No cabe duda que el Señor nos ama infinitamente, Él es conocedor de toda la historia humana, Él es el Creador y fundador de ella, pero al darnos libertad, no obliga de manera directa a que estemos destinados a un solo camino. Es por esto que en la historia de la salvación Dios envía a ciertas personas para que volvamos a Él. Jesús fue este gran culmen que nos dejó Dios, para que supiéramos que Él nos ama sin ninguna condición, entregando su cuerpo y derramando su sangre en la cruz, que hoy se hace presentes en las especies de Pan y Vino, en la Eucaristía.

Ya hace algunos días estuvimos celebrando la solemnidad de Corpus Christi (Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor Jesús) en donde recordamos que Cristo se entregó por nuestra salvación. Jesús reunido con sus apóstoles en la última cena instituyó el sacramento de la Eucaristía: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo…” (Mt, 26, 26-28). De esta manera hizo partícipes de su sacerdocio a los apóstoles y les mandó que hicieran lo mismo en memoria suya.

Grandes regalos son los que nos deja, la Eucaristía es una de ellas, pero para que esta celebración pueda hacerse posible dejó la institución sacerdotal. En donde contemplamos el más grande milagro, ya no es solamente pan, ahora es Cristo mismo que se hace presente entre nosotros, y como cristianos estamos en espera de su segunda venida gloriosa.

En la Santa Misa, los sacerdotes convierten realmente el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo durante la consagración; esto es llamado transubstanciación (CEC 1375-1376). Cambia la substancia del pan, que no es ya más pan; sino el Cuerpo Resucitado de Jesús, y lo mismo sucede con el vino. Y gracias a la sucesión Apostólica, Cristo se hace presente, ya no es el sacerdote quien hace esta conversión, es Jesús mismo quien actúa en ellos. Y gracias a esto podemos contemplar, adorar y recibir a Jesús hecho pan.

Damos gracias a Dios por todo su amor e infinita misericordia hacia toda la humanidad. Nosotros como hijos de un mismo Padre, ¿qué es lo que hacemos para tener un mejor encuentro con Él?, ¿nos esforzamos por vivir el mandato del amor? Reconozcamos que Él está con nosotros en todo momento, pero ¿nosotros estamos siempre con Él? Por eso, te invito a contestar este pequeño Quiz para que averigües qué tanto conoces de este tema del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Manuel de Jesús García Ramos
1ero. de Filosofía