Jóvenes y adolescentes dejen que la vocación sacerdotal se desborde como mi amor hacia ustedes; sean como mis apóstoles, que dejaron todo y me siguieron; vayan y proclamen el evangelio, vayan y digan que el Señor está vivo, yo pondré mis palabras en su boca.

¡No tengan miedo de mirarme porque cuando están triste, o enojados! Me miran,  y yo les miro y les digo: ¡Yo los amo!

Y ¡Salgan de su casa! yo quiero que mi iglesia salga y reparta mi amor a las personas necesitadas, yo los llamo a ustedes, jóvenes y adolescentes. Yo los llamo a mi casa, vivan conmigo,  vengan y amen también a María mi madre, yo se las comparto. Mi madre los cuenta cada día como las estrellas de su manto, yo los escondo como a las niñas de mis ojos, sean sacerdotes buenos como yo se los he enseñado; porque el día que sean ungidos, serán ungidos hasta la muerte y ya después de la muerte serán sacerdotes eternos

¡No tangan miedo de responder! Nunca es tarde para responder, vayan y escuchen mi llamado; porque muchos son los llamados y pocos los escogidos, y quiero que de esos pocos escogidos seas tú, si, “tú” joven, no importa si en tu barca solo hay redes, lo que quiero solo de ti, es tu trabajo. Yo quiero trabajadores para mi viña, quiero que mi casa el Seminario de Monterrey se desborde de jóvenes inquietos de amor hacia el sacerdocio.

«Por eso yo te invito, porque  Dios puso todas estas palabras en mi boca y quiero que tú sientas esta experiencia tan bonita.  Quiero que cada día que te levantes y pongas los pies en el suelo de mi casa digas: “nunca me dejes solo Señor”, y al despuntar el alba cuando ya vayas a descansar puedas decir: “gracias Señor por llamarme a esta humilde y hermosa misión, que es el sacerdocio».

¡Gracias hermanos y respondan al Señor!

Soy Omar Alessandro Rodríguez Alvarado, joven que respondió al Señor.

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Seminarista Omar Alessandro Rodríguez Alvarado

2do. De Preparatoria