- BY Seminario de Monterrey
- POSTED IN Blog, Seminario
- WITH 0 COMMENTS
- PERMALINK
- STANDARD POST TYPE
HELLO! 1
El misterio de Cristo en cada uno de los tiempos del año litúrgico nos mueve a manifestar con nuestra propia vida la obra de Cristo a través de sus palabras, gestos y acciones, al proclamar como Asamblea Litúrgica, su Pasión, Muerte y Resurrección, es decir, el evento salvífico que ha marcado la vida de aquellos hombres y mujeres que se han acogido al anuncio de la Buena Nueva.
Después de habernos preparado al acontecimiento de la Navidad, como cristianos debemos seguir caminando para fortalecer nuestra vida espiritual a través de la Palabra, la Eucaristía y las obras de misericordia, siendo una comunidad orante que se reúne para la espera de la nueva venida del Señor (Mons. Guido Marini).
La liturgia del Tiempo Ordinario se vive con la actitud de la esperanza, que anticipa la gloria futura, y que renueva la experiencia con “Jesucristo, ayer, hoy y siempre” (Hb. 13, 8). Dentro del año litúrgico tenemos dos momentos en los cuales nos dejamos conducir por la gracia de este «tiempo ordinario» y que acrecienta nuestra relación con la Trinidad y la experiencia en la esperanza de la vida eterna; el primero, entre el tiempo de la Navidad y la Cuaresma; y el segundo, después de la Pascua hasta antes del Domingo I de Adviento, constituyendo 34 semanas de las 52 que conforman el año civil, y en la cuales, vamos caminado juntos como Iglesia, anunciando y proclamando la obra salvífica de Cristo, bajo sus enseñanzas y palabras que se manifiestan en la misma vida litúrgica de este tiempo. Es decir, “la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” (Constitución Sacrosanctum Concilium, n. 10).
Hemos de recordar que este tiempo, por el hecho mismo de ser “ordinario” no significa que sea menos importante o que no tenga la misma fuerza que los otros tiempos litúrgicos (Navidad, Pascua, etc.…),sino al contrario, la vida litúrgica de cada uno de los tiempos se complementa para armonizar el misterio de Cristo en orden a la Santidad y la Salvación.
Leonardo Rafael Castro Solís
Primero de Teología