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¿En nuestra vida diaria se puede vivir La Palabra de Dios? La Palabra de Dios es viva, y cuando recordamos y dedicamos un momento de nuestra jornada a leerla y reflexionarla, nuestra vida tiene un cambio, ya que tenemos un encuentro íntimo con el Señor, y pensando en ello, quiero compartirles una pequeña reflexión partiendo de las bienaventuranzas (Mt 5,1-16).
Las bienaventuranzas son pistas muy claras que nos ayudan a trazar y definir nuestro camino a la santidad, nos hablan de la grandeza del amor de Dios y de la promesa que nos espera si vivimos con el corazón. (Mt 5,1-16).
El reino de Dios ha llegado ahora (cf. Mt 4,17); y Jesús realiza la profecía de Isaías (Is 61, 1-3) al anunciar la Buena Noticia: La felicidad no está en la riqueza y en el poder, sino en la pobreza, ya que aquellos despreciados por el mundo son “dichosos” porque su misma indigencia les permite abrirse y acoger el don de Dios: Jesús mismo es manso y humilde de corazón.
Con las bienaventuranzas Jesús nos invita a tener una mente y un corazón despejado y feliz. Esto es justo lo contrario a las ofertas de felicidad que nos hace el mundo, pues en lugar de ofrecernos cosas y elementos superficiales, lo que nos proponen es el crecimiento interior y llenar nuestra vida de unos valores que no fallan en el camino de la felicidad.
Las bienaventuranzas son un camino para encontrar la santidad y sobre todo para ser felices en la gracia de Dios. En un mundo marcado por la desigualdad y el egoísmo, donde todo lo que no da placer o poder es mal visto, es necesario implantar el espíritu de las bienaventuranzas. Cuando se vive el evangelio con autenticidad y sin miedo, entonces la felicidad comienza a florecer y se tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.
Por lo tanto, quien quiera ser feliz puede y está invitado a vivir estas bienaventuranzas que son muy importantes para el crecimiento espiritual de los hombres.
La Palabra de Dios nos debe impulsar a tener un cambio en nuestra vida, nos ayuda a que seamos auténticos, humildes y serviciales. Por ello, que nunca se nos olvide que la Sagrada Escritura es un elemento muy importante en nuestra vida de fe que nos enseña y dispone a escuchar la voz de Dios en el mundo.
Mario Alberto Alvarado Maldonado
2do. de Filosofía