18 Feb 2025

HELLO! 1

¡Vuelve a casa!

Querido Ex Seminarista,

El Seminario de Monterrey siempre será tu hogar, un lugar donde creciste en fe, vocación y hermandad.

Hoy queremos invitarte a regresar y ser parte de esta misión que sigue transformando vidas. Tu experiencia y testimonio pueden inspirar a las nuevas generaciones.

Acompáñanos a compartir, servir y fortalecer nuestra comunidad. Vuelve a sentir la alegría de esta gran familia. El Seminario sigue siendo tu casa. ¿Nos acompañas?

Fecha: 22 de marzo 2025

Hora: 10:00 a.m.

Lugar: Seminario Menor

Cooperación: $300 mxn*

Teléfono de informes: 81-17-99-73-63

Confirma tu asistencia antes del 14 de marzo 2025

*Incluye: Conferencia, espiritualidad, comida y fotografía del recuerdo

30 May 2022

El apostolado es parte fundamental en la formación sacerdotal, ya que este implica la práctica de lo que se ha aprendido dentro de las aulas, así como también de la expresión de la fe por medio del amor al prójimo y el servicio. Es el medio por el que se puede servir a los demás, el cual permite tomar experiencia para un futuro ministerio en las parroquias.

Este año tuve la oportunidad de hacer apostolado en la parroquia de San Juan Bautista en el centro de Cadereyta Jiménez, junto con otros compañeros seminaristas y en conjunto con los padres que ahí se encuentran dando su ministerio. Puedo decir en primer lugar que fue una experiencia muy grata volver a las parroquias de manera presencial, especialmente porque la pandemia nos había quitado esta experiencia el año pasado.

Al principio comenzamos solo yendo algunos de los que formábamos el equipo, esto como medida de precaución ante la pandemia. Por eso algunas actividades las tuvimos que realizar de manera virtual. Así sucedió durante un semestre. De esto pude aprender a utilizar mejor los medios de comunicación, pues era necesario para poder estar en contacto con la comunidad. Sin embargo, sentía que era necesario ya estar en contacto de manera presencial con las personas, para compartir mejor las experiencias y las actividades.

Una de las actividades que más disfruté fueron las celebraciones litúrgicas, sirviendo en los bautismos y eucaristías. Debo decir también que disfruté mucho la convivencia, gracias a la buena relación que llevo con mis compañeros seminaristas, como con los padres y las personas cercanas a la parroquia.

Fue hasta el segundo semestre, luego de unas merecidas vacaciones de Navidad, que volvía de nuevo a la parroquia pero ahora con todos mis compañeros, ya que la situación de la pandemia nos permitía más apertura. Ahora tocaba tener mayor participación en la vida parroquial.

Las actividades que realizamos en la parroquia eran el acompañamiento en los grupos de catecismo, compartir algún tema con los jóvenes y ayudar en las celebraciones litúrgicas, como bautismos, bodas, quinceañeras y misa dominical.

Considero que este año el apostolado me permitió conocer las circunstancias exteriores y cómo enfrentarlas, de cómo ante ello se persevera y se resiste con fortaleza y por amor. Fue también el conocer a las ovejas y a los pastores, su relación entre ellos y con Dios. Agradezco mucho a esta comunidad por su calidez, por su amor a la Iglesia, por su ejemplo y servicialidad, porque pude aprender de su generosidad y esfuerzo para hacer las cosas bien para la gloria de Dios. Puedo decir que fue un aprendizaje para servir, y fue un encuentro con Dios en las personas que sirven. Me quedo con la experiencia y la enseñanza de este apostolado, y espero que me sirva para los próximos y para un futuro ministerio.

Jesús Alfredo López Díaz | 1º de Teología

30 Nov 2015

HELLO! 1

www.vocacion.com

Hay gente que imagina la llamada de Dios como un fenómeno paranormal en el que aparece una luz cegadora o un ser lleno de rayos y de ángeles. Y se pasan la vida esperando ese acontecimiento que nunca llegará. Otros están convencidos de que Dios va a llamarles a través de intensas experiencias místicas, haciendo resonar su voz en su cabeza, en una oración o en una convivencia. Está claro que si llega ese momento, tendrán vocación, y si no, pues a otra cosa. Pero esta no suele ser la manera de actuar de Dios (¡aunque podría serlo!).

La llamada de Dios consiste en escuchar su Palabra. Y la Palabra de Dios es más que la Biblia. En la Biblia encontramos palabras directas a nuestro corazón. Pero, además, también a nuestro alrededor el mundo está dispuesto a hablarnos de Dios. Todo lo que se presenta ante nosotros nos interpela, nos interroga: desde nuestra propia forma de ser hasta los grandes problemas que conocemos a nuestro alrededor.

