- BY Seminario de Monterrey
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El martirio es la respuesta a la llamada de Dios que invita a seguirlo en medio de tantas contrariedades de la vida. El mártir es aquel que experimenta en su corazón el ardor del amor de Dios, a tal punto que le hace capaz de dar la propia vida por causa de Cristo y de su Iglesia.
A lo largo de la historia de la Iglesia, numerosos hombres y mujeres han abrazado el don del martirio entregando su vida por amor a Dios.
Ellos son ahora para nosotros ejemplo del seguimiento de Cristo, y nos recuerdan que todos somos llamados a dar testimonio de lo que hemos visto, oído y experimentado. Quienes aspiramos al sacerdocio y nos formamos en el Seminario de Monterrey, hemos descubierto en san Teófimo mártir, este modelo de entrega al Señor.
Celebrar la fiesta en honor a san Teófimo es un motivo de gran alegría para todos nosotros, pues nos recuerda un aspecto fundamental de la vocación a la que nos sentimos llamados: el ser testigos del amor de Dios en medio del mundo. Así, nuestro santo patrono nos motiva a seguir esforzándonos en cada momento de la formación, para que seamos verdaderos testigos del Señor para los demás.
Aunque este año, debido a la pandemia, no pudimos vivir una celebración como todos los años junto a nuestros hermanos menores, nuestras familias, bienhechores, trabajadores del Seminario, sacerdotes de Monterrey y tantas otras personas que aman a nuestro Seminario, sabemos con certeza que nos une a todos ellos la comunión de la oración, pues a pesar de no estar reunidos físicamente, compartimos, cada quien desde su hogar, una misma alegría.
Cada año las fiestas de san Teófimo nos motivan a seguir entregando la vida por Cristo y este año no debe ser la excepción. Hoy más que nunca debemos ser testigos del amor de Dios para el mundo, en medio de tanto sufrimiento y dolor que ha dejado esta pandemia. Por eso, pidámosle al Señor que por intercesión de su santo mártir Teófimo, nos conceda un corazón fuerte y valiente para atravesar esta tempestad y un corazón lleno de esperanza que sepa escuchar la voz de Jesús que dice: ¡Ánimo! Soy yo, no tengan miedo. (cfr. Mt 14, 27).
Erick Alfonso Rivera Ortiz
3ero de Filosofía