16 Jun 2016

HELLO! 1

Por. Antonio Peña, seminarista. (F3)

Mons. Rogelio Cabrera López fue nombrado por San Juan Pablo II Obispo de Tacámbaro el 29 de abril de 1996 siendo consagrado Obispo el día 30 de mayo de 1996. Hace un mes festejo el vigésimo aniversario de su Ministerio Episcopal ¡20 años de ser Obispo! … en este servicio a la Iglesia su mayor encargo es regir, enseñar y sobre todo santificar al Pueblo de Dios… él le concedió al equipo de La Alegría del Evangelio una entrevista de la que publicamos una síntesis, pero aquí el contenido completo de la misma, te la compartimos para que conozcas más a nuestro Pastor…

César Cárdenas: ¿Con qué sueña un Obispo?

Mons. Rogelio: A lo largo de mi ministerio episcopal, estoy cumpliendo 20 años de Obispo, siempre he soñado que la diócesis donde estoy sea la más bella del mundo no para comparar con ninguna otra Iglesia, sino por que quisiera siempre que la Iglesia respondiera a lo que Cristo quiere para la Iglesia Universal: que en toda Iglesia Local se anuncie con alegría a Cristo, que en toda la Iglesia se celebren dignamente todos los sacramentos, de modo especial la Eucaristía y también que en la Iglesia se viva la caridad. Ese es mi sueño y siempre he pensado que la diócesis en la que estoy sea la mejor Iglesia del mundo.

César Cárdenas: ¿Cuáles fueron sus preocupaciones cuando fue párroco y cuáles son ahora que es Obispo?

Mons. Rogelio: Yo tuve oportunidad de ser párroco dos veces, en dos iglesias en la ciudad de Querétaro, en la primera en medio de los obreros y la segunda en una zona de clase media alta, mi preocupación siempre fue que los fieles vivieran en comunión con Cristo y con la Iglesia, mi preocupación era llegar a todos, que se pudiera evangelizar a toda la gente, que los católicos realmente sean católicos. Me tocaron situaciones muy distintas en una parte y en otra, pero siempre el elemento común: que la gente ame a Cristo, que la gente se deje enseñar la doctrina de Jesucristo; y como obispo cambia sin duda la perspectiva porque como párroco tu comunidad siempre es una comunidad más pequeña, en cambio como Obispo siempre tienes que pensar en la iglesia local (Diócesis) y también en la Iglesia Universal, porque eres miembro del Colegio Apostólico, que estás con el Papa y bajo la autoridad del Papa, pero también tienes el deber de vivir la comunión con las demás iglesias, en ese tenor, también mi deseo es que la diócesis camine con lo que la Iglesia nos está pidiendo, en este momento con el Papa Francisco, la Iglesia nos está indicando una ruta nueva, el Papa nos ha regalado, de entre los muchos documentos que ha escrito, tres que sobresalen: Evangelii Gaugium, Laudato Sí y Amoris Laetitia. Con eso el Papa nos pone frente a las tres preocupaciones que hoy hay en la Iglesia y en el mundo: la primera, sobre cómo ser verdadero cristiano, la segunda, como cuidar la casa que Dios nos ha regalado y la tercera, sentirnos miembros de la familia humana y también de nuestra familia más pequeña; creo yo que ahí están las preocupaciones de un obispo, quiero caminar con la Iglesia, quiero caminar con el Papa Francisco.

César Cárdenas: ¿Cómo es el día normal de un Obispo?… ¿Cómo se la pasa usted en su día?

Mons. Rogelio: Cada día, para un Obispo, para mí, es siempre distinto. Nunca hago lo mismo ni me encuentro con las mismas personas. Como Obispo tengo que recorrer las parroquias, los pueblos y tengo que encontrarme diariamente con personas muy distintas; pero en todo este caminar de cada día, hay elementos que le dan unidad a la vida de una persona, que son los momentos de rezar, los momentos de comer, los momentos de dormir. En torno a eso gira la vida, pero, todo eso tiene sentido, gracias a la agenda que haces del encuentro con las personas, sobre todo cuando celebras la Eucaristía. Nuestra Arquidiócesis tiene muchas parroquias, casi 250 sacerdotes diocesanos, 225 sacerdotes religiosos, tengo que darme en mi agenda la oportunidad de encontrarme con ellos, prácticamente las citas que doy cada día de entrevistas, el 80% es para sacerdotes, porque creo yo que ahí está mi principal tarea. Eso es lo que hago cada día, a veces hay reuniones, a veces hay encuentros, congresos, pero, visitas pastorales, pero creo yo que lo importante es primero el alimento espiritual y luego el alimento corporal, me gusta siempre rezar con otros y comer con otros, nunca lo hago de modo solitario ni la oración ni la comida, porque creo que son dos momentos que se tienen que vivir en comunidad.