Dios está en tu historia personal: 
Dios se manifiesta en la historia, en los acontecimientos que suceden en el tiempo. Y seguro que en tu propia vida hay mensajes de parte de Dios, en tu situación personal y en el camino que has recorrido hasta hoy. Dios también habla en lo que eres y en lo que deseas ser. Y así, con su invitación, te llama a escoger tu vida.

Dios te escoge para algo:
La llamada de Dios sucede en un encuentro personal fundante, es una manifestación de Dios. Dios describe, en primer lugar, una situación de necesidad a la que quiere responder, y aparece ante la persona llamada. Se revela y encomienda una misión a la persona, a la que capacita y ofrece un signo como garantía de su presencia. Finalmente, Dios envía a esa misión.

Dios tiene la iniciativa:
La llamada, la vocación, siempre es iniciativa de Dios. Esto se ve perfectamente en la Biblia. Dios elige, y habitualmente escoge a personas “normales”, con sus debilidades, para una gran misión. Dios elige a la persona para encomendarle una misión que supone un liderazgo, un compromiso a favor de otros. Por supuesto, Dios supera las expectativas de la persona, que no se cree capaz, y comienza a experimentar los temores de responder a esa llamada, al mismo tiempo que la atracción de una vida nueva y mejor. El mismo Dios que llama da la fuerza necesaria para seguirle.

 

Fuente: http://vocacionredentorista.redentoristas.org/

 

centro_voc

27 May 2015

HELLO! 1

La familia del Seminario de Monterrey fue llamada para servir

La vida del seminarista es así, rápida, ajetreada, pero llena de momentos de encuentro con Jesús, formándonos para ser mejores personas y servirte a ti, porque esa es nuestra vocación, porque tú te mereces santos pastores.

En el Seminario Arquidiocesano de Monterrey, es nuestra casa y formamos parte de una gran familia, en la que vivimos, crecemos como cristianos y nos formamos como futuros pastores del pueblo de Dios. Y también celebramos las alegrías de los acontecimientos importantes. En el mes de enero, comenzamos el año con los Ejercicios Espirituales, dedicando una semana especial de silencio y encuentro con Jesús, teniendo como expositor a Fray Samuel Franco. El 22 de enero nos unimos al gozo de nuestra Diócesis hermana de Linares, que recibe a su nuevo padre y pastor, Monseñor Hilario González García, quien fue para nosotros, seminaristas, ejemplo de hombre de fe y que nos acompañó durante 18 años en el Seminario de Monterrey, llevando como último cargo la rectoría hasta diciembre del año pasado. Pero enero aún guardaba alegrías para nosotros y no era para menos, pues el sábado 24, nuestro Arzobispo, don Rogelio Cabrera López, celebraba su cumpleaños.

Le acompañamos en el desayuno y de allí a compartir la Eucaristía, junto con nuestros hermanos del seminario menor que recibían la sotana, como signo de compromiso con Dios para formarse en la santidad, para su pueblo. Allí mismo, algunos de nuestros hermanos teólogos recibieron la candidatura a las órdenes sagradas y el ministerio del lectorado; todo esto bajo el maternal manto de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, en su Basílica. En la parte académica, arrancamos la jornada de estudio en honor a Santo Tomás de Aquino, y nos preparamos para culminarlo con un solemne encuentro académico hacia el mes de mayo.

Febrero tiene siempre un lugar especial en el corazón del seminarista ¡es el mes del seminario! Y lo iniciamos con el 5K vocacional, en el que participaron alumnos del seminario y nuestros hermanos que llevan su proceso en Pastoral Vocacional. También tuvimos la oportunidad de celebrar nuestra vocación a la alegría con alumnos de varios colegios católicos de nuestra ciudad, allí compartimos un poco de nuestra vivencia de Jesús y cómo nos había llamado. ¡Hasta la cascarita de futbol nos echamos! Y no podía faltar el contacto afectuoso con aquellos por quienes nos consagramos, visitamos las comunidades parroquiales de la arquidiócesis invitando a la jornada de oración por las vocaciones sacerdotales y animando a aquellos que sientan el mismo llamado que nosotros, al servicio y la alegría. Y como el Papa Francisco nos llama al servicio “La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros” (EG 10), es que acompañamos a nuestros hermanos en el inicio de la cuaresma, en Miércoles de Ceniza, comprometiéndonos junto con ellos, a preparar con esperanza el corazón para la gran fiesta de la Pascua. No sin antes cargar pilas espirituales con nuestro retiro cuaresmal.

Y pues marzo llega aún con fríos pero con todo y eso nos lanzamos el domingo 3 a las instalaciones del seminario menor, al tan esperado Encuentro Sacerdotal, un momento muy ameno en que, entre dinámicas, juegos y temas, varios sacerdotes y seminaristas aclaramos las dudas de aquellos que sienten el llamado de Jesús a seguirle. Además, los días 4 y 5 de marzo, recibimos en el seminario mayor a Mons. Rogelio Cabrera en su visita pastoral, mientras nos preparamos para acudir a las parroquias a impartir los Ejercicios Cuaresmales y también el próximo Retiro de la Opción de nuestros hermanos de Curso Especial y Tercero de Filosofía. ¡Oremos por ellos!

