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HELLO! 1
Por: Luis Alfonso Irene Brion, seminarista. (1º de Filosofía)
Después de un tiempo de descanso y de convivencia con la familia, celebrando el misterio de la Navidad, terminamos las vacaciones de diciembre y regresamos al Seminario. Nos incorporamos de nuevo a nuestras actividades, para seguir en el camino de formación para el sacerdocio.
Necesitamos volver constantemente nuestra mirada a Aquel que nos amó primero, por eso como primera actividad tenemos una herramienta que nos ayuda a entrar en nosotros mismos para encontrar a Dios en el sagrario de nuestro corazón: los ejercicios espirituales.
En el Instituto de Filosofía se llevaron a cabo del 4 al 8 de enero y fueron impartidos por el Padre Enrique Arias, de la Orden Franciscana de los Hermanos Menores, apoyado por todo un equipo de laicos del movimiento de Alvernia. El tema de los ejercicios fue la misericordia de Dios.
Nos hablaron de Dios que es Padre de misericordia y de todo consuelo. Nos dijeron que, a veces, hay cosas que evitan que experimentemos el amor de Dios al máximo: una imagen deformada de Dios, una imagen familiar dañada y la vida de pecado. También vimos que la encarnación de Jesucristo es la manifestación del amor de Dios Padre, y nos invitaron a meditar en el misterio de la cruz, identificar cuál era la nuestra y ofrecérsela a Dios.
Por otra parte, tuvimos la gracia de hacer una confesión general con varios sacerdotes franciscanos invitados, mientras adorábamos a Jesús en la Eucaristía. Hicimos, además, una actividad en la cual nos teníamos que lavar los pies unos a otros, yendo con aquellos con los que tuviéramos alguna rencilla, para perdonar, o para demostrarle afecto a alguno de los hermanos.
Tuvimos, entre las actividades menos formales y espirituales, la oportunidad de ver dos películas: Los miserables y Hotel Rwanda. Esto con el fin de analizar la vivencia de los personajes y ver cómo vivían la misericordia.
En general, puedo decir que fue una experiencia muy buena, una gran oportunidad para avivar nuestra relación con Dios y así poder empezar, llenos de alegría por sabernos amados por el Señor, nuestras demás actividades en el Seminario, teniendo bien presente que, como dice san Pablo: “Dios es rico en misericordia” (Cf. Ef 2,4).