22 Nov 2023

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Cuando se hace referencia a los inicios del cristianismo, en no pocas ocasiones se menciona el fenómeno de las persecuciones como una nota característica que acompañó a diversas comunidades cristianas primitivas. Sin embargo, se sabe por las fuentes históricas que las persecuciones no fueron generalizadas en todas las regiones del Imperio, ni tampoco se llevaron a cabo continuamente a lo largo de los primeros siglos.

¿Cuáles son las fuentes con las que contamos?

Las persecuciones a los cristianos del período antiguo se conocen por la existencia de varias fuentes, por ejemplo: existen narraciones de historiadores no cristianos como Tácito o Plinio que revelan la hostilidad bajo la cual vivían los cristianos que habitaban en Roma; también existen informes judiciales (actas y pasiones de los mártires) que contienen datos valiosos de los procesos que condujeron a algunos cristianos al martirio. Por otra parte, también se cuenta con relatos de testigos oculares como en el caso de los mártires de Lyon (177 d.C.) que narran lo que sucedió en el momento del martirio; y sobre todo, a partir del año 313, después del edicto que permitió el ejercicio libre del cristianismo en el Imperio Romano, nacieron múltiples narraciones que buscaban enaltecer la figura de los mártires de los primeros siglos, entre ellas tenemos la obra de Eusebio de Cesarea; el cual, en su “Historia Eclesiástica”, comenta cronológicamente las principales persecuciones que padecieron algunas de las comunidades cristianas de los primeros siglos.

¿Por qué perseguían a los cristianos?

Podemos agrupar las causas, que fueron múltiples, en dos grandes grupos; primero, las causas que tenían que ver con la fidelidad de los cristianos que rechazaban de manera radical cualquier otro tipo de culto, por lo cual iban en contra de la cultura religiosa romana que más bien aceptaba múltiples prácticas religiosas y que obligaba rendir culto a los dioses del Estado. Y segundo, las causas que tenían que ver con la resistencia de los cristianos a cumplir con algunas obligaciones civiles como la de venerar al César, o la de realizar el servicio militar, por implicar éste el uso de la violencia y la aceptación de aniquilar vidas si así se lo ordenaran.

¿Cuáles fueron las principales persecuciones?

La persecución de Nerón (64 d.C.), fue consecuencia del incendio de Roma, en ella, Nerón culpó a los cristianos de la Iglesia de Roma y los hizo sufrir castigos hasta llevar a algunos al martirio. San Pedro y San Pablo fueron víctimas del martirio en esta persecución.

Después de algunas persecuciones circunscritas, siguieron dos de las más grandes: la persecución del emperador Decio (249-251 d.C.), en la que muchos cristianos se mantuvieron firmes a su fe rechazando la obligación de sacrificar a los dioses del Imperio.  Y la persecución del emperador Valeriano (257-260 d.C.) quien tomó medidas adversas contra el clero cristiano, prohibió el culto a Cristo y las reuniones religiosas en los cementerios. En el 258 d.C. martirizó a quienes se habían rehusado a sacrificar a los dioses del Imperio.

Después, Valeriano, quien se encontraba en guerra contra los persas, fue capturado y murió. Su sucesor, el emperador Galieno emitió un edicto de tolerancia hacia los cristianos (261 d.C.) que permitió vivir un período de cuarenta años de paz, en el cual la Iglesia creció y se fortaleció.

Finalmente llegó la última persecución de la antigüedad, una de las más grandes y generalizadas, la del emperador Diocleciano (303-311 d.C.). A partir de febrero del 303 d.C. se sucedieron una serie de edictos restrictivos para quienes se declararan cristianos, en ellos se ordenaba la destrucción de libros sagrados, deshabilitación de lugares de culto, obligatoriedad de sacrificar a los dioses y hasta la condena a muerte. Dicha persecución, aunque tuvo sus particularidades regionales tanto en intensidad como en duración, se extendió por todo el imperio y vio su fin hasta que Constantino firmó un acuerdo con Licinio en Milán (313 d.C.) en el que se les concedió libertad religiosa a los cristianos.

El año 313 d.C. significó para el cristianismo el comienzo de la era de la Iglesia constantiniana, la cual se caracterizó por una relación vinculante entre el Imperio y la Iglesia.

A partir de esta época y en adelante, el recuerdo de quienes sufrieron con valentía las persecuciones anteriores forma parte de la herencia espiritual que poseemos los fieles cristianos.

Pbro. Dr. Jesús Treviño Guajardo

Coordinador de la espiritualidad del Seminario de Monterrey

23 Oct 2015

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Los restos de San Teófimo llegaron al seminario en 1924. Cabe señalar que eran tiempos de la persecución cristiana en México, donde el gobierno de Calles perseguía a los fieles católicos. Llegó cuando en ese entonces el Excmo. Sr. José Juan de Jesús Herrera y Piña era obispo de nuestra diócesis, el padre Rafael Plancarte Ygartúa, párroco de la Basílica de la Purísima Concepción, los consiguió para el Seminario. Dichos restos los conservaban las religiosas llamadas Turquinas en Roma.

Llegó en un momento importante para la vida de los seminaristas, puesto que las reliquias eran de un mártir de las primeras eras cristianas, quien no renegó de su fe cristiana y murió por causa de ella; este ejemplo llegaba en un momento importante para los seminaristas que vivían tiempos muy difíciles, sobre todo para expresar la fe. Los cristianos eran perseguidos y más el clero y los seminaristas. San Teófimo llegó para dar ánimo a los seminaristas y ver en él un ejemplo de vida entregada y sellada en Cristo con su sangre. Desde entonces San Teófimo es el Patrono principal del Seminario, llegando a tener el nombre del seminario “Seminario de Monterrey de San Teófimo”. Cabe señalar que también se tiene compartiendo ese patrocinio con San José.

Se dice que las reliquias de San Teófimo estuvieron escondidas en algunas casas, después llegaron a las instalaciones del seminario cuando este se encontraba en anexo al Templo San Luis Gonzaga, en el año de 1935 y en el año de 1959 llegaría a las instalaciones del seminario ubicado en el municipio de San Pedro; San Teófimo, junto con todo el Seminario Mayor, en el año de 1995 cambiaron de casa, es decir dejaron las instalaciones de San Pedro para estrenar instalaciones pero en esta ocasión en la ciudad de Juárez, Nuevo León, donde actualmente se encuentran sus restos para su veneración, debajo del altar de la capilla del edificio de rectoría, y como cada año se sigue celebrando a tan impulsor mártir e intercesor de los seminaristas. Es el 5 de noviembre cuando se conmemora la fiesta de San Teófimo en un ambiente que se involucra a la comunidad formativa, presbiterio, bienhechores y trabajadores del seminario.