La vida del seminarista es así, rápida, ajetreada, pero llena de momentos de encuentro con Jesús, formándonos para ser mejores personas y servirte a ti, porque esa es nuestra vocación, porque tú te mereces santos pastores.

 

Victor Ángel Rocha Banda.

27 May 2015

HELLO! 1

Opinión de los padres que tienen un hijo con la inquietud de ser sacerdote

¡¿Entonces, sí lo volveré a ver?!

Acompañar al candidato en el proceso de discernimiento vocacional no sólo implica el diálogo con él, ni que éste participe en las actividades que se organizan propiciando ambientes de reflexión para él y otros que viven el mismo momento existencial, ciertamente es mirarle en ese proceso de búsqueda-respuesta, pero también a su entorno.

En este tiempo en el que me está tocando acompañar a los muchachos en el Centro Vocacional he constatado que la vocación no sólo toca el corazón del candidato, el llamado impregna todas las áreas de su convivencia y la familia es  uno de los espacios – y creo – más importante. Y aunque los amigos y amigas, los compañeros de trabajo o escuela o el grupo parroquial (prefiguración de las Betanias) enfrentan muy a su modo la nueva realidad de tener a uno de los suyos en proceso de discernimiento, es la familia la primera que debe asumir que algo, dentro de ella, está cambiando.

Para el que se siente llamado, la responsabilidad de responder al Señor exige nuevas actitudes y desprendimientos, sin embargo, lo es también para quien rodea al candidato. ¿Cómo enfrentar lo nuevo?, ¿cómo dejarlo ir, pero no del todo?

Los papás del candidato, por más adulto o independiente que éste sea, no son testigos mudos en esta transición, veo cómo se preocupan por saber cuándo son las actividades, cuándo toca tal o cual cosa, cuándo deben dormir fuera y cuándo deben acudir a los exámenes de Trabajo Social o los Psicométricos. Muchos de ellos tienen la confianza de llamar, de presentarse acompañando al muchacho, de saber quién es el sacerdote que acompaña a sus hijos, y también de nuestra parte está el conocerles, saber dónde viven, compartir su espacio que, entre más, es mejor; aclararles sus dudas, llegar a ese momento en que se hay que decir adiós a los mitos y prejuicios: “¡¿entonces sí lo volveré a ver?!”, no ha faltado quien concluya después de platicar.

Y aunque corresponde al Departamento de Trabajo Social la visita técnica, para el acompañante vocacional y los papás, encontrarse, no sólo es conveniente, sino necesario.

 

Pbro. Juventino Leal Sosa.

27 May 2015

HELLO! 1

Motivaciones para llevar un apostolado ahora con un hijo en la formación sacerdotal.

Definitivamente la mejor bendición es ser parte
de esta gran familia que es el seminario.

Siempre hemos caminado al lado de nuestro hijo, aun antes de que él entrara al seminario. Lo hemos seguido en una continua experiencia de Dios en distintos apostolados, pero ahora que está en el seminario, una de las motivaciones es que hemos sentido un compromiso más fuerte con Dios, como correspondencia a esta gran bendición de tener un hijo llamado al sacerdocio.

Otra de las motivaciones es la responsabilidad de dar testimonio cristiano en los distintos ambientes (familiares, laborales y comunitarios), comenzando en nosotros mismos que sentimos el llamado de Dios, reflejado en nuestro hijo, que nos lleva a un espíritu de oración constante. Dicha espiritualidad nos une como padre, madre e hijo, y nos mueve a buscar una relación íntima con Dios, a ejemplo de San José y la Virgen María que no solo acompañaron a su hijo Jesús, sino que también dieron ejemplo a los demás.

Cuando entró nuestro hijo al seminario, nos invitaron a vivir el DEPS (Dinámicas de encuentros de papás y seminaristas) donde otros papás de seminaristas nos ayudaron a entender esta nueva etapa, que no solo viviría nuestro hijo, sino que también nosotros como papás también viviríamos. Y al ver lo valioso que fue para nosotros, terminamos enamorados de ese apostolado, y con el paso del tiempo, nos dieron la oportunidad de apoyar en DEPS, en el cual llevamos ya 4 años sirviendo.

Al compartir nuestra vida y nuestro apostolado en este camino, nos ha llenado de muchas bendiciones, como: la amistad cercana con muchos sacerdotes y seminaristas; un compartir emociones y sentimientos con otros papás de seminaristas que ya llegaron a ver a sus hijos como sacerdotes, y que nos ilusionan con experimentar el momento de la ordenación de nuestro hijo; y definitivamente, la mejor bendición es ser parte de esta gran familia que es el Seminario de Monterrey.

 

José María Montalvo Rodríguez y Angelica Valdés Garza 

Papás del Seminarista José Juan Montalvo Valdés