- BY Seminario de Monterrey
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Durante todo este tiempo que ha transcurrido, hemos vivido diferentes momentos de desolación, fragilidad, enfermedad, desesperanza. Y cada una de estas cosas han debilitado nuestro sentido de escucha, de observación, de camino, de pertenencia y sobre todo de confianza en Dios.
Recuerdo que, al principio de la pandemia muchas personas creyentes y no, comenzaron a preguntarse: “ante todo esto ¿aún existe Dios?”, otros se preguntaban con más desesperanza: ¿acaso Dios se ha vuelto inhumano?
Pudimos observar cómo, muchas personas comenzaron a perder la fe, el amor, la confianza en Dios; y todo por que perdimos de vista el amor de Dios por nosotros.
Perdimos de vista la cruz, que nos recuerda nuestro fin y medio para llegar al cielo.
Perdimos de vista el primer amor; aquel amor que siempre y para siempre será Jesús.
Perdimos de vista lo que Dios nos va diciendo cada día.
Perdimos de vista la posibilidad de un proyecto propuesto por Dios, abandonamos cualquier proyecto que quizás unos años atrás se veía totalmente nuevo y fructífero. Y así fuimos dejando poco a poco todo aquello que para nosotros nos hacia crecer, levantarnos. Dejamos que Dios, que es siempre actual, fuera totalmente viejo y por lo tanto, dejará de tener relevancia en nuestra vida, en nuestra historia.
Ahora, después de mirar un poco lo que hemos pasado, llegó la hora de preguntarnos esto: ¿Qué sigue?
Lo que sigue es, volver a redescubrir lo que ya había sido descubierto, pero ahora vuelve hacer nuevo para nosotros.
Sigue redescubrir a un Dios que ama, que camina, que no es inhumano, y que nos llama por medio de su mirada y ternura.
Sigue redescubrir nuestra propia vida, nuestra propia historia, nuestra identidad de hijos de Dios.
Sigue redescubrir los proyectos que alguna vez produjeron en nosotros una pasión totalmente fuerte.
Hermanos, los invito a redescubrir el plan de Dios que tuvo, tiene y tendrá para nosotros. Recuerda que nada está terminado.
Dios tiene un proyecto totalmente nuevo que te invita a volver a ser un hombre nuevo, dispuesto a entregar la vida.
Jesús Gerardo Urrutia Martínez
Seminarista | 2do. de Filosofía
Revista San Teófimo No. 155