02 Jul 2021

El cristiano llena a Dios de preguntas y busca muchas respuestas; por su parte, Dios llena al cristiano de invitaciones y solo espera una respuesta: Sí.

Recuerdo que en el Episodio 4 de la Temporada 1 de la serie “The Chosen” hay una escena que representa el llamado que Jesús le hace a Pedro cuando afrontaba una dificultad para pescar. Pedro, después de darse cuenta que los rumores eran ciertos acerca de Jesús, y ver que realmente Él es el Mesías, cae de rodillas a sus pies y le pide que se aleje porque es un pecador, se presenta como tal; le dice: no sabes quién soy y las cosas que he hecho. Pide perdón por su falta de fe y le pregunta: ¿Qué quieres de mí? Lo que quieras, lo que me pidas, lo haré. Pedro anteriormente había pedido tanto de Dios, se había decepcionado y desconfiado de Él, le exigía tantas cosas; pero Jesús, sin juzgarlo por todo aquello que Pedro dice, únicamente le hace una invitación (una petición): «sígueme». Pedro dice: Lo haré (No pone ningún “pero”).

Esa sencillez de Jesús es tanta que rompe nuestros esquemas, nuestras dudas, nuestros planes tan elaborados y meticulosos, nuestras expectativas, nuestros anhelos, nuestro estilo de vida; Una invitación tan simple y tan llena de sorpresas, emprender un camino con Él, atreverse a vivir una nueva vida. Así es como cada día al despertar nos invita a levantarnos y nos vuelve a decir: ¡sígueme! Y las respuestas solo pueden ser: sí o no.

Es el llamado de alguien por quien generaciones esperaban, por quien oraban y pedían que llegara a salvarlos, que generaciones han proclamado, que generaciones se han atrevido a seguir, por quien muchos han cuestionado, por quien muchos esperamos. Mañana, al despertar, y al siguiente día, y al siguiente… ¿cuál será tu respuesta a la única petición (tan llena de sentido) que Jesús te hace? Sígueme: Sí/No.

 

Oscar Valdez Huerta | 2do. de Filosofía

Revista San Teófimo No. 154