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HELLO! 1
El hombre ha sido creado por Dios de una manera perfecta y muy compleja, que es la unión de alma y cuerpo. Esto quiere decir que el ser humano posee una realidad espiritual y corporal.
Por mucho tiempo han surgidos distintas maneras de entender el cuerpo humano, algunas corrientes filosóficas lo consideraron como algo malo. Ejemplo de esto tenemos a Platón, quien planteaba que el cuerpo era la cárcel del alma. Otros dirán que el cuerpo solamente es sufrimiento y que la verdadera esencia del hombre es el alma porque ella es inmortal y no padece de agotamiento.
Pero vale la pena tan solo pensar que el Hijo de Dios quiso encarnarse, Él siendo eterno y sin estar sujeto a la temporalidad de la corporalidad asume un cuerpo mortal. Entonces, si Dios mismo se encarnó, ya desde ahí podemos ver que el cuerpo es algo de muy alta dignidad. Y esta dignidad se confirma con la resurrección de Jesús en un cuerpo glorioso.
El hombre posee inteligencia, es capaz de aprender y de realizar grandes acciones que van marcando su misma historia y la vida de quien lo rodea. Por eso es necesario pedir a Dios su sabiduría para que nuestras acciones estén en concordancia entre alma y cuerpo. De modo que haya integralidad en nuestra vida involucrando todo nuestro ser.
Conviene recordar que el hombre al ser una realidad espiritual, es capaz de hacer oración y de entrar en diálogo con Dios, por el bien de los demás y por él mismo. La oración es fundamental para cuidar el estado espiritual, así como lo es la comida saludable para el cuerpo. El hombre necesita de su creador, necesita hablar con él, alimentarse de él, decirle sus alegrías y angustias, sus problemas y agradecimientos, platicarle de su familia, trabajo, amigos y pedirle perdón cuando se ha cometido una falta. Por eso, el ámbito espiritual no puede quedar fuera de la vida del hombre, porque es algo que lo constituye como persona.
Somos llamados a llevar una vida plena y esto parte del reconocer nuestra integralidad espiritual y corporal. Reducir a la persona a una sola de estas dimensiones sería empobrecerla y coartarla en sus capacidades.
Roberto Manrique Nielsen
Seminarista | Primero de Filosofía