- BY Seminario de Monterrey
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HELLO! 1
Para empezar a contar mi vocación he de decir que mucho ha sido gracias a mi familia. En ella he encontrado el apoyo necesario para poder discernir y cumplir la voluntad de Dios en mi vida.
Cuando yo era niño, mi hermana fue al Centro Vocacional y recuerdo que ese acontecimiento me llamó mucho la atención porque yo no sabía en qué consistía ese «proceso vocacional». Después se me explicó, y al final vi muy bien que mi hermana le quisiera dar a Dios, tiempo de su vida, para saber qué quería Él de ella.
Tiempo más tarde cursé la preparatoria, y ahí me la pasé muy bien. Salía con amigos y tuve novia. Pero en tercer semestre de prepa me llamó la atención en pensar en que el sacerdocio podía ser un estilo de vida para mí, pero no se lo dije a ninguno de mis amigos y amigas. Todo esto ocurrió a raíz de ver a un sacerdote levantar el Cuerpo de Cristo en misa y me pregunté que cómo era posible aquel suceso de que un hombre pudiera traer al presente el Cuerpo de Cristo, preguntarme eso me impactó.
Así que fui al Centro Vocacional yo también para saber que quería Dios de mi vida, pero terminé abandonado el proceso después de algunos retiros y entrevistas con los acompañantes, diciéndome a mí mismo: “yo no soy para el sacerdocio, lo mío es casarme y tener hijos”. Mis papás ya sabían que yo estaba yendo al proceso, por lo que cuando me salí, también recibí apoyo y me dijeron que ellos iban a estar para mí en cualquier decisión que yo tomara.
Después ingresé a la Facultad de Relaciones Internacionales y puedo decir sin miedo a equivocarme que ha sido la mejor etapa que he tenido como estudiante, principalmente por las amistades que tuve ahí y el ambiente universitario. Pero ocurrió algo que no esperaba, y es que mientras tomaba clases empezaba a pensar en el sacerdocio otra vez, como un estilo de vida posible. Y cada día pensaba más en que me gustaría administrar el sacramento de reconciliación, pues yo quería que la gente sintiera la paz de Dios cuando se confesaran. Así que platiqué con mi párroco de mi comunidad Corpus Christi en Monterrey y él me ayudó mucho a discernir, hasta que llegó un punto donde me dijo que tenía que regresar al Centro Vocacional. Y mi familia no se sorprendió de mi decisión de volver, se veían más tranquilos que yo y me apoyaron en esa decisión. Por otro lado, yo volví a sentir nervios, a pesar de tener más seguridad en lo que quería que la vez anterior. Al final hice el proceso y fui admitido.
Hoy en día voy en mi quinto año de formación sacerdotal, conocido como tercero de filosofía, y no me arrepiento de haber ingresado. He aprendido mucho de mí mismo de y de los demás, he conocido más a Jesús y he crecido en muchas dimensiones de mi persona. Estoy muy agradecido con esta institución y con los padres formadores por todo lo que me han enseñado, y espero que con la ayuda de mi familia, de cualquier persona que lea esto y haga oración y con Dios, algún día ser sacerdote en favor del pueblo de Nuestro Señor.
Para concluir quiero decir que desde que tengo 12 años rezando el rosario diario y no tengo la menor duda que Nuestra Madre, la Virgen María, ha sido quien me ha dado fuerza para primeramente tratar de ser un buen cristiano y en segundo para seguir en esta vocación.
Roberto Manrique Nielsen
3ero de Filosofía