- BY Seminario de Monterrey
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HELLO! 1
Por ellos me consagro…
Hace tiempo que ingresé al Seminario de Monterrey, para mi familia esto ha sido una bendición inmerecida para todos. Nos consideramos creyentes y fieles seguidores del Señor Jesús. Somos una familia muy ordinaria que lucha todos los días por salir adelante y cubrir las necesidades básicas del hogar.
Cuando Daniel Alejandro decidió entrar al Seminario comenzó para nosotros un proceso distinto de vivir la fe. Al principio nuestro padre no aceptó muy gustoso la noticia, quizá y fue el primero en iniciar una nueva forma de relacionarse con Dios, puesto que Él era el único que podía tocar su corazón. Le preguntamos a nuestro hermano si en verdad era lo que él deseaba hacer con la vida que le había sido regalada por Dios. Nos convenció su entusiasmo y alegría con la que llegaba a casa los domingos y nos compartía lo que había hecho en la semana.
Nuestro hermano mayor había vivido un proceso de divorcio civil de su matrimonio y en ese tiempo le brindamos nuestro apoyo y constantemente lo invitábamos a misa para fortalecer su corazón. Tiempo después contrajo matrimonio por la Iglesia católica. Nuestra hermana menor era un adolescente que participaba regularmente en grupos, aunque después de vivir un encuentro con Jesús a sus 18 años notamos en ella una forma distinta de ver la vida.
Cada uno de los miembros de nuestra familia nos ha aportado algo al camino de la fe, sin embargo, nuestra madre que conoció por medio de nuestro hermano seminarista a la Venerable Sierva de Dios, Concepción Cabrera de Armida y la espiritualidad de la Cruz nos ha enseñado a abrazar las cruces de cada día con amor y esperanza. Desde antes que Daniel decidiera seguir a Jesús, ella siempre nos inculcó el amor a la Iglesia y a sus ministros. A respetar y amar a los sacerdotes, rezar por ellos, algo que tanto repetía Conchita Cabrera: “Por ellos me consagro”. Hemos tenido muy de cerca como grandes amigos algunos sacerdotes con los que compartimos los alimentos, algunos nos han dado algún sacramento. Esto ha servido mucho en el crecimiento espiritual de la familia. Nuestros abuelos paternos y maternos nos han inculcado mucho la devoción y cariño a la Santísima Virgen de Guadalupe y al Sagrado Corazón de Jesús, por eso rezamos continuamente el santo rosario y cada mes de diciembre mi abuelo organiza una peregrinación a la Basílica de Guadalupe en Monterrey. Valoramos mucho la peregrinación del Seminario a la cual asistimos cada año y seguimos creciendo esta especial devoción a la Madre de Dios.
Damos gracias a Dios por habernos mirado con amor y misericordia para llamar a un miembro de nuestra familia a la vocación sacerdotal. Oramos por él y por todos sus hermanos seminaristas para que sigan fieles al llamado del Señor, no olvidemos lo importante que es promover las vocaciones en las familias.
Familia Frías Calderón