11 Ago 2023

HELLO! 1

¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio!

Basta con ver la desintegración familiar que repercute a su vez en la descomposición social para darme cuenta que hay mucho trabajo por hacer, para tratar de infundir en los cristianos los valores del reino, que llevan a la unidad, amor y comprensión que tanto se ocupa en nuestras familias y esferas sociales. 

“Hay de mí sino predicara el Evangelio”, citando a San Pablo; creo que el Señor nos llama a ser proclamadores de la verdad evangélica que da vida al hombre y que es luz en medio de un mundo que se pregunta ¿qué es la verdad? 

Confío que la vida de gracia, la oración, el Espíritu Santo y María nuestra Madre siempre me impulsarán para anunciar la Palabra que hemos recibido del Señor Jesús. Así como la asidua meditación de la Palabra, la vida sacramentaria y desde luego la compasión por el dolor humano que hizo decir al Señor: andaban como ovejas sin pastor.

Diác. Emigdio de Jesús Ochoa Ambriz 

Me doy cuenta de que la Iglesia hoy más que nunca, tiene una necesidad de ser primero que nada escuchada, en cada una de sus necesidades, inquietudes y sufrimientos y luego atendida por medio del acompañamiento tal y como lo hace Jesús el Buen Pastor. 

Basta ver las inquietudes que tienen muchos de los jóvenes, las familias cristianas, los presos, los enfermos y cada persona con la que nos hemos encontrado en nuestros apostolados.

Creo que algo esencial de la predicación y la comunicación del Evangelio, aparte de ser figura del Buen Pastor, es comunicar la intención de Jesús en revelarnos al Padre. Creo que la Iglesia hoy necesita creer en ello, en el verdadero rostro del Padre que nos revela Jesús, el cuál su nombre es «misericordia».

Diác. Alexis de Jesús Hernández Fuentes 

En mi último año de formación y mi año de diaconado descubrí la necesidad que la gente (iglesia) tiene no solo de ser escuchada si no también  consolada, en este último año mi trabajo de tesina trató sobre el acompañamiento espiritual a las personas en duelo, al poner en práctica la teoría descubrí esa gran necesidad que tienen las personas de ser escuchadas  consoladas y acompañadas, en las situaciones de dolor en las que pudieran sentirse abandonas es necesario hacerles saber que Dios permanece a su lado.

Creo que el mayor compromiso para comunicar el evangelio en la actualidad es hacerlo siempre desde la verdad y la caridad no podemos cegarnos ni hacer oídos sordos ante las dificultades, es necesario que como Iglesia caminemos contracorriente 

Me inspira mucho el himno de la liturgia de las horas que dice:

“Señor, tú me llamaste

para curar los corazones heridos,

para gritar, en medio de las plazas,

que el Amor está vivo,

para sacar del sueño a los que duermen

y liberar al cautivo.”

Creo que esa es la tarea y el principal compromiso de todo sacerdote.

Diác. Francisco Gerardo González Rivera 

Durante mi año de diaconado tuve la experiencia de compartir mi ministerio en la Parroquia Santa Clara de Asís, en Juárez, Nuevo León, donde pude palpar la importancia de un pastor en medio del pueblo. 

Llegaban a la oficina muchas personas a dialogar y muchas de esas veces, uno se quedaba callado y al final te agradecían por el tiempo que los escuchaste. Tenemos un pueblo muy herido y que en nosotros sus pastores no ven a la persona como tal, si no ven a Cristo quien es que los escucha y aconseja.

Dice Gaudim et Spes en el número 4: “Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza.”

Por lo que mi compromiso como sacerdote, es escuchar y no juzgar. Comprender la situación por la cual están pasando, sin importar quién sea y a ellos comunicar el Evangelio como Cristo lo hizo, con sencillez y mucho amor.

Diác. Juan José Barbosa Reyna

Descubro una iglesia necesitada de ser escuchada, al final de Misa o de la Celebración de la Palabra. Es muy común que buscan una bendición especial, porque van a salir de viaje o porque están atravesando alguna situación difícil en la familia. Buscan con regularidad compartir su sentir con alguien que les de paz.

Por eso, mi compromiso para llevar el evangelio, es hablar de Jesús como alguien cercano; vivir con la alegría que nos invita el Señor a vivir en la relación con Él. Estar presente para quien necesite escuchar y hablar de Dios. Actuar y vivir como cristiano. Soportar el rechazo con esperanza.

