11 Nov 2024

HELLO! 1

Les presentamos la lista de ganadores del Sorteo para Madrugadores del Sorteo Seminario de Monterrey, celebrado el 10 de noviembre de 2024 en la instalaciones del Seminario Menor, con permiso de gobernación: 20240162PS04.

El sorteo se realizó en presencia del Lic. Oliver González Aguilar, inspector adscrito a la Dirección de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación. La reclamación de premios se realizará dentro de los 20 día hábiles a partir de la fecha del sorteo en las instalaciones del Seminario de Monterrey Nuevo León A.R. ubicadas en Prolongación Corregidora #700 Nte, Col. Plan de Ayala, C.P. 66217 en San Pedro Garza García.

Dudas o aclaraciones al teléfono (01)8111-60-1380. En caso de queja favor de comunicarse a la Dirección General de Juegos y sorteos al (01) 5552-09-8800

Lista Oficial de Ganadores

Premio 1°: $25,000.00

Número de Boleto:  09178

Nombre del Ganador:  Glacira

Premio 2°: $10,000.00

Número de Boleto: 02338

Nombre del Ganador: María Elena

Premio 3°: $10,000.00

Número de Boleto: 07920

Nombre del Ganador: María del Refugio

Premio 4°: $10,000.00

Número de Boleto: 03841

Nombre del Ganador: Ernestina

Premio 5°: $10,000.00

Número de Boleto: 01303

Nombre del Ganador: Elvira

Premio 6°: $5,000.00

Número de Boleto: 06560

Nombre del Ganador: Teresa de Jesús

Premio 7°: $5,000.00

Número de Boleto: 00990

Nombre del Ganador: Antonio

Premio 8°: $5,000.00

Número de Boleto: 01938

Nombre del Ganador: Ana Ligia

Premio 9°: $5,000.00

Número de Boleto: 01689

Nombre del Ganador: María

Premio 10°: $5,000.00

Número de Boleto: 05567

Nombre del Ganador: Sofía

20 Sep 2024

HELLO! 1

Este sábado 21 de septiembre a las 6:00 p.m. estaremos celebrando el festival católico “VocFest 2024” en las instalaciones del Seminario de Monterrey en San Pedro.

El VocFest es organizado por la Pastoral Vocacional y la Pastoral Juvenil, creando un espacio de convivencia, oración, reflexión y escucha de los jóvenes, en un ambiente festivo, buscando que se atrevan a preguntarle a Jesús, cuál es la misión que tiene para sus vidas.

Este año nos acompañan los ministerios de música Hakuna Group Music, Amén, One, Emaús, Zamar y Jésed; además de contar con la participación del Padre Borre y Monseñor Carlos Alberto Santos García, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey.  

El evento es gratuito y aunque es un evento organizado especialmente para los jóvenes, son bienvenidos todos aquellos que buscan dedicar un espacio de su tiempo para celebrar y orar por las vocaciones.  

Para asistir, sólo tienes que registrarte en:

https://forms.gle/743Z4334btrRe9yt8

Si quieres conocer más sobre el VocFest, visita el Facebook del Centro Vocacional de Monterrey: https://www.facebook.com/centrovocmty

07 Jul 2024

HELLO! 1

Les presentamos la lista de los ganadores del Bono por las vocaciones, celebrado el domingo 7 de julio de 2024, en las instalaciones del Seminario Menor.  

