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HELLO! 1
Por: José Juan Montalvo, seminarista (T3)
Cómo vivir una Navidad en familia y no morir en el intento.
Navidad; noche mágica en la que tenemos la oportunidad de compartir, de estar en familia y ser generosos, Navidad es símbolo de alegría, de amor y de paz. Es lo que escuchamos en la TV mientras que aparecen imágenes completamente diferentes, nos venden una navidad envuelta con imágenes de un Santa Claus como el personaje principal, árboles navideños, monos de nieve, duendes, renos, etc. Pero lo que realmente imprimen en nuestro subconsciente, es la propaganda, las promociones, el desear y anhelar objetos a veces inalcanzables; más bien de lo único que nos hablan es sobre materialismo y superficialidad. Y terminamos comprando una navidad donde se consume mucho, se toma alcohol en exceso, se genera un gran nivel de estrés al tratar de sorprender a ese ser querido con un estupendo regalo, y tratando de dar gusto a todos al organizar posadas y cenas.
¡Alto! Si para este momento te has sentido identificado con lo que has leído, no te asustes, quiero decirte que no estás obligado comprar una Navidad como esta.
Este año te invito a vivir junto con las personas a tu alrededor una verdadera Navidad, pues siendo un acontecimiento central en nuestra fe es de suma importancia que la vivamos realmente como cristianos, y qué mejor que hacerlo en familia. Te estarás preguntando ¿En qué sentido puedo vivir una verdadera Navidad?, pues bueno, primero déjame te cuento algo que aprendí en la Navidad del 2010 para responderte.
En mi familia (que no es muy diferente a la tuya), tenemos la costumbre de hacer una bonita celebración cada año, pero ese año en particular, nos pareció divertido realizar un intercambio de regalos, eso para mí fue una preocupación ya que no contaba con dinero para ello, a diferencia del resto de la familia que gracias a Dios a mi familia no les faltaba nada y podían darse la oportunidad de pensar en regalos costosos para todos, inclusive a mí me compraron todo lo que puse en mi lista de propuestas de regalos. Pero volviendo a lo importante, por mi mente no dejaba de pasar la interrogante, ¿Qué regalos les iba a obsequiar? Fue ese el momento en que pude descubrir que estábamos perdiendo de vista el sentido de la navidad, por el compromiso de ofrecer a alguien “lo que merecía”, el consumismo me estaba invadiendo totalmente, pero una luz de esperanza me ayudó a mi (y a mi falta de liquidez) a poder pensar claramente cuál sería el regalo perfecto, un regalo que nos ayudaría a que mi familia y yo viviéramos un encuentro profundo con Dios.
Primero que nada, les dije que mi regalo sería una comida en Navidad, pero no podía dar más detalles, claro que todos en mi familia me decía que no me preocupara, que entendían que no podía regalarles algo costoso, pero todo era una sorpresa. Con emoción e intriga, durante la celebración, mi familia estaba con una gran expectativa porque no sabían a donde los iba a llevar, tal vez pensaban que sería un lugar lujoso, ya que en la picardía les dije: “Ustedes me dieron regalos que yo no podía comprar, yo también quiero darles un regalo que no podrán comprar” y terminamos en una pequeña “casa” con paredes de lámina y cartón, que era habitada por una hermosa familia que no necesitaba más que su compañía para ser felices con lo poco que tenían. Ese día se encontraban más felices que de costumbre porque compartiríamos junto con ellos un “pollo loco” (la comida favorita de los niños), también porque llegaron los regalos que le pidieron al niño Dios, y que Santa por “equivocación” había dejado en mi casa, estaban felices porque recibieron a una familia que compartiría con ellos una Navidad diferente, una Navidad con sonrisas sinceras, con miradas iluminadas y corazones emocionados que nos hicieron soltar lágrimas en cada momento. Fue una noche mágica, en la que tuvimos la oportunidad de compartir y de ser generosos, una noche en la que pudimos vivir una Navidad donde Jesús nació en nuestros corazones, una verdadera Navidad sin envolturas.
Al regresar a casa, todos los regalos costosos perdieron su valor, se realizó el intercambio, pero la emoción y las miradas no eran las mismas que teníamos en aquella casa, que en esa Navidad fue nuestro portal de Belén, donde lo importante no fueron los regalos, sino el deseo de dar, y de darnos.
No te estoy proponiendo que hagas exactamente lo mismo que yo hice, la propuesta es más bien que descubras, junto con tu familia, el verdadero sentido de la Navidad, y para ello te doy algunas recomendaciones que te ayudaran en ello: En familia…
- Enciende la corona de Adviento como un dulce tiempo de espera de Jesús.
- Pon el Nacimiento que nos recuerda que Navidad es Jesús.
- Arma el árbol de Navidad con adornos y luces, para recordar que Jesús es la ‘Luz del Mundo’ que vino para salvarnos, y cuya presencia llena de luz nuestra vida.
- Asiste a Misa de Nochebuena, no sólo celebraran a Jesús sino que podrán recibirlo en la Eucaristía.
- Recen ante el Nacimiento y contemplen lo que allí se nos muestra: amor.
- Vivan las tradiciones, las posadas, villancicos y pastorelas son costumbres que nos ayudan a celebrar.
- Compartamos la Navidad En esta fiesta del amor de Dios, nadie debería quedar excluido.
- Hagamos una carta de Navidad tanto padres como hijos, escriban una carta que exprese algo positivo del otro, que muestre el inmenso amor que hay en la familia.
- Organicemos una fiesta de cumpleaños que a todos nos encantan y qué mejor que celebrar el cumpleaños del Niño Jesús. Preparen un pastel y canten las Mañanitas.
- Preparemos una cena de Navidad donde haya un momento para compartir las metas que cada miembro tiene para el siguiente año y terminen con un brindis y oración por ello.
Son muchas las maneras en que podemos celebrar como familia pero lo más importante es que vivamos esta Navidad de tal manera que convierta tu vida en una Buena Nueva para los demás y termines siendo una estrella que guíe a tu familia a encontrarse con su Salvador. Y te aseguro que no habrá un moño lo suficientemente grande para envolver la alegría de esa Navidad.