César Cárdenas:  Nos nace la siguiente pregunta, el Obispo, Don Rogelio… ¿Tiene algún hobbie? ¿Algún pasatiempo?

Mons. Rogelio: Bueno, siempre me ha gustado mucho la lectura, en cuanto puedo lo hago, ahora con las nuevas tecnologías pues es mucho más fácil, porque aprovechas los tiempos libres para poder leer o informarte de aquello que tienes por obligación que saber. Un obispo está muy ocupado, porque tenemos que informarnos de lo que pasa cerca y de lo que pasa lejos, hay que dedicar mucho tiempo a la lectura, pero me gusta leer libros completos, oír música y de vez en cuando, ver un poco de televisión.

César Cárdenas: Cambiando un poquito de tema… Si pudiera lograr una sola cosa en la Iglesia de Monterrey, respecto al pueblo de Dios ¿Cuál sería?

Mons. Rogelio: Lo digo, una sola cosa, y talvez la que nos ocupa toda nuestra tarea: ¡que todos fueran santos! eso sería para mí lo más grande y que yo incluido en ese grupo. Yo les he pedido a todos los sacerdotes que nuestra pastoral esté encaminada a la santidad, que nos preocupemos menos de nuestra autoridad que ejercemos con los fieles y que nos preocupemos por santificarnos junto con el pueblo de Dios todos los obispos, los sacerdotes, las religiosas y el pueblo de los fieles laicos, todos caminemos a la santidad. Una sola cosa es importante: alcanzar la santidad.

César Cárdenas:  Monseñor usted ¿cómo vive la alegría del Evangelio?

Mons. Rogelio: Mira, no sé cómo me perciben los demás, en mi rostro, en mi actitud, yo me considero una persona serena, tranquila, pocas veces me enojo. Me gusta no molestar a los demás. No quiero arrebatarles la alegría. Jamás me verás regañar a una persona y mucho menos a un sacerdote. Creo yo que la alegría es parte de nuestra vida pero debe estar sobre todo interiormente, el gozo tiene que ser gozo espiritual, pero como nadie se alegra, ni nadie tiene gozo espiritual solitariamente se requiere compartir y a mí me gusta mucho compartir con las personas aunque no soy un obispo de carcajada pero si me considero una persona tranquila, contenta, alegre. Podría decir “soy un obispo contento”.

César Cárdenas: Monseñor, ahora que vino el Papa Francisco, en Morelia, nos dijo “dime como rezas y te diré como vives, dime como vives y te diré como rezas” … ¿cuál es la oración que Monseñor Rogelio reza y se esfuerza por vivir?

Mons. Rogelio: El Papa Francisco dijo estas palabras, a propósito de la lectura del Evangelio de esa Eucaristía, que fue el Padrenuestro, porque para todo cristiano, el Padrenuestro es la escuela de la vida y la escuela de la oración, por ello el Papa hablaba de la vida y hablaba de la oración, como las dos cosas siempre deben caminar juntas. A mí me gusta orar de dos modos: primero comunitariamente, lo hago en la liturgia de las horas siempre al menos una hora del día la hago en común, junto con el seminarista y el sacerdote que me acompañan. Desde luego la Eucaristía siempre la celebro en la comunidad, pero también me gusta rezar solo, sobre todo cuando voy de viaje, aprovecho los momentos de soledad para rezar, para leer, lecturas espirituales, sobre todo hacer la lectio divina. Siempre estoy leyendo las Sagradas Escrituras, me propongo leerlas de modo continuo y completo; ahorita estoy en otro momento de la lectura, ya estoy en el libro del Levítico, comencé nuevamente a leer toda la Sagrada Escritura y así transcurre mi vida. Me gusta mucho leer las Sagradas Escrituras.

César Cárdenas: Muchas gracias… también el Papa Francisco nos invitó a los consagrados y seminaristas orar como aprendimos en casa… ¿qué oración acostumbra usted hacer al día de hoy que haya aprendido en su hogar?

Mons. Rogelio: En mi casa aprendimos los rezos más comunes: el Padrenuestro, el Avemaría, al Ángel de la Guarda, especialmente esos recitábamos diariamente en la casa y lo sigo haciendo aun antes de dormir, porque mi Mamá siempre estaba al pendiente de que rezáramos antes de acostarnos.

César Cárdenas: Cambiando un poquito el tema… son cosas que nos interesan (risas) ¿cuál es su platillo favorito aquí en Monterrey?

Mons. Rogelio: (Sonríe) La carne asada, verdad, y también el cabrito, cualquiera de los dos, el que me puedan ofrecer o el que yo pueda escoger.

 

En este momento todos reímos y coincidimos en apuntar el dato por si se nos llega a ofrecer.