COMPRADORES

1° Premio $230,000

Número de Boleto: 03729

Nombre del Ganador: Martha Irene

2° Premio $130,000

Número de Boleto: 03531

Nombre del Ganador: Gilberto

3° Premio $50,000

Número de Boleto: 13437

Nombre del Ganador: Sergio Antonio

4° Premio $30,000

Número de Boleto: 16599

Nombre del Ganador: Bertha

5° Premio $12,000

Número de Boleto: 08132

Nombre del Ganador: Bertha del Socorro

6° Premio $12,000

Número de Boleto: 01441

Nombre del Ganador: Kevin Eduardo

7° Premio $12,000

Número de Boleto: 18508

Nombre del Ganador: Nancy

8° Premio $12,000

Número de Boleto: 13791

Nombre del Ganador: Vicente Fabián

9° Premio $12,000

Número de Boleto: 14236

Nombre del Ganador: Jorge

10° Premio $12,000

Número de Boleto: 05739

Nombre del Ganador: Ana María

11° Premio $12,000

Número de Boleto: 04070

Nombre del Ganador: Laura Magaly

12° Premio $12,000

Número de Boleto: 05709

Nombre del Ganador: Margarita

13° Premio $12,000

Número de Boleto: 18170

Nombre del Ganador: María Cecilia

14° Premio $12,000

Número de Boleto: 16784

Nombre del Ganador: Luis Rogelio

15° Premio $10,000

Número de Boleto: 05123

Nombre del Ganador: María del Carmen

16° Premio $10,000

Número de Boleto: 14081

Nombre del Ganador: Rafael

17° Premio $10,000

Número de Boleto: 15411

Nombre del Ganador: Arturo Baltazar

18° Premio $10,000

Número de Boleto: 17697

Nombre del Ganador: Perla Vanessa

19° Premio $10,000

Número de Boleto: 18972

Nombre del Ganador: César

20° Premio $10,000

Número de Boleto: 04099

Nombre del Ganador: Elvia

21° Premio $10,000

Número de Boleto: 16493

Nombre del Ganador: Teodulo

22° Premio $10,000

Número de Boleto: 00591

Nombre del Ganador: Mariana del Carmen

23° Premio $10,000

Número de Boleto: 08819

Nombre del Ganador: Antonia

24° Premio $10,000

Número de Boleto: 14299

Nombre del Ganador: Pamela

25° Premio $10,000

Número de Boleto: 04752

Nombre del Ganador: Elba Elisa

26° Premio $10,000

Número de Boleto: 08004

Nombre del Ganador: María Andrea

27° Premio $10,000

Número de Boleto: 11392

Nombre del Ganador: Carlos Eduardo

28° Premio $10,000

Número de Boleto: 19239

Nombre del Ganador: Karina

29° Premio $10,000

Número de Boleto: 14006

Nombre del Ganador: María del Carmen

30° Premio $10,000

Número de Boleto: 13332

Nombre del Ganador: Margarita

COLABORADORES

1° Premio $70,000

Número de Boleto: 03729

Nombre del Ganador: Catalina

2° Premio $60,000

Número de Boleto: 03531

Nombre del Ganador: Oscar Hugo

3° Premio $25,000

Número de Boleto: 13437

Nombre del Ganador: Rafael Armando

4° Premio $15,000

Número de Boleto: 16599

Nombre del Ganador: María del Carmen

5° Premio $7,000

Número de Boleto: 08132

Nombre del Ganador: Bertha del Socorro

6° Premio $7,000

Número de Boleto: 01441

Nombre del Ganador: Basilio

7° Premio $7,000

Número de Boleto: 18508

Nombre del Ganador: Nancy

8° Premio $7,000

Número de Boleto: 13791

Nombre del Ganador: María Socorro

9° Premio $7,000

Número de Boleto: 14236

Nombre del Ganador: Tadeo

10° Premio $7,000

Número de Boleto: 05739

Nombre del Ganador: María

11° Premio $7,000

Número de Boleto: 04070

Nombre del Ganador: Alfonso

12° Premio $7,000

Número de Boleto: 05709

Nombre del Ganador: Margarita

13° Premio $7,000

Número de Boleto: 18170

Nombre del Ganador: María Elena

14° Premio $7,000

Número de Boleto: 16784

Nombre del Ganador: Rogelio

15° Premio $5,000

Número de Boleto: 05123

Nombre del Ganador: María Julia

16° Premio $5,000

Número de Boleto: 14081

Nombre del Ganador: Esperanza

17° Premio $5,000

Número de Boleto: 15411

Nombre del Ganador: María Soledad

18° Premio $5,000

Número de Boleto: 17697

Nombre del Ganador: Antonio

19° Premio $5,000

Número de Boleto: 18972

Nombre del Ganador: María

20° Premio $5,000

Número de Boleto: 04099

Nombre del Ganador: Elvia

21° Premio $5,000

Número de Boleto: 16493

Nombre del Ganador: Ana

22° Premio $5,000

Número de Boleto: 00591

Nombre del Ganador: María Carmen

23° Premio $5,000

Número de Boleto: 08819

Nombre del Ganador: Pamela

24° Premio $5,000

Número de Boleto: 14299

Nombre del Ganador: María del Consuelo

25° Premio $5,000

Número de Boleto: 04752

Nombre del Ganador: Rocío

26° Premio $5,000

Número de Boleto: 08004

Nombre del Ganador: Ana Cristina

27° Premio $5,000

Número de Boleto: 11392

Nombre del Ganador: Carlos Eduardo

28° Premio $5,000

Número de Boleto: 19239

Nombre del Ganador: Brenda

29° Premio $5,000

Número de Boleto: 14006

Nombre del Ganador: Claudia Deyanira

30° Premio $5,000

Número de Boleto: 13332

Nombre del Ganador: María

03 May 2024

HELLO! 1

El más pequeño de mis hijos, Jesús Gerardo, ingresó al Seminario Arquidiocesano de Monterrey hace ya casi 8 años, acababa de cumplir sus 15 años de edad y comenzaba sus estudios de preparatoria en esa misma institución.

Ese sábado que lo llevamos a su nueva casa, al Seminario, me sentí un poco triste y nerviosa ya que ese día dejaba de vivir junto a nosotros, emprendía un nuevo camino, iniciaba su vuelo.

Conforme pasaron los meses mi sentimiento, poco a poco fue cambiando, porque mi hijo me demostró que lo que estaba viviendo lo hacía feliz y pleno.

