- BY Seminario de Monterrey
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Es interesante conocer sobre este nuevo sínodo que ya ha iniciado dentro de la Iglesia que ha convocado el Papa Francisco, que si bien, no termina ahora, sería bueno ver qué nos está aportando, desde lo que ya se había anunciado antes del sínodo como tal; es decir, las consultas que se hicieron a nivel Iglesia para hacer lo que se propone, escuchar a todos, que en sí mismo, ya manda un mensaje muy fuerte y claro a lo que se quiere obtener; así aunado a lo que ya se ha tratado en esta primera sesión que comenzó a principios de octubre.
Si queremos conocer el “para qué” de este sínodo sería bueno preguntarnos a “quién” se invita, ya que lo que se quiere alcanzar es a partir de sus “destinatarios”. El Papa Francisco invita a todos los bautizados a participar de este proceso, ya que somos los bautizados la voz del pueblo de Dios, es decir; con esto se puede traer una visión diferente, porque si veíamos un sínodo como algo lejano que sólo le correspondía a unos cuantos, ahora en lugar de eso, nos compromete a actuar y ser parte de…
Teniendo en cuenta quienes son los involucrados dentro de este proceso, es que podemos ir resolviendo la pregunta ¿para qué?, para poder hacer verdaderamente una reflexión sinodal no sólo por ahora, sino que se haga como un camino que se siga recorriendo a lo largo del tiempo. Esto es lo primordial, que no sólo sea mientras duren las sesiones, sino que se tome como algo propio, es decir, de la misma naturaleza de la Iglesia para que pueda perseverar un “caminar juntos” de aquí en adelante. Es un sueño a soñar, aunque parezca redundancia, aspira a conseguir la Iglesia que se está llamada a ser, es decir una Iglesia en comunión y en misión, como lo expresa el Manual oficial para la escucha y el discernimiento en las iglesias locales.
Ahora bien, para poder alcanzar este sueño de la Iglesia, es necesario tener en cuenta algunas actitudes que se proponen para lograr una buena participación del proceso sinodal, a saber, dedicar tiempo para compartir, que es sinónimo de ser sinodal; tener una apertura a la conversión y al cambio, no dar lugar a prejuicios. Y qué decir de la esperanza que tiene un lugar importantísimo, no basta sólo con tenerla, sino que hay que hacer nacer esta virtud, y tener una gran humildad al momento de escuchar en consonancia a la valentía en el hablar, una actitud de discernimiento, ir más allá dejando atrás las ideologías, estando abiertos al diálogo, todo esto ya que debemos de considerarnos signos de una Iglesia que escucha y que también está en camino, y sobre todo, no olvidar que el Espíritu Santo es el protagonista de este proceso[1].
Aún y cuando el Sínodo de la Sinodalidad concluye el próximo año, el reto es grande para la Iglesia, sin embargo no es imposible, y a pesar de ser un proceso eclesial, el cambio tiene que comenzar desde la propia vivencia de cada uno de los que conformamos la Iglesia, y este giro debe entenderse no como algo meramente superficial; sino todo lo contrario, tiene que evocar en la persona una verdadera conversión de sí hacia la comunión y la misión de llevar a todos el mensaje de Cristo, donde verdaderamente, impulsados por el Espíritu Santo, se pueda decir y testimoniar que caminamos juntos como Iglesia, para llegar a tener entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo (Flp 2,5) y alcanzar la salvación.
Jesús Osvaldo Valdés Ayala
3ero de Teología
[1] Cf. https://www.synod.va/es/que-es-el-sinodo-21-24/para-quien-es-el-sinodo.html.