aclarar qué es lo que me esperaba, me aclaró, gracias a Dios, que la encomienda era solamente en las capillas, junto a esto, me encuentro ahora con la sorpresa de que el proyecto es comenzar a forjar una comunidad parroquial con los fieles de estas  capillas. ¿Por qué una sorpresa? Lo ordinario, al menos en la experiencia apostólica que he vivido, había sido, estar en parroquias ya establecidas pastoralmente o propiamente en la pastoral Vocacional. Entonces, el reto presentado fue muy interesante desde aquél momento.

Hoy en día, puedo afirmar, que el tiempo que Dios me ha permitido vivir en estas dos bellas comunidades, verdaderamente ha sido enriquecedor. Y es que, contemplar la fe sencilla y fervorosa de las personas que forman estas comunidades, ha sido para mí proceso vocacional un fortalecimiento del mismo. De igual modo, el encuentro con la parte del pueblo de Dios que vive en estos lugares donde hemos compartido juntos la fe, ha sido una realidad que me ayuda a renovar la respuesta vocacional que busco dar a la invitación que Dios me hace a seguirle.

En mi persona, sin duda alguna, el sentimiento que más ha aflorado, es el de la gratuidad, ante tantas muestras de aprecio y cariño por parte de la comunidad. Es una alegría inmensa, el poder ver la confianza de tantas personas, cuando comparten desde lo más profundo de su corazón, las vivencias de su vida con un servidor. Esto es, un tesoro incalculable que va forjando en mi persona un corazón de futuro pastor del rebaño de Dios. Agradezco a nuestro buen Dios por la oportunidad que me da de poder servirlo a Él en su pueblo.