En una ocasión cuando más nostálgica estaba, asistimos a una convivencia familiar en el Seminario, como regularmente se hacen una vez al mes, realizamos una dinámica en la cual nos decían que al entregar un hijo al sacerdocio no lo perdíamos sino que Jesús nuestro Señor ocupaba el lugar de nuestro hijo en la familia, esto me tranquilizó mucho y me llevó a apoyar más la decisión de mi hijo.

Desde que ingresó y hasta este momento lo que hago es encomendar siempre su vida y vocación a nuestra Madre Santísima, para que en todo momento lo cubra con su maternal manto; lo cuide y lo proteja. Y a Jesús, su hijo amado, le ruego que lo mantenga cerquita de su corazón, que lo abrace fuerte para que nunca deje de sentir su amor y su misericordia, que nunca se sienta solo. Pido también al Espíritu Santo que lo ilumine; que le dé la sabiduría necesaria para poder comprender los grandes misterios de Dios y a su vez, pueda compartir con amor la Palabra de Dios, para que así, pueda sembrar en cada persona el amor de Dios a nuestros semejantes.

Los domingos es el día que regularmente viene a la casa, disfruto mucho platicar con él, escuchar todas sus experiencias, también sus ocurrencias. Esto me hace sentirlo más cercano, me enseña algunas cosas que me ayuda a vivir mejor mi apostolado.

Me siento muy feliz, bendecida y agradecida con Dios por el llamado de mi hijo al sacerdocio.

Diana Mayela Martínez Garza | Mamá de Jesús Gerardo Urrutia Martínez, primero de Teología.

22 Mar 2024

HELLO! 1

Un profundo asombro, un desbordamiento de gratitud, un ímpetu de entrega generosa, una atracción amorosa: son expresiones con las que intento manifestar el «estado de ánimo», –o mejor aún, el estado de ser– que me inundaba la noche del 2 de julio del 2004, noche en la cual le dije «sí» al Señor como respuesta ante la invitación que me hacía a la vida sacerdotal.

Alrededor de ese día se estaba llevando a cabo el Preseminario, al cual asistí por insistencia de un amigo sacerdote, a quien le aseguré que sólo iba a «ver», pues no tenía la más mínima intención de quedarme en el Seminario; incluso, tenía la intención de no quedarme, pues yo tenía elaborado mi «proyecto de vida». Sin embargo, durante la noche mencionada, un sacerdote nos impartió una charla sobre la Virgen María; algo iba pasando en mi corazón durante esa charla, era algo sutil y profundo.

Al terminar ese momento me sentí «tocado» en lo más profundo de mi ser, y comencé a descubrirme en ese «estado» que no es abarcable con palabras, pero que se manifestó en mí mediante el palpitar acelerado de mi corazón, las lágrimas en mis ojos y un «sí» inevitable que escribí en una carta delante de una imagen de la Inmaculada que, en esos años, estaba colocada a las afueras de la capilla del Seminario Menor.

Después de hacer esa carta, el sacerdote que dirigía ese momento nos invitó a rezar el Rosario; recuerdo bien que, durante el cuarto misterio (doloroso) comencé a experimentar una profunda alegría que, de alguna manera, conservo hasta el día de hoy. Recuerdo bien que esa noche no pude dormir por la emoción que sentía. Después, cuando hablé con mis padres –frente a esa imagen– su respuesta fue abrazarme; mi padre me dijo: «cuando naciste, lo primero que hicimos fue llevarte a consagrar a la Virgen del Rosario»; rodeado del abrazo de mis padres e invadido por esas palabras, reafirmé mi respuesta.   

A ese preseminario, yo solo iba a «ver» para luego regresar a mi vida, con la cual estaba bastante contento.  Hoy, que han pasado casi veinte años de aquella noche, me «río» de mí mismo y le agradezco a Dios por haber irrumpido así en mi vida; y es que sigo «viendo», no he terminado de «ver» –ni terminaré nunca– las maravillas que Dios ha hecho en mi vida, en la vida de tantos, en su Iglesia, en el mundo.

Hoy, al recordar ese momento importante en mi historia vocacional, reafirmo mi respuesta y mi acción de gracias al Señor. Esta respuesta y esta acción de gracias se dieron en mí «inevitablemente», puedo decir que, de alguna manera, el Señor me «forzó», pero no de una manera violenta e irrespetuosa, sino con esa manera que es sólo suya: el Amor.

Al sentirme desbordado por su Amor, al darme cuenta de que todo lo que era y tenía venía de Él, y era de Él, me vi obligado, atraído, seducido, para decirle «sí». Fue un sí «forzado» y reforzado por la fuerza del Amor, y por el cuidado de una Madre que es la que mejor entiende y vive ese Amor.

Hoy, que estoy cerca de cumplir diez años como sacerdote, sigo «viendo», viviendo, sufriendo y gozando, recibiendo y compartiendo, y sobre todo agradeciendo, la belleza y la grandeza de la vocación sacerdotal, la cual, si se pusiera por escrito «ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran».

