- BY Seminario de Monterrey
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Me gusta imaginar cómo María y José, con dudas, preocupaciones y siendo conscientes de que el camino de Jesús, además de gracias y bendiciones, tendría también dificultades; depositaron totalmente su confianza en el Padre, quien los incluyó en el plan de salvación, aceptando con mucho amor y entrega su voluntad, sabiendo que la obra de aquel niño, que luego crecería hasta convertirse en un hombre de bien, daría al mundo frutos abundantes.
Cuando a los 19 años escuché el llamado de Dios a la vocación sacerdotal, una de mis más grandes preocupaciones era lo que pensarían mis padres y mis hermanos. Junto con ellos había platicado anteriormente sobre los planes que tenía de estudiar una carrera, trabajar, formar una familia, entre tantas cosas; además se trataba de algo que jamás había pasado por mi mente, mucho menos por la de ellos. En un principio imaginé que no estarían de acuerdo con mi inquietud y la decisión que tomaría en un futuro; sin embargo, con el paso del tiempo y la ayuda de Dios, fueron descubriendo que Él también los había llamado a formar parte de esta historia de servicio y amor.
El hecho de que ya no pasáramos tanto tiempo juntos, tal y como lo hacíamos con bastante frecuencia, representó para toda mi familia una dificultad que poco a poco supimos sobrellevar. Esta fue transformándose gradualmente en una motivación para salir adelante, teniendo como meta principal la permanencia de Jesús en nuestra vida.
Hoy puedo decir que el papel que ha jugado mi familia en esta historia vocacional ha sido fundamental, en Dios y en ellos he encontrado la fortaleza para perseverar en las dificultades que en ocasiones se presentan en mi vida. Quién mejor que ellos, quienes dedicaron su vida entera a mi cuidado y me entregaron su amor incondicionalmente, para actuar como soporte y acompañarme en aquello que me hace feliz, servir a Dios.
Familia, no tengamos miedo de dar juntos el “Sí” a Dios, y sepamos que Él, junto con María Santísima, nos guiará por esta bella historia de amor que ha ido construyendo en nuestra vida.
Luis Carlos Solís Garza
1o. de Filosofía
Revista San Teófimo No.142