Diác. Feliciano Ramírez Carrizales 

La historia nos dice que siempre ha habido sufrimiento; sin embargo hoy se puede constatar que hay más sufrimientos,  que existen más heridas en las personas.   


Desgraciadamente cuando una persona no sana una herida, suele trasmitir esa misma herida a los demás. En nuestra sociedad mexicana hay un gran índice de violencia intrafamiliar, abandono familiar, drogadicción, alcoholismo, secuestros, robos a mano armada. Todas las víctimas, y especialmente los victimarios, necesitan ser escuchados y acompañados. Y cuando uno lo hace, la persona va sanando gradualmente su corazón, y si agregamos el elemento espiritual, Dios acelera ese proceso de sanación. 

Como sacerdote, me comprometo a investigar y enseñar la sana doctrina, la doctrina de la Iglesia. Sin embargo, sabiendo que las palabras no siempre convencen, sino que es el testimonio lo que arrastra; me esforzaré, con la ayuda de la gracia divina, a ser testimonio para ser “sal y luz” en donde Dios quiera que yo sirva. 

Diác. Miguel Alejandro Ortiz Balandrán 

27 May 2015

HELLO! 1

La experiencia vocacional en la familia de un seminarista

La Familia, elemento importante de la vocación.

San Juan Pablo II decía que, La familia está llamada a ser, por su estructura fundamental, “figura educadora vocacional”, ya que en ella surgen los primeros brotes de toda vocación, y en ella puede encontrar las condiciones adecuadas para su desarrollo. En lo personal a mí me parece que está frase del ahora santo, tiene mucho de verdadero, pues a lo largo de estos años en mi formación en el seminario, he descubierto que el nacimiento de mi inquietud vocacional, aún sin ellos percatarse mucho, surgió en la familia, pues por ejemplo mi mamá fue quien nos enseño que era importante ir a Misa, se preocupaba porque tuviéramos los sacramentos, tal vez después perdió un tanto su cercanía a la iglesia, pero nunca ha  dejado de ser esa mujer bondadosa, que nos ha dado a mis hermanos y a mí un gran testimonio de vida.

Es por eso que durante esta etapa de la formación en el Seminario, he tratado de compartir con ellos mucho de los acontecimientos que he vivido en la formación. También reconocer, que al igual que una parte de mis hermanos seminaristas y Diáconos, para algunos integrantes de mi familia no fue fácil aceptar la decisión que yo había tomado de seguir a Cristo en este camino, sin embargo de todos modos me apoyaron. Han sido muchos momentos importantes los que hemos podido compartir como familia, por ejemplo las convivencias mensuales, el DEPS (Dinámicas de Encuentros para Papás y Seminaristas) al cual tuve la oportunidad de acudir con mi mamá, debido a que mi Papá ya había fallecido antes de que yo entrara en el Seminario.

La verdad que este encuentro fue una gran oportunidad para compartir con mi Mamá el hecho de cómo me sentía llamado por Dios, y como el apoyo de mi familia para mí era muy importante, y a la vez yo pude escuchar cómo se sentía ella, y esto favoreció mucho la forma en que ella fue tomando estos años del Seminario.

Con el tiempo, cuando llegó el momento de la ordenación diaconal, ya la actitud de mi familia era muy distinta a la del principio, y a mí me dio mucho gusto el ver la alegría con la que también ellos recibían la noticia de la ordenación, y la alegría con la que juntos preparamos todos los detalles de tan importante momento. Ahora ya con el apostolado de fin de semana, no siempre hay oportunidad de ir los domingos a la casa, es por eso que ha sido para mí muy importante aprender a valorar los momentos que paso con ellos, tratar de que sean de calidad, y poder seguir compartiendo con ellos todo lo que voy viviendo en el seminario, y a la vez estar al pendiente y escuchar que ellos me compartan lo que van ellos van viviendo en sus trabajos y en la casa. Por último, me gustaría terminar diciendo que un elemento que para nosotros como familia ha sido muy importante, es mantenernos en oración unos por otros, yo oro por ellos, y ellos oran por mí, esto verdaderamente nos ha fortalecido como Familia.

 

Diác. Héctor Manuel Robledo Roque.