Hoy vivo la grandeza de este ministerio sirviendo a la Iglesia como formador en el Seminario. Hoy puedo compartir que soy un sacerdote pleno, entregándome en el acompañamiento a los seminaristas, esforzándome por tratar de ser coherente con la Palabra de Dios, por tratar de ser congruente con la entrega Eucarística de Jesús, por intentar vivir y generar comunión en esta comunidad.

Disfruto mucho de acompañar a los seminaristas en su vida espiritual, en su búsqueda de Dios, en sus esfuerzos sinceros por responderle; me siento agradecido porque la Iglesia me permite acompañar a los seminaristas entrando en esa tierra sagrada que es su corazón, su conciencia, y le ruego al Señor que me dé sabiduría y consejo.

Disfruto también organizando y animando la vida académica, la cual, aunque en muchas ocasiones requiere un gran esfuerzo y provoca «dolor de cabeza» a los seminaristas, trae consigo muchos frutos buenos para la vida humana y sacerdotal. Asimismo, disfruto mucho y agradezco la fraternidad sacerdotal que experimento con el equipo formador, con mis hermanos en el ministerio.     

Hoy, ese profundo asombro, ese desbordamiento de gratitud, ese ímpetu de entrega generosa, esa atracción amorosa, siguen vivos en mí, no con la misma intensidad de aquella noche, pero sí con el mismo Amor, en la discreción de lo ordinario, de lo cotidiano de lo oculto. Hoy por hoy, aún con mis fallas, mis errores, y mis heridas, sigo diciéndole «sí» a ese Amor que con su «fuerza» sigue amando y sigue llamando a muchos para «ver» sus maravillas, para compartirlas con un mundo que pide a gritos «ver» ese Amor.

Pbro. Francisco Javier Cantú Garza

Prefecto de Estudios y Auxiliar de Espiritualidad

Etapa Discipular del Seminario de Monterrey

15 Mar 2024

HELLO! 1

La primera vez que conocí Sl Seminario yo tenía 11 años, fue el día en que mi primo Luis Andrés ingresaba a la formación sacerdotal y quedó grabado en mi memoria. Observé ese lugar tan enigmático para un pre adolescente; sus largos pasillos, los murales y vitrales, el ambiente de alegría e inquietud de todos los jóvenes que iniciaban su formación, los jardines, las canchas deportivas y la multitud de gente que nos disponíamos a celebrar la eucaristía de apertura del ciclo escolar 1989-1990, ese día inició mi historia vocacional.

La inquietud por ser sacerdote no solo se presentó ese día, sino en muchas ocasiones posteriores en que, como familia, asistimos a convivencias y obras de teatro que ofrecía el Seminario con ocasión de fiestas patronales y posadas, en ellas resonaba en mi mente la frase: “ven y sígueme”. También, en muchas de esas ocasiones yo me trataba de convencer a mi mismo de que quizá me equivocaba al sentir “algo”, y continuaba mi vida en los grupos parroquiales, o bien, en el colegio, en la prepa y después realizando mis estudios profesionales.

En todo ese recorrido, desde los 11 hasta los 22 años, participé en retiros de los grupos juveniles de la parroquia Corpus Christi en Monterrey; también fui de misiones a la Sierra de Durango con un grupo llamado Emaús, conformado por amigos que éramos exalumnos Lasallistas; participé en fiestas y reuniones juveniles, fiestas de universitarios, congresos y eventos culturales. Viajé al extranjero para estudiar inglés, en donde tuve la oportunidad de conocer gente de todas partes del mundo, pude apreciar sus puntos de vista y dialogar con apertura y tolerancia, pero en todos esos momentos permanecía la sensación de que Cristo me estaba preparando para algo más. También tuve buenas amigas con las que, en diversas ocasiones, pude experimentar una relación recíproca de compartir lo más profundo de mi ser y recibir lo más profundo de su ser.

El año de 1999, el Padre Héctor Pérez, hoy obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, nos hizo una invitación a algunos amigos y amigas, para asumir la coordinación de un grupo de jóvenes catequistas en Corpus. Ese fue el año de la decisión. La experiencia de que un presbítero depositara en nosotros la confianza de organizar la catequesis infantil, fue crucial, me inspiró y me dio luces para responderle a Cristo que me había estado invitando a seguirlo. También me impulsó la decisión de otro de mis primos, José Luis, quien en ese momento estaba a punto ingresar al Seminario. Por ello, en el año 1999-2000, me decidí a vivir el proceso vocacional, dejando que el Espíritu Santo me iluminara.

