Siempre me ha llamado la atención la frase que dice: “De la familia nace la vocación”, ya que he visto reflejada esta frase en la corta vida que tengo.

Durante mi infancia, mis padres no eran católicos practicantes, solamente para el sacramento del matrimonio se acercaron un tiempo a la iglesia y eso bastó para que se alejaran.

Soy el segundo y último hijo de mis padres. Durante mis primeros años de infancia vivíamos en la casa de un familiar en las faldas del Cerro del Topo Chico perteneciente a la parroquia Reina de México en Monterrey.

Aunque mis padres tenían los sacramentos de la iglesia, después de su boda no eran muy apegados a la iglesia, incluso mi madre compartía otra religión; pero Dios siempre coloca a las personas correctas en los momentos correctos.

Un día, mi madre estaba con el quehacer de la casa cuando llegaron a tocar a la puerta de la casa unas personas que venían de la iglesia católica, estaban compartiendo la Palabra del Señor casa por casa, y cuando llegaron a la nuestra se toparon con una madre que compartía otra religión y que tenía miedo de recibir a católicos en su casa, pero conforme fueron pasando los días, aquellas personas iban constantemente a la casa a seguir evangelizando a mi familia, hasta que mi mama volvió a la iglesia católica, formando parte de un grupo de catequesis. A su vez mi papá y mi hermana también se integraron al servicio parroquial ¡quién diría!, las vueltas que dan la vida por gracia de Dios.

Al pasar unos años más, terminando el kínder, me integre al grupo de monaguillos con la ayuda de mi hermana, pero sin duda lo que más me impactó en mis 6 o 7 años de monaguillo fue la evangelización que había en mi comunidad parroquial, esa evangelización que fue la responsable de guiarnos al camino correcto a mi familia y a mí. Sin duda el trabajo pastoral en la parroquia fue algo que encendió en mí, la llama de seguir al señor. Agradezco a Dios haber puesto en mi camino a estos sacerdotes que guiaban el camino de evangelización en la parroquia, le agradezco al Padre Mario Escalera su labor evangelizadora y por haber puesto mi corazón más inquieto por seguir al Señor por medio del sacerdocio.

Seamos una iglesia en salida, que procure llevar a Jesucristo a las personas que no lo conocen, porque no sabemos, tal vez seamos los iniciadores de un milagro de conversión dentro de familias que no conocen al señor, mi familia y un servidor somos la prueba de que Jesús siempre llega a los que no lo conocen.

Oscar Rubén González Ramírez

3ero de Preparatoria