La felicidad es aquella satisfacción por un bien alcanzado o logrado. En el desarrollo de la cultura queda plasmada la búsqueda de esta felicidad, a la cual se referían de diversas formas, pero con un mismo fin: la posesión de un bien.

Los griegos buscaban la eudaimonía, los romanos la felicitas, en la edad media cristiana se pretendía alcanzar la beatitud. A pesar de establecer estos conceptos con una carga de significado particular, el trasfondo de esta búsqueda es la satisfacción plena de todos los bienes.

La sociedad griega de tiempos de Aristóteles está regida por un parámetro de búsqueda y práctica de la excelencia, la virtud (areté). En este modelo de sociedad, cada individuo busca la felicidad (eudaimonía) que es el estado de absoluta realización. El camino para alcanzar esta felicidad se logra en la búsqueda y realización del bien común: es en el orden social y el equilibrio comunitario que se concreta la plenitud personal.

Tal aspiración es digna de ser fomentada y estimulada, pues, ¿Quién no quiere ver satisfechos todos sus anhelos? Aunque la brecha generacional entre aquellas sociedades y las nuestras es bastante amplia, esta búsqueda de la felicidad, de la plenitud humana continua vigente, es atemporal.

Ciertamente la posmodernidad se ha encargado de presentarnos una amplia gama de opciones mercadotécnicas con la finalidad de satisfacer nuestros voraces apetitos. El capitalismo y el liberalismo económico propician el mercado y flujo de bienes y servicios de manera tal que no es necesario esperar para obtener algo, sino que la inmediatez de las transacciones indiscriminadas nos insta a llenar ese deseo de plenitud, ya no solamente con la búsqueda de la perfección en virtud, como los coetáneos de Aristóteles, sino mediante bienes desechables.

Esta cultura pragmática donde impera lo desechable y lo efímero puede sernos de utilidad, pues facilitan los quehaceres de nuestra vida, cada vez más acelerada. Queda demostrado que, con el progreso de los siglos, el hombre ha plasmado su incesante búsqueda de la felicidad en la técnica y ésta ha sido un medio fascinantemente monstruoso a la hora de brindar satisfacciones instantáneas.

Pretendiendo interpelar se presentan las siguientes cuestiones: ¿Qué entendemos por felicidad? ¿Estamos, actualmente, fomentando el bien común como búsqueda, práctica y realización de la felicidad? ¿Somos felices?

César Arturo Sánchez Lara
3ero. de Filosofía