El Seminario fue una época maravillosa de crecimiento personal, descendí a las profundidades de mi historia, toqué mis heridas, vi resurgir cualidades enterradas, tuve grandes amistades, algunos hoy son sacerdotes, otros buenos laicos de parroquia, todos brindándome la oportunidad de crecer. Esto me configuró y me preparó para iniciar la vida como presbítero el 14 de agosto de 2010, día en que recibí el orden sacerdotal con el rostro lleno de ilusión, con las ganas de seguir a Cristo siendo signo de su presencia vivificante, ahí mismo fui nombrado vicario parroquial de la parroquia Santa Catarina Mártir, la cual fue mi segunda escuela de formación, y en la que junto con la comunidad viví una infinidad de experiencias que forjaron mi carácter en la caridad pastoral.

Después, la experiencia de estudios en Roma, por la cual estoy profundamente agradecido, significó no solo la especialización de contenidos académicos sino una experiencia eclesial internacional de gran valor.

Posteriormente, los años que tuve la oportunidad de colaborar en la formación en el Instituto de Teología y más delante en el Seminario Menor, fue intensa en cuanto fraternidad sacerdotal y amistad vocacional, mientras que durante los años en los que fui enviado a realizar estudios de doctorado a la Universidad Pontificia de México y mi colaboración acompañando a Mons. Alfonso Gerardo Miranda Guardiola en la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano), pasé por momentos de concentración y silencio, de escucha y atención a la voz de los señores obispos, así como de colaboración y comunicación en foros a nivel nacional, todo ello provocando en mi la necesidad de dejar en manos de Dios los factores que no puedo controlar y dedicarme a realizar lo mejor posible lo que sí está en mis manos realizar.

Después, don Rogelio me dio la oportunidad de concentrarme, durante un semestre, exclusivamente a terminar mi tesis doctoral, habitando en la residencia sacerdotal de la UIC, con los Misioneros de Guadalupe. Esta experiencia fue nutrida de fraternidad y amistad sacerdotal, pero también de arduo trabajo de redacción y revisión de mi investigación.

Más delante, hacia junio de 2022, terminé mi tesis y fui nombrado vicario parroquial de la parroquia universitaria San Juan Bosco. Durante este tiempo defendí la tesis, viví un sinfín de experiencias que me ayudaron a tocar la realidad en los ambientes universitarios, así como del ambiente eclesial resultado de la post-pandemia, y tuve nuevamente la oportunidad de construir lazos de amistad con mis hermanos sacerdotes compañeros de residencia, Alex y Edgar.

Finalmente, en marzo de 2023, don Rogelio me comunicó que sería enviado de nuevo al Seminario Mayor de Monterrey para servir a los seminaristas como acompañante espiritual. Esto, por supuesto que me agradó, pero debo admitir que también me produjo cierto sentimiento de inestabilidad, así, ahora me encuentro ya estabilizado sirviendo como padre espiritual en el Seminario Mayor. En todo este caminar vocacional ciertamente ha habido momentos difíciles que han exigido fuerza de voluntad, pero ha abundado más la alegría de saber que estoy con Él, el Maestro, el Hijo de Dios, quien me ha dado una nueva vida, cada día me reconcilia con mis fragilidades y me da nueva fuerza para servir a su pueblo.

Pbro. Jesús Treviño Guajardo

Coordinador de la Dimensión Espiritual del Seminario de Monterrey

y Director Espiritual de la Etapa Configurativa

01 Mar 2024

HELLO! 1

La carta a los hebreos nos dice que «todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres y está constituido en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Es capaz de comprender a ignorantes y extraviados, porque está también él envuelto en la flaqueza» (5,1s). Este texto nos deja claro que, en primer lugar; los sacerdotes, no son personas mágicas, divinas o no humanas, como tampoco lo es su origen, pues estos son tomados de entre el pueblo para realizar una función sagrada. Esta misión sagrada consiste en ser puente entre los hombres y Dios. Su ejercicio ministerial consiste en ser “otro Cristo” para el pueblo.

Si bien, el misterio de la Navidad nos deja claro que Dios es cercano, es decir es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros; tenemos que reconocer que, en la persona del Hijo del Padre, lo eterno ha irrumpido en el tiempo (la historia) por el maravilloso misterio de la encarnación. Si bien Jesús predicó la Buena Nueva de la Salvación y se entregó por nosotros en la cruz, para después resucitar y con esto vencer la condena del antiguo pecado; su labor pastoral no queda atrapada en el mero recuerdo, sino que la ha perpetuado en el ministerio del sacerdote. El prefacio sobre el sacerdocio de Cristo que se nos propone en el Jueves Santo, nos revela cual es la misión del sacerdote, pues Cristo «con especial predilección y mediante la imposición de las manos, elige a algunos de entre los hermanos, y los hace participes de su ministerio de salvación a fin de que renueven, en su nombre, el sacrificio redentor, preparen para tus hijos el banquete pascual, fomenten la caridad en su pueblo santo, lo alimenten con la Palabra, lo fortifiquen con los sacramentos y, consagrando su vida a ti y a la salvación de sus hermanos, se esfuercen por reproducir en si la imagen de Cristo y te den un constante testimonio de fidelidad y de amor».

