04 Mar 2016

HELLO! 1

Por: Héctor Daniel Rosales Vázquez

Devuélveme la alegría de tu salvación. Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva.  Sal. 50,10.19

En el Seminario de Monterrey nos hemos preparado para vivir este tiempo de cuaresma con alegría y el anhelo de renovar el corazón y el espíritu en la misericordia de Dios.

Puede resultar  común pensar que  la cuaresma en el seminario se dé envuelta en cierto rigor externo de obras de mortificación y caras de luto,  la verdad es que no es así, pues se insiste año con año en la necesidad de vivir de manera auténtica y gozosa el camino cuaresmal, es decir: renovar el corazón en la experiencia personal y comunitaria de la  misericordia de Dios. La experiencia de misericordia con Dios no deja lugar para sacrificios externos ni caras de luto; sino la alegría de sabernos amados.

Iniciamos este camino de preparación cuaresmal, hace algunas semanas, una tarde previa al miércoles de ceniza con un retiro espiritual, no sólo como requisito de la formación, sino consientes de la necesidad de encuentro personal con Cristo que nos llama a la conversión del corazón y a caminar en el amor. Este tiempo de diálogo personal y comunitario con Dios, lo guía un sacerdote invitado por el equipo formador del seminario, el sacerdote comparte su experiencia de amor y encuentro con Cristo, acompaña a los seminaristas brindándoles métodos de oración y lecturas que pueden servir como  introducción  a un camino de reflexión sobre la propia vida cristiana y la exigencia que conlleva ser discípulos de Cristo.

El miércoles (llamado de ceniza) tuvimos la celebración de la Eucaristía por la mañana donde se hizo la bendición e imposición de la ceniza. Al terminar el momento de retiro, hacia el medio día, los seminaristas nos preparamos para salir a acompañar a las comunidades parroquiales y a los hermanos enfermos en los hospitales,  para impartir la ceniza dentro de una celebración de la Palabra.

En la formación sacerdotal es de vital importancia que el seminarista experimente de manera personal la misericordia de Dios, sólo de este modo será capaz de llevar la misericordia a los hermanos. La cuaresma es un tiempo especial, es la ocasión perfecta de recordar a los fieles la invitación constante y permanente de Dios a renovarse en su amor, de aquí la necesidad de comunicar esta invitación con el testimonio propio de la vida.

Este tiempo cuaresmal es un momento de mucha esperanza en el caminar de un seminarista, pues al contemplar el fervor y anhelo de la comunidad de recibir las gracias y bendiciones por parte de Dios, se renueva el compromiso alegre de continuar, generoso y firme, en la respuesta al llamado de Jesucristo para servirle en sus hijos muy amados.

Que el Señor Jesús te conceda su paz.

Recen por nosotros.