Desde la creación del mundo, Dios va comunicando su voluntad de que todo lo que existe sea bueno y sirva de motivo, para que los hombres alcancen la plenitud de su existencia en su presencia. Cuando el hombre se aleja de este plan, Dios permanece en activa espera a la plenitud de los tiempos para revelar sus designios a un pueblo, que él mismo se irá preparando para dicha manifestación.

El recorrer la historia de la salvación nos permite reconocer la grandeza del misterio que envuelve el amor que Dios tiene, por todo aquello que ha hecho y de manera preponderante, por la humanidad. A pesar de las opacidades que se vislumbran en los escritos del Antiguo Testamento, interpretados desde la óptica de nuestra actualidad, podemos reconocer en ellos la pedagogía con la que Dios va actuando para edificarse una comunidad lista para asimilar las verdades de fe que, aunque no carecen de lógica, podrían confundir la limitada razón humana.

Los Patriarcas son aquellos hombres que dan respuesta de fe al plan de Dios, de preparar ese pueblo que en el futuro será tan grande como las estrellas de los cielos o las arenas del mar, y en ellos serán bendecidas todas las naciones (cf. Génesis 22,17). La identidad familiar y la lealtad a la Alianza pactada con Dios en el cumplimiento de la Ley hacen de este pueblo su predilecto.

Dios habló a su pueblo por medio de profetas aunque no siempre fueron escuchados, los jueces invocaban su nombre e impartían justicia entre una sociedad cada vez más hostil al parecer divino, la monarquía fue la expresión humana de pretender igualar la grandeza de Dios manifestando la suntuosidad del poder del hombre como una mísera sombra de la realeza divina. Esta consecución de sucesos preparan el camino a la revelación completa. Llegada la plenitud de los tiempos envió Dios a su hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley para rescatar a los que vivían bajo el yugo de la Ley. (Gálatas 4,4s).

El nacimiento del unigénito de Dios es la culminación de la enseñanza para la humanidad. A fin de que el mensaje salvífico sea comunicado de manera auténtica, se prepara el terreno de la predicación con los apóstoles como garantes de la fe, misma que experimentan y viven junto al Gran Maestro.

La Sagrada Escritura recaba esta historia salvífica como tesoro incalculable al acceso de todo aquel que se siente movido a descubrir el verdadero sentido de la vida y ayuda a recorrer la sabiduría milenaria que ha llevado a la humanidad al encuentro de lo que lo supera y, venciendo las limitaciones, a alcanzar la plenitud de su ser. Por esto, te invito a que averigües que tanto conoces de la Biblia con el siguiente quiz.

César Arturo Sánchez Lara
3° Filosofía