La comprensión y doctrina sobre el ministerio sacerdotal, nos enseña que todos los sacerdotes (obispos y presbíteros) gozan del Sacerdocio de Cristo, y ejercen su servicio en una triple función: enseñar, santificar y regir. De manera especial el Concilio Vaticano II nos trasmite que, a los obispos en

«la consagración episcopal, junto con el oficio de santificar, confiere también los oficios de enseñar y de regir» (LG21). Esto también lo desempeñan los presbíteros como próvidos cooperadores de los obispos.

«Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porción de la grey del Señor a ellos encomendada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y prestan eficaz ayuda en la edificación de todo el Cuerpo de Cristo» (LG 28).

Esta triple misión del sacerdote aún es necesaria en el tiempo presente, en donde hay un mundo tan gobernado por diferentes actores sociales, tales como políticos, comunicadores, influencers, que buscan en su autorreferencialismo llevar a las personas a caminos de los que muchas veces deshumanizan, convirtiéndoles en borregos consumidores de modas; así, tenemos que decir, que hoy aún más, el ejercicio sagrado de ministerio sacerdotal sigue siendo necesario y oportuno.

El sacerdote, visto como maestro de la Palabra, aún tiene mucho que aportar, su enseñanza no responde a modas pasajeras, sino que trasmite la sabiduría perene, esa que nos hace voltear hacia el infinito, contemplando en el eterno al Dios cercano. El sacerdote desempeña la función de Cristo Maestro, que nos trasmite la alegría plena. Esa que va más allá de momentos placenteros, posturas e ideologías. El servicio sacerdotal de la enseñanza sin duda, hoy representa un sacramento de la presencia de Cristo que nos indica el verdadero camino a la verdad.

Ahora bien, la misión sacerdotal, como ya habíamos mencionado, no solo consiste en la trasmisión de la doctrina, sino que, como pastores propios, haciendo las veces de Cristo, santifican de manera gratificante al pueblo cristiano. El oficio sacerdotal de santificar, los lleva a la administración de la gracia sacramental; así que, gracias a esta fusión sagrada podemos alcanzar la gracia que viene solo de Dios. Ante cualquier sacramento administrado válida y lícitamente por el sacerdote, la acción es siempre de Cristo; de manera que, esta gracia, no se nos da por la dignidad o santidad del ministro, sino que la gracia viene en virtud del sacramento mismo (Ex opere operato). En este momento de nuestra vida, donde las leyes no siempre son morales, la acción santificante que ejerce el sacerdote, nos hace caminar con mayor seguridad el camino al cielo.

Finalmente, la tercera función sacerdotal, sin duda es la que en nuestro tiempo es más necesaria; se trata de la función de regir o gobernar; esto no es otra cosa que el correcto ejercicio del pastoreo de la comunidad. Existe un saco de activistas que buscan “el bien de la gente”, pero que casi la mayoría de las veces se trata solo de protagonismos y falsos mesianismos, que no solo echan el crecimiento y convivencia social a la basura, sino que terminan por conducir a las gentes a actuar con ciertos parámetros de conducta que lejos de caminar en el sentido de la comunión (comunidad), los lleva a moverse hacia el egoísmo como un autómata programado para elegir y conducirse en la vida con criterios puramente egoístas. La función sacerdotal de regir, consiste en el correcto pastoreo que los sacerdotes deben hacer del pueblo para conducirlos a pastos verdes.

La misión actual del sacerdote, no consiste en convertirse en activista o influencer con alzacuello; sino que, por el contrario; ha de buscar el enseñar, santificar y regir se haga presente Cristo con su misericordia y perdón.

Pbro. Jesús Gerardo Delgado Martínez

Vicerrector del Seminario y Coordinador de la Etapa Configurativa

23 Feb 2024

HELLO! 1

«Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero», le dice Pedro a Jesús resucitado, un diálogo en el que el Señor le pide apacentar su rebaño (cfr. Jn 21, 17). Por una parte, es una frase que, desde una interpretación muy personal, evoca la sabiduría de un Dios que conoce lo más íntimo del corazón del hombre (cfr. Sal 138) y, por otra parte, es para mí, una expresión de humildad que me hace mirar cuan misericordioso ha sido el Señor conmigo y la confianza con que me llama, conociendo lo más íntimo de mi corazón, a apacentar su rebaño.

