Los obispos mexicanos han elaborado un “Proyecto Global de Pastoral” (PGP) en el cual se nos propone, presentar a Jesucristo vivo y resucitado, llevando el mensaje de nuestra redención a todos los hermanos y hermanas que se han olvidado de este acontecimiento, mirando la situación de nuestro pueblo.

Nos hace bien, hacer un estudio serio sobre la situación actual de nuestro país, de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia. Hoy en día, es común que escuchemos a muchos hermanos nuestros que dicen: no creo, no sé o simplemente les es indiferente contemplar, vivir y celebrar los misterios de nuestra redención. Los motivos de este alejamiento de lo sagrado, pueden ser muchos. En el PGP, se nos habla de una crisis antropológico-cultural, en donde la humanidad está siendo bombardeada por muchas situaciones, ideas o “modas” que van llevando a los hombres y mujeres a una crisis del sentido, provocando la indiferencia hacia el prójimo, la migración, la violencia, etc.

Durante el tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia favorable para reconciliarnos con Dios y acercarnos a Él, nos preparamos para contemplar, vivir y celebrar el acontecimiento fundante de nuestra fe: la resurrección gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Es una oportunidad para volver nuestra mirada hacia Jesús, pero no podemos verle como un personaje simplemente histórico, su pasión, muerte y resurrección no pueden ser vistos como un hecho del pasado, porque Jesús está vivo. Con la resurrección de Cristo se nos confirma la palabra dada por Dios, para Él nada es imposible. Esto también es redención, lo interesante es que está redención es para todos.

La Pascua es la fiesta de la luz, es fiesta de victoria, fiesta del amor. Celebrarla nos ayuda a llevar esa luz, esa victoria y ese amor, a aquellos lugares donde todo parece estar obscuro, donde todo parece estar perdido, transmitiendo el amor aquellos que sienten o son rechazados por los sistemas y las ideologías de este mundo. Pues «En la humanidad glorificada por Jesucristo Resucitado está también la nuestra. Esta es la raíz de nuestra esperanza; celebrar su Pascua es vibrar con el misterio de su resurrección» (PGP 126).

Todos nosotros formamos parte de una comunidad de bautizados, es la Iglesia la fiel testigo de este acontecimiento glorioso, por lo tanto, nosotros como miembros de esta comunidad debemos testimoniar con la propia vida este acontecimiento. La Iglesia es consciente de que ha sido redimida, pero también es consciente que es peregrina y que debe anunciar este acto redentor, es por lo tanto tarea de todos llevar a la humanidad al encuentro pleno con Dios donde radica la causa y el fin de los hombres.

Héctor Elías Morales Montes.
Primero de Teología.
Revista San Teófimo No. 141