- BY Seminario de Monterrey
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HELLO! 1
Nací en el núcleo de una familia católica que siempre ha buscado tener a Dios en su centro para resolver las dificultades con espíritu de fe y para disfrutar las alegrías con amor. Allí, mis padres me enseñaron desde pequeño la importancia de acercarme a Dios no sólo para pedirle por mis necesidades, sino también para agradecerle por todos los dones y beneficios que llegan a mi vida día tras día.
Cuando llegué a los quince años, descubrí que en mi corazón tenía una necesidad muy grande de compartir mi vida con los demás y de ayudar a quienes más lo necesitaban. La experiencia de misiones de evangelización en comunidades rurales fue la que me llevó precisamente a comprobar que en la vida vale la pena seguir a Jesús y entregar la vida por Él.
Descubrí que Dios me invitaba a ser plenamente feliz a través de esta labor que tanto me iba llenando año tras año: la evangelización. Sumado a esto, vivir en una sociedad tan golpeada y lastimada por desafortunadas situaciones que denigran a las personas y atentan contra el gran amor de Dios, fue algo que poco a poco me ayudó a confirmar que el mundo necesita de Dios, y Él a su vez necesita de personas que estén dispuestas a entregar su vida por el Evangelio, que estén dispuestas a ayudarle en esta labor que busca la conversión de las almas. Y entonces me pregunté: si yo puedo gozar del conocer a Dios y amarlo de la manera en que lo hago, ¿por qué tantas personas no pueden gozar de esto también?
Más tarde comencé a estudiar la carrera de arquitectura y al mismo tiempo seguí con mi labor apostólica en mi parroquia, pues era indispensable para mi vida. Llegó de repente un día en el que la duda por ser sacerdote entró a mi corazón y poco a poco, a través de mi diálogo con Dios y de mi cercanía a los sacramentos, en especial a la Eucaristía, esta idea fue abarcando todo mi ser. Dios me llamaba a seguirlo en el seminario, para formarme y un día ser su sacerdote.
Eso es lo que hago desde que terminé mi carrera y decidí entrar al seminario: despierto cada día diciéndole “Sí” al Señor y a la invitación que me hace de seguirlo y ser su instrumento, para de esta manera, ser completamente feliz.
Escrito por: Patricio Rico Villarreal
29 años / Seminarista de 1ero de Teología del Seminario de Monterrey / Arquitecto.
Previo al Seminario: Coordinador del grupo MSJ: Misiones San Jerónimo en Monterrey / Ministro Extraordinario de la Comunión / Miembro del Coro Emaús/ Misión en Kenia, África.
¡Apoya a los jóvenes que han recibido el llamado de Dios, para anunciar su Palabra y entregar su vida al servicio de los demás!