Soy el diácono Marco Antonio, actualmente estoy cursando el cuarto año de la etapa de Configuración o Teología como quizá muchos la conocen, estoy en la etapa final de la formación inicial. Soy originario del estado de Veracruz, un pueblito llamado Chontla y enclavado en la sierra de Otontepec. Nací en una familia de diez hermanos (cinco hombre y cinco mujeres), de los cuales soy el penúltimo. Mis papás don Jorge, que en paz descanse, y mi mamá, doña Juanita como la llaman en el pueblo, fueron quienes inculcaron en mí el servicio en la Iglesia, un matrimonio de más de sesenta años que sirvieron durante muchos años en la parroquia del pueblo, en el coro, dando catecismo, platicas presacramentales, acompañando matrimonios, adoración nocturna, entre otros grupos a los que pertenecieron. Fue este ejemplo, sin duda, el que desde muy pequeño marcó no solo mi vida de fe, sino también mi vida vocacional, pues eso me permitió tener contacto con varios sacerdotes que desde que tengo uso de razón me invitaban a la vida sacerdotal.

Desde muy pequeño, me llamó la atención el servicio en la Iglesia, fui monaguillo desde los cinco años, se podría decir que crecí en la parroquia, no solo por el servicio al altar, también porque me gustaba estar en la Iglesia. Disfrute mucho de acompañar a los padres a oficiar Misa en las comunidades, que, dicho sea de paso, tuve la oportunidad de visitar algunas el pasado diciembre, ahora como diácono, a hacer celebraciones, fue una experiencia bastante grata. Debo reconocer que desde que estaba de monaguillo llamo mi atencion la figura sacerdotal, recuerdo como me gustaba y admiraba a los padres cuando celebraban Misa y cuando estaba en casa, repetía las palabras que el padre decía. ¡Sí! Fui uno de los que de niño jugaban a celebrar Misa, le daba la comunión a mi hermana y a mis primos remojando una galleta en una taza de café.

Para no extenderme tanto, después de haber estudiado una ingeniería y una maestría, y de estar laborando en una empresa por once años, llegué a Monterrey como gerente de una planta nueva de la empresa en la cual trabajé. Y estando aquí, aquella inquietud que desde niño, Dios había puesto en mí, y que por algunos años parecía haber estado dormida… despertó. Gracias en parte a la convivencia con algunos padres y seminaristas; pero, en definitiva, gracias a la necesidad que  veía en los enfermos y en los más necesitados, Dios me recordó el sueño que de niño había puesto en mi corazón. No fue una decisión fácil, a la edad de treinta y tres años, pero busqué el acompañamiento del Centro Vocacional, y finalmente, después del discernimiento solicité el ingreso, siendo aceptado e ingresando al Seminario de Monterrey en agosto del 2014.

Hoy en día puedo decir que, este tiempo que he pasado en el Seminario, con sus altas y sus bajas, han sido los mejores de mi vida, en los que me he sentido feliz y amado por Dios. He crecido humana, vocacional y sobre todo cristianamente.

Después de unos meses en mi ministerio diaconal, he podido ser nuevamente testigo de la necesidad que tiene el pueblo de encontrarse con Dios, aún y cuando parezca lo contrario, se tiene la necesidad de Él. De la misma manera que hace años, eso me mueve a querer ser instrumento de su gracia.

Hoy con mayor certeza y libertad quiero entregar mi vida al servicio de la Iglesia y para gloria de Dios. Hoy nuevamente, con ilusión y con la confianza puesta en el corazón de Cristo, he solicitado ser ordenado sacerdote, sabiendo que es un don para su Iglesia, y un signo de amor por su pueblo. Sigo diciendo en mi oración, como desde hace unos años: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.

Dios los bendiga a todos, no olviden rezar por mí, por las vocaciones, por los sacerdotes y seminaristas, por los jóvenes de nuestras parroquias para que atiendan generosamente el llamado que Dios les hace.

Marco Antonio Cruz Pérez

4to. de Teología

16 Feb 2024

HELLO! 1

Una de las frases que me gustan de la Sagrada Escritura es esta:“El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros y estamos alegres” (Salmo 125). Porque siento que Dios ha sido bondadoso conmigo, y no hay otra manera de manifestarlo que en el servicio a los demás, y con una sonrisa.

¡Hola, qué tal! Mi nombre es Karlos Cristian Ortiz González, tengo 29 años, y estoy de experiencia eclesial en la parroquia San Juan Bautista, en García, Nuevo León. Lugar donde he estado muy contento y alegre porque Dios se manifiesta de una manera inconmensurable hacia mi persona, y donde puedo descubrir la mirada de Dios con misericordia por la gente que me rodea. Expreso mi agradecimiento y alegría por poder compartir mi testimonio vocacional con todos aquellos que leen este blog de nuestro querido Seminario Arquidiocesano de Monterrey.

En primera instancia, es necesario partir que mi deseo de querer ser sacerdote nació por la entrega generosa y la experiencia de vida de mi párroco. Esa alegría que manifestaba al atender diariamente a los fieles que a él acudían, cómo celebraba los sacramentos, era algo inexplicable por lo que al ver su alegría por las cosas de Dios, me gustó demasiado que tomé la decisión de entrar al Seminario.

Después de un tiempo de estudio y oración, en la etapa de Configuración; los seminaristas somos enviados a realizar un año de servicio que se llama: “Experiencia eclesial” o “Magisterio”, un encuentro fuerte con Dios a través de su Iglesia ya sea por una pastoral en específico, o en mi caso una comunidad parroquial.

