29 Ene 2019

HELLO! 1

El Señor desde el seno materno me llamó;
desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre Isaías 49,1

La vocación es un llamado, el simple hecho de que Dios nos haya creado quiere decir que hemos sido llamados, que nuestra vida tiene un propósito, que debemos reflejar a Dios cada quien a nuestra manera; puesto que fuimos hechos a su imagen y semejanza.

Descubrí esta profunda verdad en un retiro vocacional, al cual me invitó mi mejor amiga de la preparatoria. En ese retiro entendí que Dios me amaba infinitamente y me conocía perfectamente, así que Él sabría qué era lo mejor para mí, y teniendo esa certeza me atreví a hacerle la pregunta más importante de mi vida: Señor ¿Qué quieres de mí?

Esta pregunta cambió muchas cosas en mi vida, para empezar cambió mis prioridades, mis planes a futuro. Lo único que ahora importaba era descubrir el plan que Dios tenía para mí.

Les confieso que tenía miedo a que Dios quisiera algo que yo no quisiera, pero con el tiempo descubrí que Dios va haciendo que nos enamoremos del llamado que nos hace, y que a pesar de que el camino de descubrir la propia vocación está lleno de incertidumbres, Dios va dando pequeñas certezas que al corazón le bastan para seguir respondiendo.

La vocación es siempre una aventura, es caminar a veces a oscuras teniendo la certeza de que Dios va guiando y afianzando nuestros pasos.

Hace ya casi 6 años de que entré al Seminario, y les puedo decir, que han sido los mejores años de mi vida. La vocación es un maravilloso regalo de Dios que nos permite vivir auténticamente, vivir en plenitud.

André Alejandro Múzquiz Salazar.
Primero de Teología.

09 Oct 2018

HELLO! 1

¿Cómo puedo descubrir mi vocación? “Se puede hallar de muchas formas, pero toda vocación ya sea al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada, comienza con un encuentro personal con Jesús, que nos llena de inmensa alegría.”

Es normal hacerte la pregunta ¿a qué estoy llamado? en una etapa en la cual sientes la necesidad de una mayor entrega a Dios, es aquí donde se hace aún más consciente el discernimiento espiritual en nuestras vidas.
Y ¿qué es discernir? Es una palabra que define la acción y el efecto de distinguir bien las cosas utilizando la razón, es una capacidad que Dios nos ha dado a los humanos y es indispensable utilizarla en la opción vocacional. Pero en esta búsqueda ¿qué es lo que hay que discernir o que debemos distinguir? Hay que discernir de entre todas las voces ¿cuál es la voz del Señor?

“El discernimiento espiritual es la brújula que nos permite reconocer la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, en nuestras comunidades y en el mundo. Hoy como ayer Dios continúa actuando y acompañando a su Iglesia, pero muchas veces no recocemos su voz”.

Oír, cualquiera lo hace y no requiere esfuerzo; “escuchar”, implica poner atención y es crucial para el éxito dentro de un diálogo. Dado que la vocación es la llamada proveniente de Dios que nos propone un estilo de vida en el cual podemos realizar al máximo nuestro ser, la respuesta que queramos dar debería estar fundada en una escucha que supo percibir con atención cada palabra proveniente del Señor.

La voz de Dios no es tan evidente como todo el ruido que aparece en nuestra vida cotidiana. Es necesario hacer un silencio interior para escucharle y así descubrirlo a través de su misma Palabra, por medio de otras personas, de la realidad social, contemplando y orando, e incluso a través de la voz interior que quiere ser atendida, y que es fácil callar con inseguridades, miedos, limitaciones, viejos estilos de vida.

Algo muy importante que considero para lograr una búsqueda sincera, es el ser totalmente abiertos con el Señor. Él nos conoce completamente, en nuestros triunfos y fracasos nos ha acompañado durante toda la vida y quiere mostrarnos un nuevo camino, no tengamos miedo de ofrecerle nuestras fortalezas y debilidades. Pregúntale con fe y disposición a Dios: Señor, ¿Me llamas a la vida sacerdotal? ¿Me llamas a vivir la vida matrimonial? ¿Me llamas a la vida religiosa? Este consejo me lo dio un acompañante durante el proceso vocacional, me decía: “Tú pregunta, Dios te responderá”.

Escuchemos la voz de Dios que sigue llamando, para ser continuadores de su misión de amor viviendo con alegría la vocación. Abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo y dejémonos sorprender.

Seminarista Ernesto Padilla López
Curso Introductorio

22 Nov 2016

HELLO! 1

Por: José Luis Morán Becerra, seminarista (T1)

“Maestro de la fe, (…) de los senderos que conducen a la unión con Dios, teólogo y místico, poeta y artista”. Esta es la noble descripción que San Juan Pablo II hizo en su visita a España, en 1982, al santo sacerdote carmelita. El día de hoy, como Iglesia celebramos su memoria, recordando su ejemplo de vida y santidad, y su sabia respuesta ante las distintas tribulaciones que enfrento en carne propia.