 

César Cárdenas: Monseñor, considerando que algunos de nosotros llegaremos a ser sacerdotes en 10, 6 o 3 años ¿Cómo le gustaría que nos preparáramos para servir al Pueblo de Dios nosotros como seminaristas?

Mons. Rogelio: Yo quiero que se preparen como lo indican las normas de la Iglesia, en sus 4 dimensiones: que sean humanamente maduros, espiritualmente fuertes, académicamente competentes, pastoralmente animosos. Hoy se requieren, muchas cualidades, como siempre, pero hoy el pueblo de Dios nos está pidiendo muchas cosas, que yo las he resumido en las que el Papa Benedicto y el Papa Juan Pablo II nos decía: que sean santos, que sean alegres y que sean intrépidos. Creo yo que ahí están las cosas que a mí me gustarían, en un futuro, que se den a querer y que quieran a la gente, que tengan mucho entusiasmo pastoral, que la gente se sienta motivada espiritualmente para acompañarlos. El Papa Francisco ha pedido que tengan buen carácter, que no regañen a las personas, que se integren con el pueblo católico, que tomen en cuenta a los laicos, que sean gente de fiar; todo esto, creo yo que son las cosas que me gustaría para ustedes los próximos sacerdotes, algunos Dios me concederá verlos, a otros, a lo mejor no.

César Cárdenas: Muchas gracias, creo que nos llevamos esto como compromiso, para vivirlo, lo tendremos muy en cuenta y nos esforzaremos al respecto…

Monseñor, en el primer encuentro que tuvo con los seminaristas aquí en el Seminario Mayor de Monterrey meditamos el salmo 45, y con él nos recordó que Jesús es el hombre del rostro bello, el sacerdote de gestos bellos… para usted ¿cómo un sacerdote puede reflejar la belleza de Cristo?

Mons. Rogelio: Ustedes aprendieron, en filosofía, que la belleza es la armonía de los constitutivos del ser. El ser que es uno, el ser que es siempre bueno, (el ser que es verdadero), todos esos elementos que constituyen a la persona tiene que estar en armonía. Una persona es bella no por el físico, sino es bella en su interior. La belleza está en las virtudes, tanto teológicas o teologales como en las virtudes humanas, ahí está la belleza de una persona. Tú puedes ser de rostro no muy agraciado, puedes tener incluso limitaciones físicas, pero la gente sabe leer el rostro amable, el corazón bello. La belleza sale de dentro del corazón y se expresa en las palabras, en los gestos, en las acciones.

César Cárdenas: Muchas gracias… por último, que mensaje le daría a nuestras familias, a nuestras Mamás que nos acompañan en nuestra formación sacerdotal…

Mons. Rogelio: Primero, que quieran mucho a sus hijos, las mamás, que quieran al seminario, que lo amen, que recen por sus hijos, por cada seminarista, que recen por sus sacerdotes y también que confíen mucho en la Iglesia. Este seminario trata de hacer lo mejor posible, pero no lo podemos hacer sin la oración y sin el afecto del pueblo, nosotros requerimos siempre del apoyo humano y del apoyo espiritual de todos, y quiero dirigirme especialmente a las mamás, desde luego junto con los papás, con los esposos, que quieran mucho a sus hijos. El mejor sacerdote será aquel que se ha sentido amado, que se ha sentido valorado, que se ha sentido parte de una familia. Por eso, aunque faltara alguno de los miembros de una familia, aunque alguno haya tenido ya que sufrir, o la muerte, o la separación de sus papás, lo que importa es que cada seminarista se sienta amado, se sienta apoyado…  pero también, ojalá ustedes las mamás, reciban también el cariño de sus hijos seminaristas. Que aunque no estén en casa, creo yo que desde los momentos en el que están con ustedes, pero sobre todo espiritualmente, tienen que quererlas mucho, porque ustedes merecen el amor de sus hijos.

César Cárdenas: Muchas gracias Monseñor por la confianza para conocer un poco más de usted y nos esforzaremos por aprovechar todo lo que nos acaba de compartir.

Mons. Rogelio: Al contrario, a ustedes, muchas gracias.

 

Es evidente que ser Obispo es un don de Dios en la Iglesia para algo muy específico: ¡que lleguemos a ser santos! En cada Obispo el Señor manifiesta el amor que pastorea, que guía, que cuida… nunca olvidemos las palabras de San Ignacio de Antioquia: “Donde está el Obispo, está Cristo” … y si está Cristo, ¡está presente la Iglesia! Te invitamos a que ores por nuestros obispos y a que los conozcas de cerca en las diversas celebraciones y eventos a los que acuden, sin más esta entrevista forma parte de una emisión especial de: ¡La Alegría del Evangelio!