19 Abr 2019

HELLO! 1

Al llegar la Pascua, vestimos de blanco el altar y los ornamentos del sacerdote, retomamos el ambiente de fiesta y regocijo porque Jesús nos ha salvado, y por eso, celebramos su misericordia, celebramos su ascensión al cielo y el envío de su Espíritu Santo.

No obstante de que la Pascua dura 50 días, podemos decir que todos los domingos del año, sin importar si es tiempo Ordinario, Adviento o Cuaresmal son profundamente pascuales, porque celebramos siempre la muerte y resurrección del Señor. En misa, las palabras del sacerdote nos lleva en tiempo, momento y día en que “Cristo nuestra Pascua, fue inmolado”, convirtiéndose en una invitación constante a vivir todo nuestro año como si fuera Pascua. Es decir, con la alegría de sabernos salvados del pecado, siendo redimidos por Cristo, restaurados en la dignidad de hijos de Dios, recuperando lo que habíamos perdido por causa dDespués de la Cuaresma y la Semana Santa, celebramos la Pascua. Periodo de cincuenta días en que celebramos el momento más grande de nuestra fe: la resurrección del Señor.

La palabra Pascua significa “salto”, o bien “paso”, y hace referencia a la narración que nos cuenta el libro del Éxodo, donde Dios va pasando de casa en casa en la última plaga de Egipto, con la muerte de los primogénitos, y se salta aquellas casas que tienen en el marco de la puerta la marca de sangre de un cordero. En el Nuevo Testamento, la Pascua o el “salto” lo hace Jesús en lugar nuestro, muriendo, saltándonos el castigo merecido por nuestro duro corazón.

En nuestros días, la Pascua comienza con el canto de Gloria en la celebración de la Vigilia Pascual, el Sábado Santo por la noche, y se extiende hasta la fiesta de Pentecostés. Eso nos hace concluir que, no podemos llegar a la Pascua y vivirla en modo y forma adecuados, si no hemos pasado por el camino de la escalada cuaresmal. Los 40 días que anteceden a la Pascua son el preámbulo de preparación para la experiencia de Jesús resucitado. ¿Y qué significa esto?

Que si es mi deseo encontrarme en la Pascua, con sincera alegría y especial devoción, he de haber vivido la cuaresma con el mismo propósito. Una va de la mano de la otra. Durante la Cuaresma, reflexionamos sobre nuestra vida, y cómo la hemos vivo, meditamos sobre el paso de Dios en ella y el efecto que nos produce, buscando ir cambiando aquellas cosas que en la reflexión propia, percibimos que no están del todo bien. De tal manera que, al llegar a la Pascua podamos resucitar junto con Cristo a una vida nueva.

Al llegar la Pascua, vestimos de blanco el altar y los ornamentos del sacerdote, retomamos el ambiente de fiesta y regocijo porque Jesús nos ha salvado, y por eso, celebramos su misericordia, celebramos su ascensión al cielo y el envío de su Espíritu Santo.

No obstante de que la Pascua dura 50 días, podemos decir que todos los domingos del año, sin importar si es tiempo Ordinario, Adviento o Cuaresmal son profundamente pascuales, porque celebramos siempre la muerte y resurrección del Señor. En misa, las palabras del sacerdote nos lleva en tiempo, momento y día en que “Cristo nuestra Pascua, fue inmolado”, convirtiéndose en una invitación constante a vivir todo nuestro año como si fuera Pascua. Es decir, con la alegría de sabernos salvados del pecado, siendo redimidos por Cristo, restaurados en la dignidad de hijos de Dios, recuperando lo que habíamos perdido por causa de Adán; y vencedores de la muerte en Cristo Jesús. ¿No es acaso todo eso, el motivo suficiente para estar alegres todo el año?

¡Celebremos la Pascua de Cristo, todos los días!

Jesús Pablo Saldívar Castillón / 3ero. de Teología
Revista San Teófimo No. 141