Juan de Yepes nació en 1942 en Fontiveros (Avila), España. Ingresó al Orden del Carmen en 1563; ordenado sacerdote en 1567, le pidió a Dios la gracia de soportar con valor y paciencia toda clase de sufrimientos. Tiempo más tarde tuvo un encuentro con Santa Teresa de Jesús, quien lo convenció de que observará la Orden de Carmelitos Descalzos. Formador y maestro de gran inteligencia y sabiduría, enseñaba la doctrina de la fe. Trabajando arduamente y con gran celo apostólico, teniendo siempre su fuerza y confianza en Dios, logró enfrentar una gran “sequedad espiritual”, que le impedía tener una devoción sensible al rezar o meditar, y a toda clase de calumnias e injurias que hacían en contra él.

A pesar de haber sido encarcelado injustamente, padeció con paciencia cada ultraje, creciendo de este modo en santidad. Este tiempo de sufrimiento le permitió a San Juan crear una de las grandes obras titulada “La noche oscura del alma”, que le permite reconocerlo como Doctor de la Iglesia. Muere en 1591.

El santo sacerdote carmelita es un hombre ejemplar, que con sus escritos y enseñanzas enriquecen la vida del creyente, el cual busca constantemente el rostro de Dios. Para nosotros que estamos de formación nos ayuda a apreciar el celo por contemplar el misterio de amor de Dios, sobre todo, en la adoración eucarística cada jueves durante la Hora Santa, como también en esos momentos de “crisis vocacional”, en donde nos vemos sedientos de saber la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Te invito a que hagamos esta oración, pensado en aquellos sacerdotes que están pasando por alguna tribulación en su ministerio, para que San Juan de la Cruz sea su intercesor, y ellos puedan recibir de Dios la gracia y fortaleza que necesitan para continuar en su servicio humilde con amor y alegría a la Iglesia.

«Señor, Dios nuestro, que hiciste a tu presbítero San Juan de la Cruz modelo perfecto de negación de sí mismo y de amor a la cruz; ayúdanos a imitar su vida en la tierra para llegar a gozar de tu gloria en el cielo. Amén».

 

10 Nov 2016

HELLO! 1

Por: Gerardo Álvarez de León, seminarista (F3)

¡Hola a todos! Deseo que la Paz de Dios siempre los acompañe en donde quiera que se encuentren. Quiero compartir con alegría cómo ha sido mi caminar en el seminario junto con mi familia, y cómo ella me ha fortalecido en mi vocación, y me ha animado a seguir formándome para, si Dios quiere, algún día llegue a ser sacerdote.

Cuando yo ingreso al seminario menor, apenas era un adolescente, y desde luego que mi familia estaba asimilando mi respuesta, pues era la primera vez que salía de mi casa. Y aunque con dificultad, pero con el ánimo y con mucha fe, lograron aceptar el llamado que Jesús me hizo, y así, no sólo yo le respondí, sino que mi familia también le ha respondido, siguiendo junto conmigo el caminar del Maestro.

Conforme iba avanzando en mi formación, mi familia se iba acercando a participar en la Iglesia, cada vez con más alegría, entusiasmo y entrega. Aumentaron en ellos esas ganas de servir al Señor, por lo que ahora les puedo contar que mi papá es Ministro Extraordinario de la Comunión, y la verdad, eso para mí me da mucha motivación, pues cuando tenemos oportunidad de platicar, me dice con palabras llenas de alegría y mucha fe, cómo ayuda a distribuir la comunión a nuestros hermanos limitados por alguna enfermedad. Mi mamá también se ha acercado a servir, ha vivido retiros que la han fortalecido, y en su sencillez sabe manifestar la fe y la esperanza que tiene, y aunque al principio le costó mucho trabajo el que haya dejado mi hogar, ahora me dice que todo su trabajo doméstico lo ofrece por la santificación de todos los sacerdotes del mundo.

Mi familia siempre será mi motivación, me apoyan y me fortalecen con su oración, con sus sacrificios en el trabajo, en las labores del hogar, etc. Y así, para ellos, soy quien les da ese impulso para seguir creyendo con alegría, con entrega y generosidad, siempre siendo fieles al Señor que no deja de bendecirnos.

A partir de mi respuesta al Señor, de decirle “sí”, he visto que ha tenido un gran efecto: ¡Ellos han creído! Lo que me hace recordar el lema de las fiestas de nuestro santo patrono: “Creyó él y toda su familia”. Esto se hace presente con nuestra respuesta, para algunos tardará más, para otros menos, pero cuando nosotros creemos con verdad en el llamado de Jesús, nuestra familia no se queda atrás, y yo doy testimonio de mi familia, ellos no son ajenos en mi formación, sino que a pesar de la distancia de nuestros hogares, a pesar de lo que podemos vivir, ellos nunca estarán distanciados, ellos son los que nos animan a creer en este llamado, y sin ellos, no podríamos estar mejor formados.

Que Dios los siga bendiciendo, y no se olviden de pedir al Señor, para que nos den más familias cristianas, más familias santas. ¡Que así sea!

04 Ago 2016

HELLO! 1

Por: Adrián Alejandro Garza Morales, seminarista.