Este año de servicio pastoral he podido experimentar esa alegría por la cual me enamoré por las cosas de Dios. Y tal vez te estés preguntando ¿Qué actividades realizan los seminaristas durante este año?

Principalmente, la atención a las personas en los diferentes carismas que tiene nuestra Iglesia. He podido constatar que me encuentro en una parroquia verdaderamente misionera. La extensión territorial de la parroquia es extensa, cuenta con realidades diversas, rurales y urbanas. Son aproximadamente 58 comunidades, donde mi tarea principal es apoyar al párroco en lo que se me encomiende como organizar actividades pastorales, celebraciones de la Palabra, atender y formar al grupo de monaguillos, lectores y jóvenes entre otras acciones pastorales.

Este año de servicio, es un tiempo formidable para ir a la raíz de nuestra vocación, es meditar sobre el futuro ministerio sacerdotal; significa aprender de nuestros párrocos que con sus experiencias nos invitan a reflexionar y aceptar con madurez los retos que representa el llamado al sacerdocio en este contexto actual.  Aprovecho para agradecerle a mi párroco, que con su testimonio y acompañamiento ha ayudado en mi camino de formación.

Son tres acciones en síntesis, acompañar a los grupos, ayudar en las actividades en la parroquia y aprender a amar a Dios en medio de su Iglesia y a través de ella. Cada una de estas acciones representa un papel fundamental en mi historia vocacional, pues al trabajar con niños, adolescentes, jóvenes y adultos puedo hacer mías las palabras del Salmo 125,  de la cual me siento llamado: “A estar alegre porque este año en García, Dios ha hecho grandes cosas conmigo”.

Karlos Cristian Ortiz González

Experiencia Eclesial

Parroquia San Juan Bautista, García., Nuevo León

02 Feb 2024

HELLO! 1

En ciertas ocasiones le cuesta al ser humano aceptar su realidad y atender un llamado, esto lo digo porque fue lo que me pasó. Siempre fui un joven de grupos parroquiales por lo que estaba en actividades y demás cosas que esto conlleva. En mi parroquia, Santa María Goretti se estaba desarrollando el grupo llamado “Cristeros” y durante ese proceso fui invitado a ir a Sahuayo, Michoacán con el motivo de la canonización de San José Sánchez del Río quien es el patrón de los grupos de cristeros.

En este viaje me tocó visitar una comunidad que recibía la Santa Misa una vez al mes, lo cual se me hizo raro ya que en mi parroquia la Eucaristía es diaria en la mañana y en la tarde, y los fines de semana en distintos horarios, yo aún no caía en cuenta de la falta de sacerdotes que hay y de la escasez de vocaciones sacerdotales.

 Cuando regresé del viaje, llegué impactado a platicar lo que había sucedido con mi familia y con mi párroco, el Pbro. Felipe de Jesús Sánchez Gallegos; y al tener presente esa inquietud vocacional comencé a preguntarme si la vida del Seminario era para mí.

Después de tanto pensar y cuestionarme al llamado que había sentido, me acerqué al Centro Vocacional donde mi acompañante espiritual, el Pbro. Alberto Estrada, junto con el equipo de seminaristas me ayudaron a tener un discernimiento y tomar una decisión.

Desde que entré al Seminario he podido ver el amor incondicional de Dios en mi vida con mis compañeros en el día a día, en el deporte, en los momentos de espiritualidad, en el apostolado, incluso en los aseos y es que en esta etapa en que estoy de formación me he sentido con un gran gozo al reconocer a Cristo en mi camino vocacional. Durante este discernimiento, el Señor no me deja de llamar cada día a entregarme y con gran alegría le respondo con mi vida.

Hay dos cosas que me han quedado claras; primero, el atender al llamado de Dios, porque Él es quien nos hace la invitación a esta vocación tan hermosa, nos muestra su amor inefable sin límites, sin barreras, se entrega de todo a nosotros, es ahí donde llegamos a un punto en el que no nos podemos hacer para un lado y respondemos. Tal vez le saquemos la vuelta un par de veces, pero no podemos hacer eso para siempre. Lo segundo es, que Dios se hace presente de diversas formas, se hace presente en las personas, ya sea por un comentario, una oración, en el diálogo con el prójimo, en una frase de ánimo o en el convivir con los sacerdotes, escuchando sus anécdotas que te llenan de fuerza para continuar.

Muchas veces dude del llamado de Dios, he llegado a experimentar miedo, desconcierto, incertidumbre, pero he aprendido a dejarme caer en las manos de Dios, a saber que debo de dejarme moldear por los sacerdotes formadores e ir poco a poco configurándome con Cristo Buen Pastor, que Él es quien guía mi llamado en la medida que yo se lo permita.

José Genaro Pérez Sánchez

Seminarista | 2do Año de Curso Propedéutico