08 Oct 2021

HELLO! 1

“El tren de la vida no espera, pero tú decides si te subes o no”, hace días leí esta frase en redes sociales de un autor desconocido y me preguntaba ¿cómo vamos avanzando en nuestra vida ante el mundo? ¿es verdad que la vida va acelerando tan rápido que apenas y logramos seguirla?

Si la vida la comparamos con un tren que avanza tan deprisa, la decisión de subirme o no, tendría que ser la más fundamental y no volvernos impacientes en tomar una decisión sin pensar, ya que son nuestras decisiones las que van dándole rumbo a nuestra historia, ¿hacia dónde se dirige el tren? Tendría que ser clave para saber si quiero ir a tal dirección o no.

Las decisiones que tomamos van ligadas con nuestras motivaciones, mismas que solo sabremos si nos ponemos a pensar en lo verdaderamente importante para nosotros y para el mundo, darles sentido a dichas motivaciones serán los valores permanentes que queremos tener y ofrecer a lo largo de nuestra vida.

Hoy en día, vivimos en un mundo donde lo que es importante para una persona, puede que al día siguiente ya no lo sea, donde la motivación puede cambiar tan rápidamente porque el sentido que se le daba desapareció. Vivimos en un mundo donde el hombre ha crecido tan rápidamente en inteligencia, pero también dejándose llevar por sus deseos, donde ha conseguido un gran poder, pero tristemente no siempre consigue someterlo a su servicio, donde goza de gran libertad, pero genera nuevas formas de esclavitud.

Entonces, ¿en qué se tiene que basar mi motivación para poder decidir la dirección que le tengo que dar a mi vida? Necesitamos algo que sea permanente, que no se esfume de un día para otro, y solo puedo pensar en las palabras que dijo Jesús: “Quien escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca. Vino la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos, y chocaron contra esa casa, pero no cayó, porque estaba cimentada sobre roca” (Cfr. Mt 7, 24-26).

La realidad es que, en nuestros tiempos, nos cuesta trabajo discernir cuáles son los valores permanentes. Buscamos una armonía en la sociedad, pero sin desarrollar una espiritualidad a la par. Queremos demasiadas cosas porque sabemos que somos capaces de conseguirlas, pero no logramos darles sentido a nuestras vidas. Todos necesitamos una casa sobre roca, que cuando ocurran los peores problemas, sea Él nuestro principal refugio y sobre todo la principal motivación para salir adelante, su Palabra nos da vida, nos llena de sentido y es eso lo que al mundo le hace falta.

Jesús nos invita a viajar con Él, pero antes de tomar una decisión, nos explica con su Palabra la dirección a la que se dirige, dándonos la libertad de subirnos o no, pero a diferencia del tren que no espera, él se queda con nosotros, sin importar cuál sea nuestra decisión y esa es la motivación principal, Dios siempre estará con nosotros, porque Él es el camino, la verdad y la vida (Cfr. Jn 14, 6).

Sergio Uriel García Medrano
Seminarista | 3ero de Teología