¿Tienen mucho tiempo libre? ¿No se aburren? ¿Para qué se forman tantos años? ¿Se la pasan rezando?

Estas son algunas de las preguntas que cualquier seminarista ha tenido que enfrentar debido a que se generan distintos estereotipos en torno a la formación sacerdotal y que en muchas ocasiones se suele creer equivocadamente lo que hace un seminarista en formación. Son muchos los años de formación, de estudio y de disciplina que llevan la formación, porque ésta implica vivir diversas experiencias que lleguen a lo profundo del joven para que pueda formar un corazón siempre teniendo como ejemplo y modelo a Jesús buen Pastor.

¿Qué tanto hacen en el seminario?

A veces, el pensar que vivimos en el seminario la mayor parte del tiempo puede parecer que nos aburrimos pero la formación en el seminario es muy variada y rica en forma. De lunes a viernes tenemos nuestras actividades propias en el seminario, nuestra espiritualidad como la Misa, la reflexión o la Liturgia de las horas, el estudio, aseos, deporte, la convivencia con nuestros hermanos, alguna junta, entre otras cosas. La vida en el seminario nos enseña a tener tiempo para todo, a no solo encerrarnos en las cosas que nos gustan.

¿Cuántas misas tienen al día?

Este puede ser el estereotipo más fuerte que puede existir en torno a la formación sacerdotal, el pensar que sólo nos la pasamos en la capilla, y lamento desilusionarlos pero no es así. Tenemos nuestra Eucaristía o misa diaria, es el alimento indispensable en nuestra formación, es un encuentro privilegiado con Cristo, pero no podemos encerrarnos en esto solamente. El sacerdote o diácono al final de la Misa nos exhorta a salir del templo y a compartir con nuestros hermanos lo que hemos celebrado. La espiritualidad no es algo que se dé sólo en el templo, se da en la convivencia con los demás, en el deporte, en el estudio, en el apostolado, pero claro que esto no le quita la importancia a la oración personal o comunitaria, solo es cuestión de aprender a formar una espiritualidad que englobe toda nuestra vida y eso es algo que aprendemos en la formación en el seminario.

¿Es fácil vivir en comunidad?

Cuando me hacen esta pregunta normalmente contesto con otra, les digo: Imagínense entre 50 y 70 hombres viviendo juntos, estudiando juntos, comiendo juntos, haciendo tareas en equipo juntos o haciendo limpieza juntos, todos los días. ¿Cree que sea fácil? Al vivir con varias personas que piensan distinto, que tienen hábitos distintos puede llegar a ser algo complicado. Los roces son algo que se da en cualquier convivencia sana (si no se dieran, algo estaría mal). No es fácil vivir en comunidad pero si es una experiencia muy enriquecedora que te permite aprender a entender al otro antes de juzgarlo, que te ayuda a salir en busca del que está cansado o fatigado. Además las discusiones nos ayudan a madurar, a saber que el mundo no es solo lo que uno puede pensar. Vivir en comunidad es una experiencia que te ayuda a madurar porque te enseña a vivir junto a los demás.

¿Para qué tanto estudio?

Esta es una pregunta un tanto curiosa porque puedo decir que muchos seminaristas (incluyéndome) podemos llegar a ver el estudio como algo demasiado largo y tedioso y llegando a ver algunas materias un poco innecesarias. Pero el estudio en el seminario no se trata solo de acumular información, el principio es aprender a comunicar la buena nueva que Cristo nos trae consigo, se trata de desarrollar nuestra conciencia para ayudar a formar la conciencia de quienes se acerquen a nosotros. Como dice el adagio popular, un ciego no puede guiar a otro ciego. El estudio es una herramienta que nos permite comunicarnos con todo aquel que busque la verdad, de forma que lo podamos ayudar a encontrarse con Aquel que es la verdad.

22 Jul 2016

HELLO! 1

Por: Abraham González Escamilla, seminarista.

Agradecimiento es la única palabra que se me viene a la mente cuando pienso en misiones.

Verdaderamente el Espíritu Santo hace todo el trabajo, uno llega con todos los planes y con toda la actitud, pero Dios nos cambia la jugada en todo momento y te das cuenta de que en verdad es Él quien guía la misión, es Cristo el que te dice a quién acercarte, qué casa visitar, qué palabra decir y dónde buscar.

Regreso a mi casa viéndome como un simple un instrumento en las manos de Dios.

Si me pidieran tres consejos antes de irse de Misiones les diría esto:

  • Primero: confiésate, para que la gracia de Dios fluya.
  • Segundo: no cargues nada, aveces uno quiere llevar, computadora, proyector, tecnología etc… No se ocupa, a la gente le interesa escuchar tu testimonio de Dios en tu vida.
  • Tercero: lleva a María, siempre déjate acompañar por la Mamá de Jesús, Ella obrará milagros en tus misiones.

No tengo palabras para agradecerle a todos los grupos parroquiales por toda su ayuda en nuestras misiones de verano, solo puedo decir que “a mí me mueve Jesús” y Él le da sentido a mi vida.